Suave como una caricia de acero.
Doctor Deseo aterrizó en Madrid para presentar su decimocuarto disco “Busco En Tus Labios. Lo Mejor Del Deseo”. Una parada técnica dentro de la gira de presentación por el estado, que está teniendo una gran repercusión mediática y de público. Durante todos estos años, la banda ha desarrollado un halo especial que circunda su imagen, que los define, y los diferencia del resto de bandas en activo. Una suerte de creatividad, ansiosa por encontrar las lindes de conexión con el arte más profundo, recursos de escenografía muy cercana al cabaret, mucha sensualidad, pasión, y deseo, en un espectáculo donde intentan recrear un mundo pletórico de matices y de formas expresivas disimiles. Todo este conglomerado de conceptos, se aúna en un discurso musical donde se funden estilos y sensaciones, y donde ponen en entredicho los estereotipos más banales. Para los que siguen habitualmente mis crónicas, y saben de mis gustos musicales, amplios y expansivos, decirles que ha sido un encuentro con una concepción brillante e avasalladora, cargada de detalles, donde el espectáculo se ensambla con el discurso musical de manera admirable. No en vano, su bagaje profesional y cultural es tan amplio y locuaz, que las canciones adquieren la compostura de un modelo a imitar. Se formaron allá por los años 80, en plena explosión del punk-rock radical vasco, con un planteamiento muy inusual, rayando el pop, pero con un mensaje provocativo y directo que siempre han conservado. Aunque básicamente se definen como pop, hay muchos más que eso en sus temas: riqueza crematística, diferentes ambientes sonoros, rock despechado, pasión, y letras cargadas de sexo, deseo, amor y abrazos sutiles.
En cualquier caso, su trabajo encuentra un público deseoso de hallar en su camino músicos con propuestas arriesgadas, que se abren a espacios indefinidos, y caminan por territorios diversos sin
perder la integridad. Aunque conocía sobradamente su música y su leyenda, nunca había visto un directo de los bilbaínos. Quedé encantado, y sentí vibraciones muy dispares. Quizá sea el carisma de Francis Díez, que atrapa con su mágico histrionismo, y ese semblante enigmático y sensual con el que encara el show. Un show donde interactúa con el público, acaricia, besa, y se deja seducir por ese conglomerado de cuerpos con los que comparte su calor. Abrieron el show con el tema “Busco En Tus Labios”, y continuaron con “Dulces Sueños”, “Ez Nauzu Izango Berriz”, “Noche De Viernes” y “Mi Torpe Corazón”. Muy pronto la calidez se adueñó de la escena, las emociones empezaron a crepitar, y el público se convirtió en testigo y cómplice de una gran bacanal, donde la música solo era una excusa para encontrar los caminos del deseo y del placer. Mucha literatura hay detrás de estas canciones, que intentan reflexionar en el mundo de los sentidos, los sentimientos y los deseos. Continuaron con “Mi Torpe Corazón”, ”Destrozos, Promesas O Arrepentimientos”, “¡Cuánto Frío Hace En Saturno!” y Equivocarse Hasta Acertar”, y así, hasta completar un set list compuesto por veintiocho canciones que fueron trazando con pinceladas imaginarias, la imagen resuelta de toda un carrera profesional. Hasta el final, con “Has Debido De Llorar”, se mantuvo la intensidad reflexiva, la calidez humana, el sentimiento de osmosis emocional. Una experiencia, de las que cambian de sitio los muebles del desván de la mente, para hacerlo más confortable y acogedor. Mágicos, envueltos en su niebla de grandilocuencia, en su aureola de malignidad hermosa. Doctor Deseo, embelesaron al público, hicieron el amor con él, se dejaron la piel, el alma y la vida, dando lo que no existe por encontrar el encanto de una caricia abstracta en forma de aplauso. Una caricia suave como el acero.
CHEMA GRANADOS