LA PASIÓN SE LLAMA NOCTURNAL
La gira “Nocturnal” de Amaral concluía de mejor manera posible: ante más de 17.000 almas entregadas al delirio de unas canciones que han marcado el panorama musical de este país, y que son el referente indiscutible del rock y el pop. Amaral acumulan éxitos, premios y menciones de todo tipo, y son considerados como una de esas formaciones esenciales. Pero más allá de esto, lo que su música transmite es pasión, energía y una mezcolanza intangible de sentimientos y emociones, pero que llega directo al alma. Una suerte de enervamiento emocional que acaba por enganchar. Hay canciones revestidas de terciopelo, y otras, de crudeza sentimental, pero todo el conjunto de su obra creativa son pequeñas lágrimas que forman un océano inmarcesible de sentimientos a flor de piel. Muchas generaciones hemos aprendido a vivir con estas canciones eternas, que subyugan por su sencillez, y ese arquetipo de rock fundamentado en la poesía sin dejar la rebeldía de lado. Emoción intensa por tanto, afectos encendidos, y la confortabilidad que produce escuchar los temas tantas veces repetidos en nuestra memoria más íntima. Desde sus comienzos han ido creciendo de manera imparable, sobre todo porque han sabido sabiamente definir su espacio sabiamente hasta hacer de ello un territorio personal y único, que les ha fortalecido por el paso del tiempo. Atrás quedan los arduos tiempos de tratar de convencer a todo el mundo de la viabilidad de su proyecto. El convencimiento llegó de forma natural, ya que todo lo bello se reconoce al instante. Su fórmula, su manera de entender la música y el rock, son tan especiales que no existe parangón en el panorama musical de este país.
“Nocturnal” terminaba de la mejor manera, con un montaje espectacular, bucólico, con una luna custodiando el espacio escénico y un muro de estrellas palpitantes arropando al combo formado por bajo, órgano, batería y la guitarra de Juan Aguirre, apoyada en algunos tramos por Eva Amaral. El comienzo fue apoteósico con el tema “Una Veces Se Gana Y Otras Se Pierde” horadando el ambiente con su estela de brillantez, seguido de “Revolución” mucho más cañero que en el disco, y que obró a modo de revulsivo en el público encendido por la emoción. Luego “Kamikaze” y “Salir Corriendo” terminaron por hacer germinar la semilla de la ingravidez pasional que parecía flotar en el espacio. Un show enfático, a la altura de los más grandes espectáculos en vivo, y una Eva Amaral delirante, contoneándose grácilmente, derrochando pasión, alcanzando con su belleza armónica momentos increíbles en los temas insignia del combo como “Días De Verano”, “Universo Sobre Mí”, “Moriría Por Vos” o “Como Hablar”. “Nocturnal” es en mi opinión el mejor trabajo de este dúo que nunca perdió la modestia por el camino a pesar de los éxitos, los galardones y los parabienes de la industria, sabiendo muy bien de donde vienen, sobre todo cuando hicieron referencia a los tiempos en que actuaban en el modesto local La Boca Del Lobo de Madrid en 1997 hoy convertido en enseña cultura de la capital el reino, y lo que más, a donde van. La Luna se retiraba tras la negritud de la noche con “Sin Ti No Soy Nada” y caía el telón de “Nocturnal” con un público completamente entregado. En todas las culturas la Luna es un símbolo de eternidad y de misterio. En este caso, parece ser que será un estímulo para seguir componiendo canciones desde el alma, para adecentar las vidas de los que necesitamos la música como combustible existencial.
TEXTO Y REPORTAJE GRÁFICO: CHEMA GRANADOS