METRALLA, SUDOR y SENTIMIENTOS.
Cuando Enrique Villareal anunció en la prensa especializada su salida de Barricada después de tantos años, y tantos conciertos, algunos pensaron, quizá ingenuamente, que no sobrevivía por sí mismo. Nada más entrar en la sala, nos recibió la melódica controversia del grupo telonero, Ángel Casto & Los Honestos, que desplegaron su encanto friki con canciones populares de los años 60, melódico-cristiano, y una escenografía acorde con su propuesta. Son los teloneros oficiales de la gira, y seguro que causarán mucho impacto. Seguidamente, y tras una espera razonable, los primeros acordes de “Como Son” de su último disco. El punto de ebullición subió muchos grados de súbito, y la expectación del público comenzó a arder. El Drogas, apareció con su atrezo particular: sombrero de copa, gafas redondas de cristal azulado, americana y corbata rojas, y pantalones súper ajustados a cuadros. Comenzó a moverse por el escenario con afectación. Seguidamente, un ráfaga de metralla: “Tentando A La Suerte”, Con Tu Presencia” “Sueños Rotos”, “Pétalos”, “Ya No Anochece Igual”, “No Sería Nada”, “En Punto Muerto”, “Cero Coma Siete”. Un repaso por su historia musical en Txarrena con temas como “Azulejo Frío”, “Algunas Cosas Por Terminar”, y de su paso por Barricada “Oveja Negra”. Tramos en acústico con los temas “Lentos Minutos” y “Matilde Landa”, y prácticamente su último disco entero “Demasiado Tondo En La corteza”. Un show intenso, a quemarropa, con continuas vaharadas de ímpetu, mucha prosopopeya, y todo ese compendio escenográfico de guiños políticos y reivindicativos. Para el final, dejaron lo más granado: “En La Silla Eléctrica”, “Peineta Y Mantilla”, Azulejo Frio” y “Otros Tragos”. Clamor general en la sala completamente abarrotada, y una noche de esas de las que no vas a olvidarte en mucho tiempo. Todo un espectáculo, de rock, metralla, sudor y pasión, a partes iguales. Y la confirmación de que estamos ante un artista con entidad propia, no ya por su trayectoria en el mundo del rock, sino por lo que aún tiene que ofrecernos, que será mucho y de gran impacto.on que era el alma de la banda, y que encontraría el rumbo acertado, en un viaje iniciático a través de sí mismo. Las conjeturas, sin embargo, no sobreviven nunca a sí mismas. Lo que Enrique Villareal dejó patente, en su presentación de “Demasiado Tonto En La Corteza”, su último disco en Madrid, es que es un artista enfático, creativo, libertario, y con un rumbo muy definido. Uno se explica su decisión, viendo la manera en que goza del show, de la forma de expresarse, y de la forma de dejarse llevar por sus canciones. Esa perversa conexión que artista establece con el trasfondo de su música. Es un actor nato, que gesticula, hace un escorzo, sobrevive a su propio sudor, y da vida a un personaje histriónico que acaba siendo muy afectivo, y hasta querido. Así es que, cualquier duda al respecto sobre este artista, quedó completamente despejada, refutada, y decididamente, consumada. No solo es que la coherencia del espectáculo, y su entrega fueran determinantes, además, están tres horas de show, sin tregua, y la de una banda de apoyo que sonó como un cañón, compuesta por Brigi Duque en la batería, Txus Maraví a la guitarra, y Eugenio Ariste al bajo, y que se dejaron la piel en el escenario. El resultado, un concierto que no se olvidará en mucho tiempo, donde no sólo pudimos disfrutar, sino emocionarnos, sentirnos libres, y además, reivindicativos. No se puede pedir más, cuando uno toca el cielo con la punta de os dedos. Espectacular.
CHEMA GRANADOS