Comunicado de Berri Txarrak, por Carola Pérez
El pasado mes de diciembre, Gorka Urbizu –fundador y único miembro original de la banda en activo- anunció mediante un comunicado un parón indefinido en la carrera de Berri Txarrak tras 25 años de frenética actividad: “Necesito parar y tomar distancia: así de simple, así de complicado”. Más adelante añadiría que “me encuentro ante la paradoja de tener que aparcar el que ha sido el proyecto de mi vida –Berri Txarrak- para poder seguir creciendo como artista”. Dos factores clave a la hora de tomar esta decisión: el desgaste lógico tras un cuarto de siglo de andadura, al que se une una pulsión artística que seguro nos regalará nuevas canciones de su autor en el futuro. El fin de un ciclo para el inicio de uno nuevo.
Quizá muchos se preguntarán cómo es posible que en este momento tan dulce de su carrera, tras romper tantos techos de cristal y lograr llevar su mensaje desde Australia a EE.UU, de Latinoamérica a Japón, pasando por Europa, arriesgando tanto en cada paso se baje del carro ahora que la banda está recogiendo el fruto de todo lo sembrado. En la música, al igual que en la vida, es importante pararse a reflexionar, no conformarse y hacer frente a la inercia, pésima consejera en el mundo del arte.
Las personas que hemos tenido el privilegio de acompañar al grupo durante la extensa carrera de la banda y toda la gente que les ha seguido muy de cerca la pista somos muy conscientes de que no ha sido fácil tomar esa compleja decisión cuando has llenado el BEC con 10.000 almas coreando todas y cada una de tus canciones, cuando estás a puertas de ofrecer el concierto más multitudinario jamás ofrecido por una banda en euskera (el próximo 14 de julio en Kobetamendi, Bilbao, donde además estarán acompañados por más de 15 artistas invitados); justo en el momento cuando se agotan en poquísimas horas las más de 20.000 entradas para tus dos últimos conciertos que se celebrarán en el Navarra Arena los próximos 22 y 23 de noviembre.
Esa peculiar manera de apostar por la honestidad, el trabajo duro y el esfuerzo nos dejan de legado un total de 9 discos de estudio, un documental y un disco recopilatorio, más de 1.000 conciertos. Sirva como ejemplo de esa determinación la propia ciudad de Madrid, testigo privilegiado de los avances a lo largo de estos años: el primero, allá por el año 2000, arranca en la extinta Sala Alien abriendo para PiLT, y al año siguiente su puesta de largo presentando “Eskuak/Ukabilak” en la mítica Jimmy Jazz de Vallekas, pasando por Gruta 77, Ritmo & Compás, Sala Arena, Rockitchen, Penélope, Joy Eslava, Festivales como En Vivo y Dcode y sus últimos dos sold outs consecutivos en La Riviera.
Durante el total de 20 conciertos que el grupo ha ofrecido hasta la fecha en el foro, hemos sigo testigos de cómo la familia ha ido creciendo en número de seguidores, llenando sala tras sala, cada cual más grande que la anterior, en una ciudad en la que, reconozcámoslo, no es para nada fácil abrirse hueco. “La pasión es el mínimo exigible” como leitmotiv define a la perfección la evolución del trío en Madrid. Desde las situaciones más adversas de los inicios a las más recientes citas en salas de gran aforo, el grupo ha hecho historia sin artificios, de manera humilde, a base de mirar al frente y perseverar, sin que nadie haya sido capaz de frenar este tsunami de talento, energía y melodía.
El próximo 9 de noviembre en el Wikink Center viviremos un día histórico, en el que Madrid le devolverá a Berri Txarrak todo lo que esta banda irrepetible ha dado a esta ciudad.