Aunque los orígenes de la Naranja Blossom se remontan al año 2010, la banda formada por Adrián García y Juan Carlos Moya ha ido componiendo canciones y grabando maquetas, y es este presente año 2014 cuando han decidido grabar y publicar su primer disco, titulado genéricamente “Pequeños Lujos De Domingo”, un título que evoca los desayunos copiosos en la cama, el ejercicio metódico de la vagancia, el reposo de los sentidos, la cura pertinaz de la resaca nocturna, y esos domingos de inanidad, pero tan gratos y placenteros. Un disco producido por Eugenio Muñoz, uno de esos gurús de la producción, que ha conseguido modelar un disco de rock & roll sin fisuras cargado de intencionalidad. Por su estudio han pasado majors de la música rock de este país como Rosendo, Celtas Cortos, Los Enemigos, Habeas Corpus o Rodrigo Mercado entre otros. Para ser un primer disco, encuentro mucha coherencia en la composición de unas canciones que ofrecen una visión muy parcial del rock, un rock elegante, sinuoso y brillante, con guitarras fulgurantes, muy en la onda del rock & roll más convencional, pero con un aporte nutritivo sustantivo. Puede que a alguien le pueda sonar a registros cercanos a Leiva o Rubén Pozo, por ejemplo, pero en compensación, si nos dejamos llevar por su esencia, por el meollo implacable, vamos a encontrar unas canciones que rápidamente se hacen propias, y que nos ofrecen mucha luminosidad y transparencia. Quizá les falten cierta agresividad rockera, pero en contrapartida, el contexto global del disco sea de notable alto, y lo que es más, hay una ventana abierta a una diáspora hacia terrenos mucho más efectivos.
El residuo de estilos es nutrido, desde el rock & roll más básico de “Un Limpio Sueños”, donde horadan los sonidos más profundos, los medios tiempos más melódicos como “Traición” o “Tinta China” una deliciosa sucesión de acordes cristalinos, pasando por canciones con algún matiz de folclor como “Santa Campaña”, y hasta un blues ardiente, etílico y meloso con el que cierran el plástico “Te Arrepentirás”. En definitiva, se trata de un disco que hay que digerir muy lentamente, porque cada canción requiere de una cata especial y detallada. En cualquier caso, este es un disco que aporta mucha efervescencia en la escena, y que sin duda, va a gustar mucho a aquellos que se adeptos de los sonidos del rock más clásico, del blues, y hasta del rock más psicodélico. Auguro por tanto un futuro brillante si siguen investigando en estos espacios, donde el rock & roll no encuentra abismos ni recovecos. Lo suyo es aptitud y canciones que cuentan historias con contenido, y lo demás, etiquetas ambiguas.
CHEMA GRANADOS