TEMPORAL EMOCIONAL
Desplegar todo el interiorismo yacente en ese núcleo íntimo y recóndito que todo artista posee, es una labor de desdoblamiento que, a veces, puede resultar dolorosa, y a veces, gratificante. Exponer las emociones y los sentimientos ante los semejantes, con generosidad, con la ilusión de que serán absorbidos para mejorar sus vidas, es un ejercicio que todos los que nos sentimos doblegados por el arte deberíamos de apreciar como una especie de maná que alimenta nuestras almas. Gema Hernández sabe cómo nadie horadar en su alma con generosidad para compartir con su público esos rescoldos incandescentes que flamean vida. Sentimientos y emociones que la circundan, que giran en torno suyo, y que ella sabe traducir en notas musicales con maestría de hada enamorada de la belleza. Amor y desamor, vida e ilusión, se transforman en melodías que certeramente impactan en el que escucha. Es un don natural, tan natural, que parece de otro mundo. La armonía con que tañe las cuerdas de su guitarra, la versatilidad de su voz meciéndose entre los agudos imposibles y bellos, y los sólidos graves, modulados con maestría, y todo ese arsenal de recursos vocales tan particulares terminan en un territorio inundado por la luz. Nadie como ella sabe lo que es vivir para contar historias, para desnudar su alma en cada canción generosamente. Le debemos gratitud, le debemos una sonrisa ante tanta belleza. Y ese es precisamente el premio que cosecha cada noche. La ovación cerrada, la comunión con su mundo interno, que finalmente, acaba siendo el nuestro propio.
Gema Hernández, acaba de dar vida a un nuevo trabajo discográfico llamado “Temporal” magistralmente enhebrado. La solvencia de su proyecto ha ido consolidándose a base de trabajo arduo, de ilusión y de entrega, dando forma a un disco-libro cuidado con esmero, donde ha ido desgranando un discurso emocional impresionante que termina emocionando de sinceramente. En estos tiempos nefastos para la música y la cultura en general, esta obra tiene un valor mucho más cuantitativo, ya que va un paso más allá. Fue su noche. Una noche que no olvidará nunca. Porque al fragor de la música se unió el fragor de un público emocionado, y ese hermanamiento casual que surge de súbito para engrandecer el espacio. Comenzó el show con “Salir Corriendo” segundo corte del disco arropada por el piano de Samuel Pérez. En un alarde de majestuosidad continuó con “Atada A Ti”, “No Hay Otro Lugar”, “El Silencio” y “Contracorriente”. Apoyada por una banda de lujo formada por músicos brillantes: Carlos Expósito (Stravaganzza) a la batería, Alberto Marín (Def Con Dos) a la guitarra eléctrica, Álvaro Tenorio (Hamlet) al bajo, Samuel Pérez al piano, y en los coros mí querida Neus Ferri y Miguel Ángel González. Con ese soporte el resultado fue delirante, nos solo en precisión, sino en el clima que se fue tejiendo misteriosamente mientras los temas se iban sucediendo: “Seré Inmortal”, “Temporal”, “Volaré” con el incombustible Basilio Martin al piano, “En Tus Orillas” y “22 Horas En Vela”. Llegados a este punto interpretó una versión muy suya de “Copenhague” de Vetusta Morla, y el fuego estalló en la sala. Lágrimas incipientes en sus ojos, embargada por la emoción, y la reconocimiento del público. La noche terminó de la mejor manera posible, con dos bises increíbles “Cometas” un tema de su anterior disco “Lo Que Vendrá” con el maestro Pepe Herrero al piano, y “No Te Confundas” con Leo Jiménez en la voz. Clamoso final para una noche intensa. Gema Hernández constató una vez más que es una artista integral, emotiva, y que ese temporal emocional seguirá recorriendo sus venas, seguirá haciéndola más grande, más intensa, porque el talento y la fuerza de los sentimientos, -aunque infravalorados por un mundo miope ante el arte- seguirá latiendo con fuerza, con la misma cadencia para siempre. Agradecidos de poder compartir esos momentos y esas canciones que nos engrandecen. Agradecidos de ser invitados a esa casa donde todo es posible. La casa donde se guardan sus íntimas confidencias.
CHEMA GRANADOS