Orgasmo de medianoche
La música es una sucesión de notas, más o menos ordenadas, armonizadas por una serie de normas de métrica y cadencia, que marcan el ritmo, el compás, y que, finalmente, terminan formando una canción. Esta explicación, la puede entender cualquiera, aún sin conocimientos de musicales. Por eso, es tan sencillo que cancioncillas huecas, de esas que se emiten todos los días en las radios formulas nacionales, entren en tu mente para quedarse, incluso puedan llegar a gustarte. Yo lo llamo inducción por osmosis musical. Sin embargo, no todo acaba aquí. Porque esas normas para conformar la música, a veces, se troca genial. Me explico: se produce cuando se traspasa la frontera de la mediocridad, para entrar en otro ámbito, ese que solo los elegidos pueden encontrar. Aquellos que le ponen el alma y el corazón a lo que componen, y que además, son capaces de entrar de lleno en ti, disparándote directamente al núcleo de tu vida, para revolver tus emociones y tus sentimientos. Por eso son elegidos, porque contienen todos los elementos que les hacen grandes, aunque el logo de su grupo no brille en los carteles de led de los grandes recintos. Esa circunstancia, no les hace pequeños. Muy al contrario. IC & The Boom Booms pueden parecer un grupillo de soul, blues o rock & roll, con chica mona al frente. Nada mas lejos de la realidad. Quien no sepa entender el mensaje y el valor de su trabajo, sencillamente tiene el criterio musical muy disperso. Podría rebatírseme este argumento, diciendo que para gustos los colores. Es posible, pero hay colores que son implacables. Su directo, es una experiencia vital que te produce un revulsivo de sentimientos, tan efervescente, que te abraza cálidamente, que te empuja a un viaje emocional del que nunca quieres regresar. Porque IC & The Bonn Bomms son un conjunto de genialidades que, unidas entre sí, conforman un sustancioso bálsamo. Un orgasmo en toda regla, que acaba por hacerte más grande, más feliz. A esto, hay que sumarle la profesionalidad de unos músicos experimentados, que aman su trabajo. Al filo de la medianoche, la banda atacó su repertorio con firmeza, adecuando su fórmula musical, precisa e íntima, al estado anímico de un público expectante, que no sabe muy bien como encajar el golpe de matices y colores dispares, y que, finalmente, acaba por rendirse a la evidencia.
Y todo se debe a la sencillez con que saben ir enhebrando sus canciones, a ese juego donde el público se convierte de inmediato en cómplice de su placer sobre el escenario. Con todas las cartas boca arriba, sin artificios, buscando en la pureza y el embate de acordes, un vehículo comunicativo que les enlace con los receptores. Disfrutan, se queman a lo bonzo, vomitan expresivas soflamas, y se elevan como un geiser que no encuentra final. Irene Colmenarejo, al mando de la parte vocal, actúa a modo de chaman que distribuye los afectos, con un lenguaje gestual que te mira directamente a los ojos, unos recursos vocales intensos y plagados de matices, articulando su poderío vocal con inteligencia, con pasión incontenible. Salta, se lanza al vacío, se siente divinizaba por el torrente de compases, y se revuelve como un ánima encantada. Esta genialidad, se sustenta gracias al artificio imposible de José Bueno, un guitarrista pulcro pero creativo, Marco Niemietz, un contrabajista audaz, cuya mímica seduce y atrapa, y un batería elocuente, Ignacio Labrador, que marca un engranaje de ritmos preciso para que la maquinaria funcione perfectamente. Lo demás, es un discurso de blues, jazz, soul y rock & roll a partes iguales que sorprende, cautiva, y termina por engarzar con tu más íntima cadencia afectiva. Presentaban sobre las tablas de la mítica sala Gruta 77 su EP de presentación, ante un público que no los conocía previamente, pero que terminaron por convertirse en adeptos. Repasaron los temas su trabajo, con canciones tan emocionantes y esenciales como “She’s Drunk”, “Fish Woman”, “I Can’t” “Big Bad”, “There’s More”, “You Know” o “No Cat”, aderezado con tributos a estrellas tan rutilantes como Amy Winehouse o Wanda Jackson. Un delirio que terminó demasiado pronto, y que me dejó su huella indeleble para siempre. Esta es la grandeza de la música, que pone en tu camino artistas que transforman tu vida, que te aportan felicidad, y grandeza, que fulminan tu dolor, que embalsaban tu emotividad, para que permanezca incorrupta a lo largo del tiempo. Espero que la cordura se imponga, y puedan encontrar su espacio, porque son una banda de largo recorrido, que estará en los más grandes escenarios, si permanecen fieles a sí mismos, y al legado de su arte, siendo persistentes, sintiendo el orgullo de haber creado estas increíbles canciones. Lo mejor está por llegar, sin duda. Y tú, si eres inteligente, y tienes el corazón descontaminado, sabrás apreciarlo. Sino, espero que seas feliz con las cancioncillas artificiales que gobiernan tu mente, fiel a las radio fórmulas más pertinaces. Pero ya te advierto, habrás perdido la ocasión de ser feliz gracias a la música de IC & The Boom Booms.
CHEMA GRANADOS