Dirigía mis pasos, por primera vez, a la pequeña y acogedora sala Crazy Cats de Coslada. ¡Qué gran placer seguir encontrando estos entrañables pequeños grandes rincones, donde la comunión entre el público y los músicos se hace tan palpable, que llega a compartir uno sudores y suspiros, los gritos, los aplausos y, sobre todo, las sonrisas de saberse totalmente unidos por unas horas! Esta vez, esta modesta sala nos presentaba un menú con doble ración de heavy metal, aportando el revival del más puro estilo del clasicismo de pioneros como King Diamond o Alice Cooper, ese heavy metal que aún suena a hard rock sabbathiano, de la mano de los característicos Predicador; y el toque de la sangre contemporánea, donde se mezcla lo viejo y lo nuevo para crear el sonido particular de los alcalaínos Cotard.
La noche no sólo sirvió para reencontrarme con mis amigos alcalaínos, a los que tiempo ha ya que les debía una merecida crónica, sino también para presenciar la recuperación de un derecho que los malnacidos del Partido Popular habían prohibido durante tantos años de desgobierno. Y es que, en el Madrid del relaxing cup, un niño podía asistir a ver cómo cientos de discapacitados emocionales masacran a un animal hasta la extenuación, pero no podían asistir a ver cómo sus familiares, amigos o meras figuras admiradas o por descubrir, despliegan y comparten su derecho a la libertad de expresión a modo de su propuesta artística. Otra muestra de cómo las iniciativas progresistas de este nuevo ayuntamiento no son vertidas en la prensa oficial de esta comunidad autónoma. Pero claro, es mejor hablar de marionetas terroristas… Y tal como es corriente en todo concierto underground, comenzaba la ceremonia, con cierto Rajoy en el horario y con esta cálida sala rozando el lleno. La presencia tenebrosa y demoníaca de Jaime García, un carismático vocalista maquillado y caracterizado para la ocasión, calavera, Biblia Negra y corpsepaint que nos hacía presagiar la llegada del predicador. La oscuridad de la sala se hacía más densa al escuchar la melodía de la sublime obra maestra de los clásicos del terror, La Profecía y, tras la diabólica presentación de nuestro peculiar predicador, Los que traen la tormenta y Mi reencarnación nos presentaban su denso, contundente y pesado metal, como decíamos, de claros regustos clásicos de la primera ola del heavy metal, recuperando esa especie de sarcasmo blasfematorio ligado a los ritmos pegadizos y estribillos pegadizos. Añadido a la iommiesca guitarra de Miguel Martín, uno de esos guitarristas que tanto gustan de la cadencia nebulosa de las guitarras sabbathianas y que, para deleite de muchos, es uno de esos guitarristas que recuerdan que no hace falta colocarse la guitarra a la altura de las pelotas para parecer más guay. Su oscuridad y su gusto por las técnicas de vibratos y sustains , se amoldan al paquete rítmico de su tocayo, Edu Olmos, un baterista disciplinado y sólido, y la última incorporación de la banda, Miguel Ferrero, con quien esperan encontrar la estabilidad en la formación que les permita que poco a poco nos acostumbremos más a la presencia de este cuarteto por las salas madrileñas. La descarga continuaba con Dallas 1 P.M. y, tras un momento de perpetua oscuridad, surgía de entre el público, un ambulante zombie que respondía a las necrománticas oraciones del Predicador y subía junto a su señor al escenario, para dar paso a la homónima pieza, cargada de esa pegadiza melodía que nos hará recordar su estribillo por mucho tiempo. Tras el juego con su macbethiana calavera, llegaban Evil y La Muerte En Mí y, sin que entre corte y corte recibiésemos más satánicas máximas vitales, se despedían de nosotros con Como El Amanecer e Inmortal.
Llegaba el turno de los cabezas de cartel, los jóvenes, pero bien madurados, Cotard. Presentaban a los cosladeños y demás asistentes y seguidores, prácticamente la integridad de su último disco, Nunca Más, así como temas de su anterior EP, El Hombre-Bestia Y Otros Relatos. Su descarga comenzaba con varios problemas de sonido, forzando a ajustar la guitarra de Carlos Sánchez, ese inquieto y metódico guitarrista que, en su característico estilo mezcla del gusto por lo bluesero y el new metal, tanto reclama y necesita de una buena configuración sonora y tener todos sus aparatos bien alimentados. Solventados dichos problemas, nos introducían en su heavy metal de toques clásicos a la vez que contemporáneos con un pasaje instrumental que nos conducía a Sobre La Tormenta. La contundente y polivalente voz de Celia Noguera, sin demérito alguno de su anterior vocalista, amoldaba a la perfección los antiguos temas, aportando su toque personal en Trance Chamán. Las alocadas cuerdas de Javier López y la multitud de cambios de repentinos ritmos de la percusión de Pedro Maza nos anunciaban dos nuevos cortes del álbum, Estigma y la primera versión de la noche, su peculiar adaptación del Bang Bang (My Baby Shot Me Down). No sin librarse de los problemas del micrófono de Celia, que obligó a Javi tener que “conformarse” con mostrarnos sus slaps y su inquieta presencia, proseguía la descarga con otro de los fuertes lemas de sus primeros trabajos, Los Renglones Torcidos De Dios, para dar paso a Polvo y Arena, esa pieza de corte egipcio que nos permitió, además, disfrutar de los paseos de Celia entre el público. Con Nunca Más llegaban los delirios técnicos de la guitarra de Carlos, que no sólo nos deleitaba con su e-bow, sino que no paraba de moverse y demostrar que se lo pasa de miedo haciendo cantar a las seis cuerdas. Con Reina De Espinas y Lo Que Nunca Fui nos íbamos acercando al final, no sin antes presenciar la segunda versión de la noche, esta vez era el turno del Toxicity de los SOAD, que permitió a Paco deleitarse de lo lindo y demostrar que no le faltan recursos. Desgraciadamente, se despedían de nosotros, pero no puede uno apenarse cuando se despiden con la fuerza de Adicto Infame, que provocó que Celia acabase por los suelos y Javi bajándose del escenario para poner las últimas notas de una noche llena de familiaridad y diversión. Dos bandas que demostraron entrega, pasión y las suficientes tablas como para salir airosos de los problemas técnicos y permitirnos otra velada de buen metal. Recomendable y obligatorio para todas las edades.
DANI ALAMO