Comenzamos la temporada de conciertos con una nueva y sorprendente propuesta de los chicos de Cowabunga, Pierre Patán y Jalex Frutos, en camaradería con la incombustible sala Ego Live, presentándonos un formato no demasiado destilado, pero, sin duda, exitoso y febril donde los haya. En un arroje de sinestesias performativas, el humor del sublime Ignatius Farray se fundió con los desternillantes acordes del trash & roll, como ellos mismos anuncian, de los valencianos Aullido Atómico, cuyos integrantes Don Rogelio y Quique Medianoche, ya se dejaron ver este verano por la ciudad teloneando, con otro de sus proyectos, Tumba Swing, nada menos que a los hilarantes estadounidenses Goddamm Gallows. La noche prometía, pues hacía meses que no volvíamos a ver un lleno en la sala alcalaína, esta vez engalanada para la ocasión con unas mesas en primera fila con la que disfrutar debidamente del monólogo del ilustre humorista canario. Así pues, sin mayores retrasos que los que nuestras perturbadas mentes ya presentaban, comenzaba la sesión con un par de cortes de los rockanrolleros valencianos, a modo de canapé sonoro, donde ya anunciaban el merecido repaso a su repertorio discográfico, con cortes de su reciente Todo y Ahora (2016), su EP (2015) y el primer trabajo Asalto al Corral (2014). Tras los “100% Pagano” y “Mata o Muere”, subía al escenario el incomparable talento surrealista de Ignatius Farray. Sus rebuznantes gritos sordos auguraban una larga y enérgica sesión de incesantes carcajadas, mientras daba un debido repaso a sus herramientas cómicas transgresoras, entre los que pulularon coñas étnicas, una mención a sus varices (con la que, un poco más y nos enseña sus pelotas) o su afición por los trastornos mentales. Una actuación que estuvo, en todo momento, marcada por la interacción por un público implicado en la autohumillación y la desvergüenza y que, como no podía ser de otro modo, terminó con un voluntario espontáneo recibiendo el debido mordisco en los pezones del enorme humorista. Y sin apenas dar tiempo a que los trabajadores de la sala retirasen las mesas y adecuasen de nuevo la sala para disfrutar en primera fila de las descargas de los valencianos, volvían los aullidos de este power trío para descargar cortes rápidos, llenos de esencia rockabilly, marcados por la expresividad y los juegos vocales de Don Rogelio, la bailonga cadencia rítmica de las baquetas de Quique Medianoche y la eterna sonrisa con la que capitaneaba los ritmos sonoros y los aullidos corales del bajo de Jussi Folch. “Oda a los Villanos”, “Redención” o “Asuntos del Pantano”, cayeron como un relámpago mientras la sala volvía a llenarse de aquellos que necesitaron tomar un ahumado respiro tras el monólogo. Siguieron presentando sus nuevos cortes, como uno de sus mejores temas, “Aún Preguntas Por Qué”, “Los Perros de Moscú” o su “Guateque Lisérgico”, bien introducidos siempre por las historias que nos dedicaba el propio Don Rogelio. Otros cortes de sus anteriores trabajos, como “Spicy Pollito”, “Sexo” o el ideal corte para finalizar, “Garric”, repleto de esencia bluesera, dejaban claro que, pese a la digna calidad de sus trabajos de estudio, estos valencianos son, sin lugar a dudas, una banda de directo, que ganan fuerza, electricidad y descaro en sus espectáculos en vivo. Y si pensábamos que todo estaba dicho, Ignatius volvió a subir al escenario para realizar el esperado momento de cópula humorística para deleitarnos con el “Poema a Donald Trump”, que aseguró las risas definitivas dedicadas a toda la caspa política que nos tiene más que hartos de tanto mangoneo, para permitirnos un sinestésico desfogue entre las risas y los acordes de estos particulares y zumbados rockeros. Sin duda, otra noche para recordar y para que, aquellos que se lo perdieron, les haga picar la sarna de la envidia.
TEXTO Y REPORTAJE GRÁFICO: DANI ÁLAMO.