Mamá Ladilla muestra con creces ser una de las más importantes e influyentes bandas que pueblan la escena rockera nacional. Regresaban por segunda vez consecutiva a la sala Ego, trayendo como garante bajo sus brazos otro llenazo en el que las entradas se agotaron de antemano, provocando una estampida de rezagados que convertía la puerta de la sala en el estrambótico símil de una oficina de empleo; es decir, una interminable cola para conseguir las últimas oportunidades de disfrutar del evento y unos alrededores tan repletos de gente, que uno se preguntaba si verdaderamente nos encontrábamos frente a la antesala de un concierto o ante una fiesta de Nochevieja o algo por el estilo. Los Ladilla son de esas pocas bandas que no sólo consiguen reunir a gran parte de la escena contracultural alcalaína, puesto que pudieron reconocerse los rostros de algunos músicos de la zona, así como todo tipo de tribus urbanas con dos señas de identidad bien claras: denominación de origen complutense y una irrefrenable pasión por esta bizarra banda; sino que, además, es de las escasas bandas que provocan la estampida de grandes decenas de individuos provenientes de otras zonas de la comunidad, demostrando, primero, que pese al paso de los años y los cambios en la formación, los Ladilla cuentan con una vida y reputación mucho más que respetables y segundo, y bien importante para el que escribe, que el dicho popular de que en Alcalá de Henares, no hay más que putas y militares, queda a eones luz de lo que esta ciudad y esta pedazo de sala están demostrando ser en los últimos tiempos. Pero vayamos a lo que nos ocupa… Tras una tensa y enérgica expectación, Juan Abarca legendario líder de esta banda y Sergio González, que repetía al timón de las cuatro cuerdas, presentaban a las baquetas a Abel del Fresno, un nuevo talento que aportó toda su técnica, su entrega y su buen rollo para demostrar que, más allá de grandes músicos, Mamá Ladilla siempre es sinónimo de buena gente. Como no podía ser de otra manera, la presentación ya estuvo marcada por el humor, ya que, tras la cariñosa bienvenida, se sucedieron las diversas coñas sobre la fiebre de todos los integrantes, que en algún caso ¡llegaba a los 57 grados centígrados! Su descarga comenzaba con tres temas seguidos y llenos de energía. Tras su intro Daba Daba -que para los no doctos, se trata de la versión de la BSO del filme Sor Citroën– le siguieron Esos sí que son Punkies y Letras guarras. Momentos después de un breve parón para dejarnos respirar y reposar las piernas tras varios minutos de saltos y brincos varios, llegaba Permanentemente pendiente, uno de sus temas más contundentes y que, sin duda, genera las delicias de los más aguerridos a los decibelios. Con una original intro a lo spaguetti western vino su laureado Janfri Guëin, que siempre arranca los coreos del público, para dar un frenético paso a La Polla de mi Jefe y Cosas que Joden, que comenzaban a caldear un ambiente cada vez más entregado en el que se canturreaba con una más que encomiable devoción fanática la compleja lírica de Risión Cumplida.
Con la bajada de intensidad del presente galimatías gramatical, continuaba la descarga relajada con Defectuoso y Todo me Sale Bien, que hacían presagiar un apoteósico subidón de energías cuando comenzaron a sonar los acordes de Flípalo, un tema lleno de cortes en el que los punkarras estribillos plagados de humor negro generan una oleada de brincos y carcajadas entre el respetable. Yonkis Go Home aportaba la oportunidad para rebajar decibelios y ofrecer las variaciones de cromatismos en las cuerdas de Juan, al igual que con la siguiente Atente a tu Tonta Tarea, que además de ofrecernos una lección de cómo realizar grandes aliteraciones gramaticales, Abel demostraba estar más que a la altura del registro original de Ferro. Loli Lee, Todo a Sien, Abslutamente Nada y Difamando en el Mercado traían más minutos de bailonga relajación, hasta el repunte de agresivo humor a manos de Primavera, donde las tetas y culos, culos y tetas, junto con sus punkarras acordes, provocan siempre una desenfrenada apoteosis entre el público. Tras esta larguísima sucesión de temas, llegaba el segundo tema de su reciente EP Bilis, pues junto a Todo a Sien, era esta la ocasión de degustar las sarcásticas letras de Arrea. Pero, sin duda para muchos, la sorpresa de la noche llegaba con la interpretación íntegra de su sublime Mi Nave Mix, una de esas piezas que, sin duda, pasarán a los “anales” de la historia del punk-rock español, como mostraba el enloquecido derroche de energía desplegado bajo las tablas. Y cuando ya parecía que los madrileños hubiesen desplegado todo su gran arsenal tras veinte canciones, se sucedieron una decena de legendarios himnos como pueden ser Pobre Principito, el brutal tema heavy-punk Ya Tardas, la surrealista Sucedió en Beckelar, donde el sempiterno vamos a practicar el Medievo con tu ano acaba por convertirse en una frase más fuertemente grabada en nuestras memorias y corazones que un puto Padrenuestro. Sin apenas tiempo para el debido respiro, llegaba otro de los temas que hacen vibrar las estructuras de toda sala, puesto que Aparta Papá es uno de esos temazos en los que uno puede sucumbir aplastado si no se suma a la masa de pogos. Le siguieron lemas como el chándal de Surfin Papa, el también imposible Cunnilingus Postmortem -que igualmente significaba la oportunidad de comprobar cómo decenas de asistentes traían los deberes más que bordados-, los imperecederos Hijoputa, Chanquete ha Muerto -con pirada de pinza incluida al escucharse las melodías llenas de salsa y el contraste con el Requiem de Mozart- y, sin duda alguna, como colofón para la última descarga de adrenalina, el hilarante y descontrolado Ataca. Finalmente, como decía no de los más esperpénticos y peculiares profesores de Filosofía con los que me he topado -ahora que la demencia viene tan al caso-, los buenos argumentos, como las buenas obras de arte, concluyen cerrando un círculo; así pues, la trigésima descarga sonora nos retrotraía al comienzo de la noche, donde la melodía del Daba Daba, esta vez en calidad de outro, ponía la guinda a una noche inolvidable, donde las casi dos horas de música, con 30 piezas llenas de humor, calidad técnica y mejores energías, auguraban la creación de un inmejorable ambiente con el que celebrar otra legendaria noche en la Sala Ego. Esperemos que en pocos meses -como las buenas lenguas auguran- contemos con nuevo material de estos desternillantes y grandes músicos y que, igualmente, no haga falta esperar otro año entero para disfrutar de nuevo de su inmejorable descarga. Eso sí, desde aquí ya avisamos a los que se quedan sin entrada, que la próxima vez no se lo piensen dos veces y reserven con antelación una entrada que vale su peso en oro.
TEXTO: DANI ÁLAMO.
FOTOGRAFÍA: ZAZUEL Y DANI ÁLAMO.