José Andrea es un vocalista intenso, incuestionable, que desprende luz propia, y que sabe cómo encontrar su espacio en el escenario, para canalizar toda esa magia que surge en la escena y comunicarse diestramente con su público. Tiene casta, es un cantante resuelto y dotado de una voz cargada de matices, muy adecuada para el desarrollo de su mensaje: la potencia unida al poderío emocional de sus canciones. Su trayectoria es bien conocida por haber militado en una de las bandas con más renombre de la escena rock, Mägo de Oz. Su salida de la banda estuvo rodeada de una evanescente leyenda endeble, de toda clase de infundios nunca comprobados, de algunas dudas inciertas relativas a su estado emocional, y también, muchas otras en cuanto a su voz presuntamente quebrada. Sea como fuere, su salida de Mägo de Oz, -que a mí personalmente no me parece relevante- queda en el ámbito personal e íntimo entre ellos. Lo verdaderamente importante es que ha proseguido su camino con mucha dignidad y sin dejar de ser el mismo, un factor muy trascendente para un artista. El pasado viernes dejó meridianamente claro de que pasta esta hecho, de su capacidad para transmitir emociones, y toda la esa fuerza diabólica que imprime a su actuación. Mi hijo, que es fan de Mägo de Oz desde que tenía 12 años, me decía que José Andrea “cuando canta te está contando una historia”. Y tiene toda la razón, porque José Andrea es capaz de atraparte con su gestualidad, con esa energía eléctrica que gravita entre la realidad y la ficción, y la particular manera en que se entrega a su labor con ahínco e ilusión. Su voz se mantiene poderosa, cargada de matices férreos, de agudos insondables y de pulsión que no deja de latir. Todas estas virtudes se refuerzan con el concurso de la banda que lo acompaña, compuesta por músicos de largo recorrido, cargados de creatividad, y que derrochan calidad por los cuatro costados. Hablamos de Pedro Díaz, “Peri” al bajo, otrora en la formación de Mägo de Oz, al igual que Sergio Cisneros “Kiskilla” a los teclados; de José Rubio a la guitarra, de Juan Flores “Chino” a la guitarra y Teto Viejo a la batería. Un tándem que suena de lujo, que sabe aglutinar la experiencia con la maestría como corresponde a una gran banda, y que, finalmente, hacen grande y elocuente el resultado final.
José Andrea y sus Uróboros presentaron en la Sala Caracol de Madrid, su último DVD grabado en vivo y en directo en la ciudad de La Paz (Bolivia) donde actuaron para miles de personas. Era por tanto, una excelente ocasión para tener un encuentro cara a cara con su público, y de hacer un repaso a sus dos discos publicados hasta la fecha. Y no defraudó a nadie, es más, hubo muchos conversos nuevos que terminaron de creer en él, en una noche explosiva donde el heavy, algún retazo de folk y el rock más pesado, se abrieron paso como una apisonadora. Abrieron la noche con “¡Vive!” un tema incluido en su disco “Resurrección” con el que abrieron la ronda de metralla que vendría a renglón seguido, con temas como “No Cuentes Con Ellos”, “Vanidad”, “El Que Quiera Entender Que entienda” o “La Canción De Los Deseos”. Para estos dos últimos temas, contaron con la colaboración de dos grandes músicos: Fernando Ponce de León a la flauta y Santiago Vokram al violín. Para entonces, la sala ya estaba a su merced, con el público coreando cada canción, sintiéndose participe de la oleada de sensaciones que les inundaban. Prosiguieron con “La Mujer Lobo”, dando paso al momento más sosegado de la noche con temas como “Sobreviviendo”, “Al Otoño Espero” y “Allá Donde Estés Tú”. Fue el momento en el que el Chino Flores realizó una intro memorable, con un solo de libro, para introducirnos en temas de su paso por Mägo de Oz como “Réquiem”, “Jesús De Chamberí”, y “Astaroth”. Con “Resurrección” el público entró en una especie de éxtasis a través de los riffs cañeros del tema, y luego, los acordes majestuosos de teclado de Kiskilla haciendo una introducción de “Gaia”, y un duelo de guitarras entre Chino Flores y José Rubio que me pareció magistral y emocionante. Cerraron el show con “La Salida Del Averno”, ya con todo el público completamente entregado. Para todos aquellos que desearon ver a José Andrea retirado, o al margen de la escena, malas noticias: no solo se mantiene en plena forma, si no que intuyo que, próximamente, seguirá dando muchas alegrías a sus incondicionales, y a todos aquellos profanos que dudaron de su talento como artista. Esta es la realidad y no otra. En cualquier caso, celebro que siga en activo, luchando y peleando con todas sus fuerzas por mantener su espacio y su lugar en el ámbito del heavy estatal. Es admirable como se ha recompuesto, como ha creído en sus posibilidades. Es de justicia destacar este detalle. Por tanto, una noche muy especial, donde pudimos recrearnos de todo ese ímpetu, y toda esa maestría, al servicio de ese arte tan denostado en nuestros días, y que muchos artistas, exigentes y poderosos, saben mantener hasta el final.
CHEMA GRANADOS