LA EVANESCENCIA DE LOS SENTIMIENTOS
Los que conocemos a este artista noctambulo y risueño llamado Luter, desde aquellos tiempos en que militara en una de las bandas más entrañables de la capital del reino, Los Reconoces, y todos aquellos, que hemos vivido tantas noches degustando su encanto, hemos ido comprobando con asombro, y por qué no, con ilusión, que desde su primer disco en solitario, ha ido haciéndose mayor artísticamente. De igual forma, hemos asistido al prodigio de comprobar, como su música, ha ido germinando en el corazón de la gente, para dar el mejor de los frutos: el reconocimiento y el cariño. Dos materias evanescentes, sí claro, pero dos materias, al fin y al cabo, de las que se nutren todos lo artistas, y que son, a la postre, el mejor de los pagos que se pueden percibir. Luter es una especie de nómada errabundo, en busca de toda la esencia posible de sí mismo. Un explorador de sombras. Un coleccionista de quimeras. Bajo un manto de estrellas, camina en busca de todos los elementos que conforman su status emocional. Cada canción, es un pedazo de sí mismo. Cada estrofa, un goteo incesante de néctar propio. Nada se escapa a la creatividad, porque en cada nota, hay un registro indeleble de emoción. Una maraña de mundos y espacios imaginarios, donde crecer y convivir con la contradicción que todo ser humano expele de sí mismo. Luter acaba de publicar su cuarto trabajo en estudio, y como no podía ser de otra forma, ha repetido productor y estudio, Kolibri Díaz y sus estudios R5. Su nuevo disco se titula “333”, que acaso sean los números de una cábala mágica, o el registro de su identidad oculta.
Un nuevo disco, que quiso presentar ante su público de la manera más íntima posible, en la Sala Costello, una especie de cueva bajo el local, que resultó muy confortable. Allí, desgranó los temas de su nuevo disco, y como, no, presentó su nueva formación compuesta por Roberto Aracil a la batería, Edu Martínez a la guitarra y Mirko Vidoz al bajo. La banda sonó compacta, y el sonido homogéneo. Ofrecieron un repaso por los nuevas temas del disco como “Se Acabó La Tontería”, “Anda De Pie”, y otros antiguos como “Paseo En Bicicleta”, “Misión A Marte”, o “En Un Zarzal” el tema con el cerró el show. Un show que despejó las emociones más intensas en los presentes, todos o casi todos, adeptos a esa especie de narcótico que es la música de Luter. Una música, que sirve para reparar descosidos en el alma, o para vivir los momentos pequeños de la vida. El progreso en su trayectoria quedó patentizado, sin dejar de lado la esencia de este artista, que es única e irrepetible. Desde el Barrio de La Coma, para el mundo, para el universo, Eduardo García Martín, alias Luter.
CHEMA GRANADOS