Cuando la piel del corazón se eriza…
“Lo Que Vendrá” es el primer trabajo de esta artista zamorana, licenciada en guitarra por el Conservatorio Superior de Música de Alicante, amante de la música en palabras mayúsculas, y que ha bebido de las fuentes de muchos estilos musicales como el jazz, el pop, el rock, o el soul. Acarrea una carrera brillante. Ha sido la corista de Mónica Naranjo en su gira de 2010, y fue participe del musical Jesucristo Superstar en Palau de la Música de Valencia. Además, es fan de Extremoduro, mujer inquieta y sensible, henchida de valor ante las adversidades, ya que sufrió la miopía musical de los coach del programa “La Voz” de Tele 5, cuando no supieron valorar su talento, sin que ello haya supuesto más que un simple escollo anecdótico en su camino, que ha superado gracias a este disco inmenso, gratificante y bello, que mueve los rescoldos del alma con unas canciones inspiradoras, evocadoras, y que transmiten, no solo belleza, sino una sensualidad tan bien entendida, que emociona sobremanera. Por tanto, para todos aquellos que hemos sido heridos por el dulzor de su creación, era una cita ineludible presenciar su presentación, en un marco tan incomparable como la Sala Galileo Galilei de Madrid, donde han actuado todos los grandes de la música de este país.
Pero es que, además, para completar la magnitud del evento, con un importancia de primer orden, su amiga y compañera Neus Ferri, abrió la noche con un puñado de canciones emocionantes que formaran parte de su próximo disco. Ya he dicho algunas veces que Neus Ferri es una cantante única e irrepetible, porque su registro cromático es exclusivo, tocado por una suerte de vibración metálica, de melódica ternura. Además, la pasión que pone cuando canta, transmite de forma inmediata. Una artista que te acompaña para siempre, sobre todo, a todos aquellos que estamos enfermos de música, y que no entendemos la vida sin su virus enfermándonos cada día. Impagable el tema “Rock & Roll” que a mí, particularmente, me motiva mucho. Se marchó, dejando una estela cristalina de emoción. Muy grande Neus Ferri.
Y entones, salió Gema Hernández al escenario, acompañada tan solo con su guitarra, y dos exiguos focos blancos alumbrándola. Con la valiente decisión propia de hablarle al público de tú a tú, desnudando el corazón con cada acorde, con cada estrofa. Mirando de frente. Llenando el escenario con esa voz impoluta, que a veces, se desliza en un torrente de graves aterciopelados, y de pronto, se convierten en un chorro de agudos sostenidos, intensos y emocionantes. Abrió con la canción “No Hay Otro Lugar”, y seguidamente, “Lo Que Hay Después De Ti” que nos introdujeron en su mundo creativo con la certeza de que la noche se convertiría irrepetible. Y lo fue, porque después, interpretó “Termonuclear” una canción que estremece, que te acaricia suavemente, y que apela a ir a más allá de los sentimientos con sus versos increíbles “…Una vez que conseguimos los poderes / juntos nos echamos a volar/ Una vez que atamos todas las estrellas/ juntos nos echamos a llorar…” Juzguen ustedes mismos. A pesar de la ausencia de Coque Malla, con quien Gema interpreta esta canción, no perdió su intensidad emocional en ningún momento. Prosiguió con “Deja Que Vuelva” una canción inspiradora y nostálgica, y luego, “Cometas”, el segundo corte del disco, una canción cargada de dulzura, que contiene versos sencillos y gráciles, que nos acercan a su mundo interior. Seguidamente, “Otro Fuego” el tema que abre el disco, ya con un teclista David Barberá, y un saxofonista Pablo Castaño, incorporados al combo. Una estela jazzística, y unos giros de voz en los agudos que abruman, amén de esas notas jugando en su garganta, contrayendo las cuerdas, haciendo ritmos con la voz. Increíble. Siguió otra de las alegrías sorprendentes: una versión muy personal de “La Realidad” de Extremoduro incluido en “La Ley Innata”, que tocada por su genio y su voz, suena tan especial y metafórica que, seguro, que al mismo Robe Iniesta emocionaría. Luego llegó “Luces” y una incursión en el jazz con una versión de “Cry Me A River” un clásico escrito por Arthur Hamilton que han versionado artistas de la talla de Ella Fitzgerald, Joe Cocker, Jeff Beck, Björk, Aeroesmith o recientemente, Justin Timberlake. Claro, que todos ellos, con ser estrellas rutilantes, no suenan como la voz de Gema Hernández. Siguió con “Enero” un tema que me estremece especialmente, porque escarba en lo profundo, en el desamor, en esas lagrimas furtivas que construye la ausencia de un amor querido. Un ángel, congelado por el hielo. Luego, “Cerca De Ti” y “No Te Vayas” una canción que contó con la colaboración de uno de los grandes vocalistas de este país: Leo Jiménez, y que ha formado parte de bandas tan increíbles como Saratoga, Stravaganzza o 037. Insólito como se empastan las voces, se modulan, se amalgaman en registros tan diferentes, y saben encontrar un nexo de confluencia, para dos voces tan disimiles. Porque Leo Jiménez, que ha trabajado muchos registros, es uno de los mejores vocalistas de heavy metal del país, aunque es un músico que siempre ha explorado todos los terrenos, y el primero que se atrevió a versionar “Hijo De La Luna” de Mecano sin ningún prejuicio. En este momento, se unió al grupo el batería Carlos Expósito, otro de esos grandes músicos que dejan huella, y que ha formado parte de banda como Stravaganzza, Pepe Herrero y del propio proyecto en solitario de Leo Jiménez. En el último tramo del concierto, bajo la presión del clamor irrefutable del público, “Parte De Mi
“Solo Tú” y una canción hipersensible “Nana”. Una nana preciosa donde se expresan tantos sentimientos, que a los que hemos sido padres, nos evocan tantas imágenes imperecederas, tantas sensaciones, tantos olores a nenuco, tantos sentimientos… Y entonces, se marchó. Despacito, casi de puntillas, aunque todos sabíamos que regresaría, ya que la sala se vino abajo en una descarga de aplausos frenéticos. Y regreso, claro. Esta vez para regalarnos dos bises intensos, “En Tus Orillas” y “Y Con Lluvia En El Cristal” ambos temas del último disco. Y después, se bebió nuestros aplausos, con el rostro encendido, y una sonrisa tan eterna como intensa, cosida por una emoción irreprimible. Una sonrisa, que la sobrepasó, y que la convirtió en un ángel translucido que brillaba con luz propia. Ese es el oficio del artista, vivir de las emociones, vivir de esos momentos imperecederos, cuando se despliegan los aplausos y el corazón palpita tan adentro que, a veces, hace hasta daño. Luego queda la carretera, el sabor de la ebriedad, las ilusiones, y los sentimientos plasmados en una cadena de versos, compases, notas y contratiempos. Gema Hernández sabe de todo eso más de que bussines. Sabe más de afectos y de abrazos, que de tecnicismos. Y lo que vendrá, lo mejor que vendrá, está por llegar, y será sin duda el éxito, y la sensación increíble del afecto. Gracias por entrar en nuestras vidas.
CHEMA GRANADOS