La gira XXX aniversario de Sôber recaló en Espacio Santander desplegando el esplendor de su potencia, la crudeza de su sonido, y un show muy particular, donde pusieron de manifiesto la energía y el talento, al que ya nos tiene acostumbrados la banda a lo largo del tiempo. Una vez más, y sin ningún género de dudas, el combo hizo partícipe a su público, de ese entusiasmo vital que transmiten, contagiándoles con el halo de la celebración, en una ceremonia regida por la fuerza y la vitalidad, como consecuencia de treinta años de trayectoria profesional. Todo un logro para los tiempos que vivimos, en los que la música como bien cultural está en clara desventaja, frente a los convencionalismos de rigor.




Todo comenzó en la ciudad de Madrid, en 1994. Desde entonces, para Sôber, el paso del tiempo no ha hecho más que engrandecer su esencia, lo que les ha convertido en una de las bandas más prolíficas e influyentes de la escena rockera nacional. Acudían a su cita, por tanto, con un equipaje lleno de recuerdos, vivencias y de éxitos, así como de ilusiones y de energía, vehemencia y vitalidad, que, como no podía ser de otra forma, no dudaron en compartir con su público.








Sobre el escenario, exhibieron un show intimista y renovado, ágil, intenso, contundente, y un sonido demoledor, apoyado por el valor magistral de sus músicos. Un concepto escénico basado en los recursos de vanguardia, asistidos por placas de led, y tempos bien estructurados. Arrancaron con una serie de temas prestigiosos como “La Prisión Del Placer”, “Morfologías”, Vacío”, “Sombras”, “Tic Tac”, Blancanieves” “La Araña” y “Arrepentido”. Para entonces, el clamor del público se había convertido en una unánime comunión enardecedora de metal, rock y pasión. A continuación, llegó el turno para el recuerdo y la invocación de las bandas matriz de Sôber: Savia y Skizoo” con la presencia en escena del cantante Morti, exvocalista de Skizoo, y el bajista Jesús Pulido, exmiembro de Savia, quienes se sumaron a la fiesta, para interpretar temas de ambas bandas, poniendo en valor aquellas canciones que moldearon el sonido de lo que más tarde se transformaría en Sôber, como “Solo Estás Tu” “Derrotado”, Insensible”, “Dame Aire”, “Inmortal” o el deslumbrante “Fragile” que supuso el momento cumbre del show. Tras este proceso de evocación pretérita, llegaron otros temas clave para entender la trayectoria de Sôber como “Eclipse”, “El Hombre De Hielo” o “El Día De la Liberación”, que dio paso a un sorprendente y espectacular dúo de baterías, protagonizado por Manu Reyes y Carlos Escobedo, quien reveló una faceta inédita para muchos hasta entonces. Con “Tiempo”, “Náufrago” y “Loco” echaban el telón a un show apasionado, prolífico y evocador, que intensificó el éxtasis colectivo vivido. Una experiencia maravillosa, para todos aquellos que seguimos la estela de una banda esencial, para entender la cultura rock de nuestro país. Un show donde desarrollaron un cáustico, y al tiempo, emocionado repaso, a toda su brillante carrera profesional. Fueron las palabras de Carlos Escobedo, las que documentaron con acierto lo vivido, al afirmar que el show representaba “…Todo lo que fuimos, todo lo que somos, y todo lo que seremos…” Una noche mágica, de la que, con toda seguridad, Sôber, ha dejado un recuerdo imborrable e implacable, que quedará patente en la memoria colectiva de esta insigne ciudad marinera.
TEXTO: ADRIÁN GRANADOS
REPORTAJE FOTOGRÁFICO: CHEMA GRANADOS