El brillo de la excelencia
El pasado sábado 26 de Septiembre tuvimos la oportunidad de asistir a uno de los conciertos del año en la Sala Caracol. Un cartel compuesto por tres bandas, cuyo denominador común era la excelencia. La excelencia brillante de unos proyectos completamente consolidados, y cuyo fulgor va a iluminar el sombrío panorama del rock estatal. Cada uno en su ámbito, las bandas que componían el cartel aportaron su color y su registro, en un show que fue mutando del rock melódico de The Val, al hard rock de 7 Almas, para concluir con la apoteosis final, el rock plural e incombustible de The River. Inteligente y muy apropiada la propuesta por parte de Krea Producciones, que nos puso al alcance, no solo la calidad y el savoir faire de grandes músicos, sino la emoción de la música en letras mayúsculas.
A la hora prevista, The Val saltaban al entarimado para abrir una noche que se presumía intensa y emotiva. Hablar de The Val es hablar de elegancia, intensidad, y una forma de entender el rock tan propia y personal, que ha traspasado fronteras. Acumulan en sus canciones los sedimentos del rock brillante, pero asimismo, despiertan sonidos que se tornan eclécticos a veces, cristalinos otras, y en general, intensos y emotivos, sin perder nunca la intensidad el rock más sólido. Son una formación con un recorrido portentoso, no solo por su trayectoria internacional con su gira por UK, o sus apariciones televisivas, sino también, por esos discos que han dejado grabados y que patentizan el esplendor de su creatividad incansable. Fernando Samos volvió a disfrutar una vez más sobre el escenario, con esa elocuencia vibrátil tan propia. Es un guitarrista efectivo, técnico pero creativo, e inyecta al sonido de la banda vitalidad y resolución. Y qué decir de Gaby de Val, una vocalista de voz impoluta de gran colorido, que aporta elegancia, frescura y gracilidad. Aunque ambos son los pilares sobre los que se sustenta el sonido, no tendría sentido sin la aportación de Alex Morrell en la base rítmica, que imprime cadencia y resolución. Así mismo, mencionar el trabajo de María López y Tony Ortega, en los teclados, y el Sr. Berenjena a los parches. Desarrollaron un set list basado en un repaso de sus dos trabajos editados hasta la fecha, “Heading For The Surface”, y “Back”, y acabaron su actuación arropados por el beneplácito del público.
Seguidamente, 7 Almas inundaron el ambiente de acordes pesados y rítmicos riffs, al más puro estilo hard rock americano. La banda se fundó en 2.011, por tanto, es una banda relativamente joven, sin embargo, sus miembros acarrean una larga carrera profesional. Tienen un solo disco en el mercado “Nueva Tierra”, editado por The Fish Factory. Sonaron precisos, contundentes, pero en todo el espectro compositivo, se notan muchos destellos melódicos, que aportan al resultado final gran brillantez. El punto álgido de su show se registró con el tema “Donde Está Tu Amor”, un tema sorprendente cargado de contundencia, muy en la línea de Whitesnake, donde los coros ponen el contrapunto, a una melodía simplemente perfecta. Y más tarde, el delirio con un tema insólito, impecable e intensamente emocional como “Te Siento Lejos” su último single, un medio tiempo milimétrico donde la voz de Israel Hernansáiz brilla con luz propia, arropada por los solos de guitarra delirantes a cargo Oscar J. López. Eché de menos mucha más energía en escena, ya que la banda me pareció alga estática, y a veces errática, aunque su gran calidad compensó con creces esta ausencia. Una banda increíble, a la que seguro, le espera una dilatada trayectoria.
Para terminar la apoteosis final, con una banda que pertenece a otro mundo, a otra dimensión, Dry River, el combo castellonense que revolucionó la escena tras la publicación de su primer larga duración, “El Circo De La Tierra”. Ya he sido testigo de varios directos de Dry River, el último, el pasado mes de Febrero en la Sala We Rock de Madrid, y nunca han dejado de sorprenderme, en enredarme en esa red emocional tan propia que tejen en tu interior. La emoción, es uno de los sentimientos que aporta la música, cuando su ejecución va más allá de la técnica. Porque Dry River van más allá, cuentan historias que desarrollan en el escenario por medio de parodias teatrales, con numerosos guiños críticos. Son una entelequia que se transforma en ilusionismo palpable; un acontecimiento vital, que se transmuta en una experiencia inolvidable para el receptor de todas estas emociones. En muchos medios especializados se les enmarca dentro del rock progresivo. Pero no, Dry River son mucho más: son rock, son progresivo, son jazz, son ritmos latinos, son lo que ellos quieran ser en cada momento, porque su recorrido a nivel musical es tan amplio, tan profundo y consecuente, que en Dry River se unifican un conjunto de corrientes, que acaban convergiendo en un océano de posibilidades. Había mucha expectación por verlos tras su show del pasado invierno, y una cincuentena de medios especializados se había dado cita para ser testigos de esta maravilla. Y toda esa expectación y escepticismo iniciales, se convirtieron tras el concierto en
devoción. Y esta opinión, fue unánime. Y qué decir del público, al que se le vino encima un show tan increíble, que apenas eran capaces de digerirlo, al ser sorprendidos por la originalidad, y esa implacable contundencia, en unas canciones que ofrecen cientos de matices diferentes. Un show, donde el público participa inconscientemente, embobado de todo lo que ocurre sobre el escenario, dejándose arrastrar por la corriente cálida de un torrente emocional. Interpretaron temas de sus dos trabajos discográficos, dando un somero repaso a las canciones más representativas de su obra creativa. Momento intenso el vivido cuando interpretaron “Traspasa Mi Piel”, uno de sus temas estrella. Después quedar casi extenuados, s volando en el placer, nos regalaron un remix de temas de Queen, acompañados a la voz por Gaby de Val y de Israel Hernansáiz, que
resultó ser la traca final. Sencillamente, impresionante. Dry River han iniciado el ascenso a la cumbre, y no llevan el paso cambiado. Porque necesitamos vitalidad, ideas nuevas que arriesguen y traspasen la frontera de mediocridad. Propuestas que nos alejen de la monótona moviola, que nos retrotrae a tiempos pasados y recursos obsoletos. El rock, es espectáculo. Es ir mucho más allá. Y esto Dry River lo entendieron desde el primer día. Enhorabuena, una vez más, y otra más. Ya sabéis, que sois muy grandes.
CHEMA GRANADOS