Cuando pasan los años, y continua el peregrinaje a través del tiempo, escoltado fielmente siempre por la música, como una constante inexorable de vida, llega un momento, en que una banda deja de ser una banda, para ser una parte de ti, una parte intima e indivisible, alojada para siempre en tu interior, eternamente, y en ese preciso instante, ya dará lo mismo que graben uno, dos o treinta discos, porque, todos ellos, formarán parte de tú vida, con sus virtudes y sus imperfecciones, y te acompañaran para siempre. Ya no habrá vuelta atrás. Porque esas canciones, que, con ahínco y pasión, han creado para ti, pasarán a formar parte de la historia de tu vida, para siempre, y te acompañarán en tu camino, y cada vez que las escuches, sentirás ese mismo sentimiento, porque en cada una de ellas, abras vertido la parte de ti, que te emociona y que te hace feliz. Y ya no vuelta atrás. Por qué la que la música no tiene, ni principio, ni fin, es inmortal, y perdura al paso del tiempo.
Por todo esto, y por algunas emociones más, Dry River siempre formaran parte de mi historia, mejor o peor, pero mía, y ahora, que hay un “Cuarto Creciente” que me inspira con su majestuosidad, solo se puede decir que toda esa energía acumulada por el paso del tiempo, la experiencia, la pasión, y esa ilusión trémula que brilla en el corazón del músico, en este disco, está más viva que nunca. Más resplandeciente, y más vivaz. Tal es la intensidad que desprende este disco, que realizar un análisis de aspecto técnico, no tiene sentido, cuando se está frente a la belleza. El tiempo me dará la razón, y a ellos, el tributo de un éxito merecido, y la sensación emocionante, de hacer a sus semejantes partícipes de toda su razón de ser.
Puede que este disco sea el mejor de su carrera, o puede que no sea más, que otro escalón, pero a la postre, es una nueva caricia en el corazón de los que sentimos en cada acorde, no solo emoción, sino aceptación, sentido de las cosas, y orden pasional, en unas letras, que tanto tienen de nosotros. Cuando la luna ha recorrido un cuarto de órbita, se le llama “Cuarto Creciente”, como Dry River, que aún van a recorrer un itinerario de energía hacia su luna llena. Y ese día llegará, para placer de los que nos sumamos a su fragor, y será el día en que venceremos al “Capitán Veneno” con sonrisas y amor enfebrecido, para desterrar a “La Serpiente”, sin sentirnos “Culpable” por anhelar un “Segundo Intento”, lejos de las “Calles Inundadas”, y donde, “Tu y Yo”, encontremos “La Libertad”.
Todo es posible con Dry River.
CHEMA GRANADOS