Eran las 23:00, y nos situábamos en la puerta de la sala Jimmy Jazz para presenciar algo grande. Debido a acontecimientos deportivos, empezó a las 23:28 minutos exactamente. Malaputa tenía ganas de dar caña desde el minuto cero, presentando su nuevo LP “Subió El Telón”. El tema elegido para abrir tal evento fue “Sin Herrar”, que debido a problemas técnicos, apenas pudo apreciarse la voz de El Piñas, pero su bajo era atronador. En “Noche Clara”, todo estaba en orden, mas las cuerdas vocales de Eduardo ya sonaban perfectamente al micrófono. A medida que pasaban las canciones, la sala se iba llenando. Apenas quedaba espacio para lobos sueltos que iban entrando. Os puedo prometer que la potencia y energía que gastan este trio de rapaces en un escenario, es muchísima. No dejaban de sorprenderme; su música define perfectamente lo que es el rock urbano y el rock and roll de siempre, los llevan de la mano, y saben perfectamente encajarlo con el show que dan. Muy cercanos y amigables, llegando incluso, en algunas melodías a omitir el escenario y bajarse a pleno contacto con los seguidores, dejándolos sentir más a fondo la música.
Oscar me pareció un guitarrista de los de toda la vida, de esos que sienten la música en las venas, y pasa a un estado de euforia musical, que no te puedes creer que de verdad existan aun guitarristas que sientan a ese nivel lo que tocan, un virtuosismo en el movimiento, ya no solo de manos si no de brazos, que hacía casi imposible observar todos sus movimientos al detalle. El sonido de la sala y del equipo era bastante apta, el sabía como ponernos la carne de gallina con las cuerdas, por ejemplo en, “Echa Sarmientos”, o el tema single, con videoclip incluido, “Café Y Mulas”, dejan claro lo que digo de su virtuosismo. “Esclavo De Su Cuento”, tiene un empiece muy del estilo de la mítica “Johnny B. Goode”, del gran Berry, donde vimos mas desenvuelto y cómodo a El Piñas, que por cierto, le observamos con su inseparable bajo, donde lucia la insignia de su otro grupo, Marea.
Daba gusto verle tocar sus cuerdas gordas con tanta agilidad; tuvo guiños para los que estuvimos allí, y para los que no, pues en especial, me gusto una dedicatoria a su padre cuando por segunda vez recitaba el single “Café Y Mulas”. Además, se marcaron un tema de los Barricada (“De mis parpados se cuelga”), y otro de Los Suaves (Pardaos), que daba gusto oír, tan buenos acordes y palabras de agradecimiento a semejantes bandas del rock nacional. Si creíais que se me olvidaba el fenómeno de la noche, el cual se llama Euken, pues para nada, si lo hiciera, os omitiría la maestría en baquetas personificada. ¿Qué pasaría si
mezcláramos dos especies de lobos como son el Gris y el Indio? Seria fiereza pura, algo que con solo mirarlo, provoca tanta admiración como respeto, pues eso, es el baterista Euken, fiereza en estado vivo. Hacía tiempo que no veía, ya no a alguien tan entregado, si no tan fiera, con tanta zarpa, que piensas que rompe los platillos con sus garras. Todo el concierto, absolutamente todo, no pidió ni un descanso, cual martillo de Thor en plena tormenta, tronaba las pegadas de este lobo en la sala, tanta pasión y entrega, que me hacia hasta morderme el labio de gusto, “Su Nombre Es Ruido”, “Golpes De Viento”, toda melodía era apasionante en sus manos… Y la sala eufórica, ellos repitiendo las canciones que el público les pedía, todo el público en pie, afinando las gargantas y dándolo todo. Si no estuviste allí esa noche, creo que lo que has leído, se hace corto. Volver pronto, con pasos firmes, y sin dar zancadas para atrás, ¡GRACIAS POR UNA ESTUPENDA NOCHE DE ROCK AND ROLL!
CAPERUCITA ROCK