EMBRUJO TEÑIDO DE CARMÍN
Algunas noches, y otras muchas madrugadas, pueden convertirse en espacios mágicos donde todo es posible. Es posible encontrar voces que enamoran, que remueven los rescoldos del alma, y que vibran al compás de su embrujo indecentemente sexual, para mostrarnos, a través de la música, ese sentimiento único y maravilloso que se experimenta cuando conectas con cada una de las notas musicales de una canción. Y más allá, cuando esa canción consigues hacerla tuya, propia, y sentirla muy dentro de ti. Esas noches, son recuerdo permanente. Una de esas noches a las que me refería, fue la vivida el pasado 18 en la Sala La Mala, donde se dieron cita sobre el escenario dos artistas de raza, cada una en su terreno, que consiguieron anudar nuestros corazones con su talento y unas canciones cargadas de autenticidad. Rabia Pérez y Emi Gago fueron las anfitrionas de una noche increíble, ante un público entregado que disfrutó del show. Estas dos mujeres, vienen de realizar su propia travesía del desierto, a través de un mundo congestionado de iconos masculinos, pero que, con tesón, y esa fuerza especial que han sabido desarrollar, han logrado defender su arte con honestidad y pasión.
Abrió la noche Rabia Pérez, una mujer enérgica y resuelta, bella, intensa. Una artista que ha abrazado los hados del heavy y el punk, para expresar su mundo interior a base de metralla emocional y riffs intensos. Cuatro años ha tardado en poder editar su primer trabajo homónimo. Sin embargo, el disco ha resultado ser un lustroso álbum muy personal, donde Rabia Pérez ha tenido la libertad de expresarse con total libertad. Y eso queda patente en muchas de sus canciones, como «Prisionero», un tema que subyuga por su potencia irreverente. Abrió con «Fermín», «Romper A Llorar», «Prisionero» y «Tus Deseos», cuatro temas que resquebrajaron el hielo inicial de la sala semi vacía, para convertir el local en un campo de batalla, donde se cruzaban los riffs potentes con los sentimientos más vitales. Rabia Pérez desprende energía, gesticula, pone morritos, desafía la prudencia, se remueve en su propio placer para salpicarselo al publico. Es una artista imponente, que doblega, que impone la fuerza de su talento con contundente dulzura. Continuó con «Esta Vida Es Una Ruina», «Dime», «País Sin Maravillas» «Despedirme». Para terminar «Noches De Leyenda» y «He Regresado», temas con los que concluyó su maravilloso show. Toda una gratificante sorpresa, y un afortunado descubrimiento. Recomiendo por tanto, seguir la estela de Rabia Pérez, porque después de lo visto y lo vivido, le espera un porvenir muy interesante.
Tras el descanso compareció sobre el escenario Emi Gago. Felina, agazapada bajo las sombras del fondo, comenzó a tañer las cuerdas de su guitarra, y los acordes, como misteriosos colibrís invisibles, sonaron con melódica intencionalidad en un esbozo de improvisación, al que siguió «Déjame Entrar En Tu Vida», tema de su primer trabajo discográfico. Emi Gago comprende la música como un todo, un todo global, donde la composición puede acercarse al rock más melódico o al pop más elaborado, y donde la letras, remarcan el resultado final. Bellísima, segura de si misma, emprendió su viaje con esa sonrisa imposible que ilumina, atacando el tema «Ángeles De La Guarda», y prosiguió con «Daría Mi Vida», «Como La Seda Y el Satén», «Cuida De Ti» y «Noches De Cristal». Emi Gago ama el escenario, y esto se comprueba cuando su cuerpo se tensa y se destensa, cuando se agita, cuando se convulsiona, cuando todo su interior se expande y su onda emocional te abraza incansablemente. Deja que el sentimiento se cueza en su interior, y después, brota con fuerza a través de su voz imponente. Juguetea con los agudos, justo donde el punto más álgido se encumbra, y allí, lo modula a su antojo. Expresa, una y otra vez sus deseos contenidos, vuelve a subir otra vez, y luego, te abraza con cálidos falsetes. Continuó con «Best Of You», «El Silencio Del Viento», «Que Más Quieres De Mi», «Solo Se Vive Una Vez» y se reservó la intensísima «Imagínate Sin Ti». Exhaustos de emoción, aun pudimos reservar fuerzas para recibir su sonrisa como el delirio final. Todo un recital de arte, entrega y energía de una artista que acaba de encontrar la senda de su camino, y que si continua creyendo en este sueño, podrá tocar el cielo con los dedos. Admiración y devoción de mi parte, que, humildemente, fui testigo de como la luna, con su labios pintados de carmín, esbozó una sonrisa para culminar una noche mágica. Gracias por vuestra música y vuestro arte.
CHEMA GRANADOS
FOTOGRAFÍAS: ALEJANDRO PENEDO Y J. A. MOLINA