El pasado viernes 23, The Purgatory y la promotora Chroma Nation daban el pistoletazo de salida a su propuesta extrema, con el primero de los cuatro eventos que van a celebrarse entre la capital y la ciudad condal. Cuatro sesiones de puro metal extremo nacional, en la que esta primera sesión tuvo al death metal como estandarte. La noche prometía de lo lindo, dos de nuestras más alabadas bandas, capitaneados por Wormed, una de las formaciones con mayor proyección internacional del momento y Cuernos de Chivo, que está logrando ganarse un notable lugar en el podio de las bandas más rompedoras de la escena nacional. Pero la noche se calentaba con la sarcástica y surrealista puesta en escena de los madrileños Fostioner, unos deslenguados cañeros que han ido virando desde el más clásico thrash, hasta este híbrido de crecientes tendencias de death melódico. Habrá quien critique su “falta de seriedad”, pero lo que es indudable es que sus toques de humor e ironía, no dejan a nadie indiferente. Venían presentando su recién estrenado Chandal Defenders, el cual reprodujeron casi en su totalidad. Cortes llenos de caña burra en los parches de Unholy Arce, melodía y cromatismos en las cuerdas de Coke Devasteition y Jorge Satanic Sufu, junto con una descarnada y sardónica crítica política, excelentemente llevada por el inconfundible Juancho Gangrena (camisa hawaiana incluída), como muestran sus piezas “Margaret Thrasher”, “Pornocalipsis” o “Terrorismo Fecal”. Sus descargas casi siempre venían precedidas de lanzamientos de audios surrealistas, como bien pudo ejemplificar el legendario discurso en… ¿inglés? de nuestro ilustre Patascortas, con el que abrían el evento y presentaban el primer corte del disco, “Nerdcromancer”. Superaron con creces la falta de público, los pequeños ajustes de luces y sonidos, demostrando que tienen una fiel legión de “defensores del chándal”, pese a que el intento por generar un wall of death se quedase en un tímido juego entre cuatro o cinco de sus acérrimos seguidores, entre ellos, Borja Piler, ex vocalista de la ya extinta formación de “costhrash metal”, El Mono Kataka. También nos recordaron temas de su anterior homónimo trabajo, como “This is the Way” y el hipercoreado “Spaceship Bukake”. Tras esta frenética metralla, llegaba el momento más esperpéntico de la velada. Regresaban a los escenarios engalanados en túnicas negras y máscaras, mientras la melodía de “Eyes Wide Shut” precedía la presentación de la sorpresa de la noche. Pupano, ese inolvidable personaje que hizo que el frikismo llegase a las tardes televisivas de “El Diario de Patricia”, saltaba a escena para interpretar su legendario “Gangrena”, con tropezón y monólogo escatológico incluidos. Decenas de móviles captaban el irrepetible momento que, como no podía ser de otro modo, puebla ya las redes sociales. Se despedían de nosotros, no sin interpretar su ya obligado “Profiteroles en los Cojones”, donde cada uno de los integrantes toma el instrumento de otro, demostrando que lo que habíamos estado viendo, era la confusa y errónea dedicación al instrumento que no dominaban. En resumen, una descarga llena de humor y sarcasmo, que dejó bien calentita una sala Lemon que comenzaba a presentar a las 150 personas que acabaron presenciando este evento.
