Veinticinco años han transcurrido desde que Danger se fundaran, aunque su trayectoria ha estada jalonada por disoluciones y retornos. Afortunadamente, en 2.013 la formación decidió volver a los escenarios. Y digo afortunadamente, porque hubiera sido una lástima que una formación como esta se hubiera diluido en el tiempo, y por ende en el olvido. Hubiera sido un error desperdiciar un talento sobresaliente tan sorprendente. Danger decidió reunir a sus fans y amigos en el corazón de Madrid, para disfrutar de una velada que fue en síntesis eso mismo: una gran fiesta donde el hard rock fue el protagonista. Un hard rock potente y elegante, pero tamizado por algunos destellos melódicos inmejorables. Su historia arranca con la disolución de Marshall Monroe, una de las bandas legendarias de los 80 en Madrid, y que continua hoy día, con una formación increíble que espero que sepa mantenerse al paso del tiempo, con la misma credibilidad que ofrecieron en la We Rock. No tengo ninguna duda de que, si persisten en su manera de hacer, seguirán firmes por mucho tiempo. Por tanto, mucha expectación por ver a la banda después de su aparición en la Sala Sensorama de Coslada el pasado año, expectación que se vio gratificada por un show espectacular. Arrancaron con “Actión” desplegando todo su potencial con autoridad. Desde el primer acorde, la banda sonó compacta, milimétrica, incontestable. Y es que la formación está compuesta por músicos de una dilatada trayectoria, por lo que tanto el sonido como la puesta en escena, se retroalimenta de esta particularidad. Músicos como José A. Pereira a la batería, impresionante en los contratiempos y en los ritmos, Carlos Abad a los teclados, José Luis Perona al bajo, el mítico José Antonio Martin, que otrora formara parte de Sangre Azul a la guitarra, y el mayestático vocalista Jorge Amosquino, un diablo electrizante en directo. Con este plantel, completamente entregado, no les resultó nada difícil comenzar a construir una de las noches más intensas que la banda ha podido vivir sin duda. Continuaron con “Rock & Roll”, “Queen Of Madness”, “Without Someone To Hep Me”, “Danger (Let’s Get Away)”, “Hunter” y “Obsesión”. Llegados a este punto se incorporó en la escena Ángel Santamaría, cantante de la banda Arkania, quien disfrutó con sus compañeros del tsumani que había organizado sobre el entarimado. Tras un solo de batería portentoso de Pereira, retomaron el set list con “Since U Been Gone”, “Alone”, y “No Te Detengas”. A estas alturas, la sala era un hervidero de emociones incandescentes, debido principalmente al fragor del público, y en mayor medida, a la maestría con que la banda encaraba el show. Para el bis final de despedida dejaron algunos de sus temas más representativos, como “Bark The Moon”, el incendiario “Take My Love”, y finalmente, “Never Treat My Like A Loser”. Apoteósico. Danger es una banda que no tiene que demostrar nada, porque su propia música les define, su actitud y su calidad. Nada más contundente y esclarecedor. Entrega, actitud, corazón, no les falta nada más que el gran público les valore y les encumbre al lugar que les pertenece, el de las grandes bandas que harán historia. Para los que aun duden de que en este país hay músicos muy grandes, que escuchen a Danger, dejando atrás los prejuicios, y comprenderán el potencial que poseen. Un gran concierto que se agradece, se siente, y se vive con intensidad, la misma que derrocha Danger. Enhorabuena.
CHEMA GRANADOS