La participación de la banda Megara en un festival de las características del Bernidorm Fest, viene a romper el tradicional hermetismo que el mundo del rock ha mantenido durante décadas, y el aislacionismo recalcitrante respecto de los modelos más comerciales de la industria musical. Es, por tanto, un acontecimiento a destacar. La cultura rock de nuestro país, sustentada sobre premisas de insurgencia, veracidad y rebeldía, enmarcadas en el marco más reivindicativo posible, y en el desarrollo de sentimientos de autenticidad, siempre ha evitado involucrarse en este tipo de eventos de trasfondo “comercial”.
Megara es una banda atípica, dispar y divergente, que desde su primer lanzamiento discográfico “Oubeos” han trazado su propio camino, y su propio destino, encontrando la forma de abrir nuevas vías de expresión y de comunicación. El resultado ha resultado fulgurante, y su crecimiento ha ido creciendo exponencialmente, a lo largo de su carrera profesional, gracias a la brillante gestión de su particular mensaje, la relación intensa y constante con sus fans, y un dominio absoluto, tanto de las redes sociales, como de los recursos promocionales, impulsado por su perseverancia. Sus conciertos son delirantes, con una puesta en escena arrolladora, vitales, potentes, asistidos por un montaje teatral, que sostiene con coherencia el conjunto de su espectáculo. En una ocasión, declaré que los recursos promocionales y el sistema de trabajo de esta banda, deberían ser estudiados en los centros de enseñanza de gestión musical.
El tiempo, me ha dado la razón. Son brillantes, creativos, eficaces, insistentes, y tienen talento. Sus canciones son una vuelta de tuerca al concepto del metal más progresista, revestido por una parafernalia imaginativa de ambigüedad creativa, teatralidad e histrionismo. Su participación en este festival es un acertadísimo recurso para situar a la banda en presencia de miles de personas, publico potencial, y para mostrarle a todo el país de lo que son capaces, y subsidiariamente, de que el rock merece un espacio en primera línea. No tienen miedo, ni recelo alguno, como debe ser. Resultará complicado llegar a la meta, pero no imposible. Su actuación en la semifinal resultó brillante, poderosa, con una imagen brutal, y una escenografía que invocaba el ciberpunk, y el universo de Blade Runner, con la actriz Aria Bedmar y su compañera, realizando una robótica coreografía; una pasada visual que impactó, tanto al jurado como al público. No hay nada imposible. Hay antecedentes como Lordy (2006) o Maneskin (2021).
Para Megara su participación en este evento es ya un triunfo rotundo, tanto a nivel personal, como por el impacto promocional y el alcance que tendrá su música en futuros fans. Conocen el terreno que pisan; creen en ellos mismos y en sus posibilidades; se creen lo que hacen y lo realizan con pasión. Tienen todo a su favor. Y para los detractores, que los hay, comentar que otros muchos grupos de rock han participado en eventos meramente comerciales; por ejemplo, Judas Priest en galas de American Idol, Kiss o AC / DC. Y no pasa nada. Desde la redacción de Rockcultura, les enviamos fuerza y el deseo de que alcancen sus objetivos, por que merecen llegar donde les lleve su pasión. Es difícil, y quizá, no lo consigan. Pero, Y si, ¿sí?
CHEMA GRANADOS