Era el turno de los toledanos Cuernos de Chivo, apoyados en todo instante por los integrantes del Julianes Crew, que no pararon de animar las primeras filas con un buen número de pogos, a ritmo de los incesantes movimientos de un inquieto e hiperactivo Mero Mero, que no paró de increpar las innumerables cagadas de nuestro gobierno o la actitud represiva de nuestro estado en sí mismo. Interpretaron con maestría y mucha profesionalidad las piezas de sus dos últimos trabajos, el reciente La Pandemia y el redondo de 2011, Exterminando a Dios. Las crudas y sólidas guitarras de Rafa, hieráticamente concentrado en su tarea rítmica; y el juego de cromatismos de Nestor, hicieron las delicias de aquellos que demandaban un toque hardcore en esta noche death metalera, como bien pudieron atestiguar cortes como “Rayas” o “La Caída”. Y si ya hemos destacado el compromiso de crítica política de esta banda, que sabe un rato de qué es convivir rodeado de fascistas, como tanto nos ocurre a toledanos y alcalaínos; no debemos olvidar, también, el compromiso animalista, contra el pueril negocio de la venta de “mascotas” y el indudable maltrato animal que sigue siendo una lamentable norma en nuestra cultura. Así, piezas como “El Precio De Mi Raza” y “Malditos Ahorcados” pueden quedar como fiel testigo de dicho compromiso. Se sucedían sin descanso cortes llenos de contundencia y melodías sincopadas, con ese toque de rapeo vocal que les caracteriza en su esencia hardcoreta; y tras temas como “Satán” y su homenaje al mentado crew con “Atake Julianes”, se despedían de nosotros con un clásico de su repertorio, tema de su primer trabajo, “Ultraviolencia”. Sin embargo, los toledanos generaron una cierta atmósfera de tensión al recalcar repetidas veces su mayor compromiso y seriedad performativa, insistiendo en que ellos “no subían frikies al escenario”. Igualmente cabe destacar que pidieron disculpas por ello, lo cual les honra, pues ya sabemos que errare humanum est, pero, justificados en el fragor del momento plagado de adrenalina o no, no nos gusta percibir estos detalles de competición o comparaciones en ambientes tan familiares y amistosos como éstos.
Y tras un necesario descanso para sacudirnos de encima tantos decibelios, empujones y algún que otro pisotón, subían a las tablas los madrileños Wormed. Siempre es un auténtico placer y un privilegio poder disfrutar de una descarga de estos maestros del más burro death técnico. Una de las bandas, sin duda, de mayor proyección y presencia internacional, que demuestra que nuestro país tiene formaciones de calidad y con marcada e identificativa autenticidad, pues este grupo de enamorados de la ciencia ficción deja claro que en el mundo del death, no todo son desmembramientos, tripas por las paredes, zombies sodomitas y gastronomía coprofágica. Vinieron presentando piezas de sus dos últimos trabajos, el Krighsu de este 2016 y el Extrodomos de 2013. Aquellos que nos deleitamos con las estructuras complejas, los cambios de tempos demenciales y las exquisiteces técnicas, tuvimos en estos brutales Wormed, la inmejorable guinda con la que culminar esta noche de caña brutal. Como el mismo Arce de Fostioner decía antes de comenzar el evento, G-Calero, baterista de estos agusanados, “no tiene muñecas, tiene bisagras”, como bien pudo comprobarse desde los primeros ritmos de demenciales cortes como “Pseudo-Horizon”, “Multivectorial Reionization” y “Neomorph Mindkind”. Los locos juegos de cuerdas de la guitarra de Migueloud y el bajo de Guillemoth -al cual le debemos un elogio extra, pues subió a las tablas aquejado de fiebre-, casaban a la perfección con la imponente presencia de Phlegeton, uno de esos vocalistas llenos de toneladas de energía descargada con sus guturales exabruptos y sus constantes molinillos. Cortes como “Stellar Depopulation” y “Tautochrone” dieron paso a la excepción de su repertorio, con un “Geodesic Dome” extraído de su trabajo de 2003, Planispherium. Y tras una paliza sonora que animó incluso a una embriagada asistente a lanzarse a los brazos del público desde el escenario, y exceptuando a uno de estos discapacitados que reproducen como borregos los modelos de comportamiento estadounidenses, el cual podría haber utilizado su puño para mayores degustaciones bdsm anales, se despedían de nosotros con otros demenciales y destructivos “Zeroth-Energy Gravitation” y “Techkinox Wormhole”, dejando a los asistentes con la sensación de haber salido de un interminable asedio de batalla.
En resumen, una inmejorable noche de pura metralla extrema y una sala casi repleta, que debiera hacer reflexionar a aquellos promotores y empresarios que desisten en apostar en Madrid por alimentar el mantenimiento de salas en aquellas zonas donde se mueve la movida. Más allá del excelente trato del personal de esta sala Lemon Music Live -pese al común alto precio de las bebidas en salas como ésta-, echamos en falta no tener un mayor abanico de espacios bien adaptados que no nos fuerce a movernos a barrios repletos de pijos que contemplaban con un repugnante estertor la estampida de metaleros que poblaban su hábitat.
TEXTO Y FOTOGRAFÍAS: DANI ÁLAMO