SENSUALIDAD SALVAJE
Susan Santos nunca decepciona. Sus directos se mantienen tan apasionantes, que da lo mismo haberla visto meses antes. Siempre es una gozada dejarse llevar por esa suerte de rock, blues, y a veces country, que contienen sus canciones. Una visión avanzada y modernista del blues tan original como arriesgada, que hace irresistible su música para los amantes del estilo, y que los convierte de súbito en adeptos. Para muchos es difícil comprender este estilo y esa forma de entender el blues. A las pruebas me remito. En medio del concierto un compañero periodista me comentaba: “Es muy buena instrumentista, pero a mí no me transmite nada…” a lo que yo contesté: “Eso es que te has dejado el alma en casa…” El compañero me miró con cara de estupefacción y no supo que contestarme. Pues eso, que el alma, el mundo de los sentimientos, es indispensable para entender objetivamente su discurso musical. La sensualidad salvaje, que a veces te acaricia, y a veces, te zarandea el alma para hacerte vibrar. No se precisa nada más. Porque el convencimiento, y la transmisión, llegan por el lado de lo espiritual no de la razón.
En cualquier caso, y anécdotas al margen, lo que si queda meridianamente claro es que la carrera de Susan Santos sigue ascendiendo enteros con el paso del tiempo. Cada disco es un peldaño más en la escalera que lleva a la consideración del público. A la consolidación como artista. Después del paso del verano, y tras su actuación previa en el mes de Mayo en la Sala El Sol, se presentaba de nuevo en Madrid ante un ferviente público deseoso de disfrutar de sus canciones. Arrancó con “Ice On Fire” de su disco “Electric Love”. Los primeros acordes ya arrancaron el aplauso del público congregado, un público heterogéneo que vibraba. Siguió con “Stop Drivin’ Me Crazy” de su último trabajo publicado “Skin And Bones”, y luego, como en una ráfaga incombustible “Goin’ Down South”, “Sunset’s Glaze”, “Love Me Kill Me” de su disco “Take Me Home”. Desarrollo impresionante, y una banda que funciona al compás del reloj, milimétrica. Verla emanar de sí misma tanta musicalidad abruma, y verla desarrollar escalas, emociona. Hay que abrir la mente, el corazón, dejarse llevar y sentir el delirio de esa sensualidad imponente. Y luego, volar, sintiendo el palpitar sinuoso de las notas engarzándose una tras otra. El delirio. Continuó con “Everything”, “Denguew And Blues”, “Straight To The Bone” un tema en el que subió a colaborar el conocido actor y cantante Alex O’Dogherty alma mater de La Bizarreria. Para el tramo final quedaron temas candentes como “Dusty Road”, “Red Lips”, “Right On The Time”, el imponente “Electric Love”, “Skin & Bones”, e “In Trouble”. A los bises, “Sleepwalk In Love Tatto” tema que interpretaron entre el público, fuera del espacio escénico.
Una noche más de emoción. Una noche más para comprender que la música arrastra los sentimientos de una manera indiscutible. Esa capacidad de encontrar el nexo de unión entre público y artista, y que al final, confluyen en un mismo espacio. Nadie como Susan Santos sabe encontrar el lugar donde encontrarse con su público. Nadie como ella ha sabido modelar el blues para dar forma a una figura propia. Transforma a través de la contemporaneidad, aquel sonido doliente que surgió hace muchísimos años en las comunidades afroamericanas del sur de los Estados Unidos. En este caso, la clásica progresión de doce compases, gracias al talento de Susan Santos, se transforma en una compresión de efectos brillantes, dándole un giro propio y tan personal que emociona. Emociona mil veces. Blues significa melancolía o tristeza, pero ella, como una diosa irreverente impregna con su don todo lo que toca, y entonces, hay otra alternativa. Lagrimas por sonrisas. Sonrisas por lágrimas. Emocionante ambivalencia. Susan Santos se despide de España hasta después del invierno, momento en el que entrará en el estudio de grabación para plasmar un nuevo disco. La gira recalará en Londres UK, Luxemburgo, Paises Bajos, y entre medías Plasencia el 21 de Octubre.
CHEMA GRANADOS