EL ORGULLO DE SER PERIODISTA ROCK
Devastadores tiempos para la creación, para la cultura en general, y para el desarrollo de ciertas profesiones ligadas a la información y la difusión de cultura. Una realidad de Perogrullo. Probamente, nunca fueron buenos tiempos, ya que las sociedades modernas avanzan hacia un destino inhóspito y desarraigado, y la tecnología y las costumbres sociales se han vuelto cada vez más retrógradas y deshumanizadas. En este escenario, resulta toda una prueba de fe dedicarse a actividades que tengan que ver con la cultura, pero el esfuerzo para muchos de nosotros si merece la pena. El periodismo, es necesario para explicar, relatar y mostrarle al mundo lo que ocurre, lo que transciende y lo que informa al público. El periodismo rock es necesario. Útil y necesario. Necesario, para equilibrar el balance entre emociones y realidad. Útil, porque informa y pone ojos a lo que ocurre en la escena. Y sobre todo, es vital porque comunica, pone en tus manos las novedades, explica la realidad de la escena, y además, contribuye a su propagación, y por ende, a su promoción. Protege los valores de la cultura, vela por ellos, para ahuyentar la mentira y que la verdad prevalezca. Como en todos los ámbitos de la vida, habrá medios menos preparados, periodistas incipientes sin pasión y con ánimos luctuosos. Habrá quien asuma esta profesión como un hobby, como una posibilidad de realizar una actividad, que a la postre no es de su incumbencia, pero que excita su ego personal. Ningún colectivo esta exento de estos perfiles que abundan gracias a la facilidad con la que la tecnología hace posible la creación de una página web, un blog o un perfil de Facebook.
Sin embargo, existen por contrapartida, personas que se toman muy en serio su trabajo, que están preparadas para asumir el reto de informar, que se esfuerzan en mostrar con calidad las imágenes de lo que se vive en los conciertos, y que asumen esta profesión como una pasión que tiene una gran utilidad. El problema es el baremo con el que se mide en la escena rock la calidad de un medio. Quizá la constancia y el tiempo de rodaje sean una garantía para muchas empresas ligadas a la escena. O quizá, la forma en la que se expresan, tratando de encontrar en los textos no solo realidad, sino también, veracidad. Desgraciadamente, estamos atravesando un tiempo extraño y revuelto, en el que productoras, oficinas de management, y grandes corporaciones ligadas a los espectáculos en directo, han decidido menospreciar esta profesión, que ha tenido y tendrá siempre, mucho peso en que el rock haya sido conocido por miles de personas. Para estas empresas, que como tales buscan la rentabilidad económica, el periodismo ha dejado de ser un aliado real, sobre todo, cuando juegan con la baza de la rentabilidad de un artista o banda, que son capaces de convocar a cientos de personas. Ignoran que hasta el medio más pequeño y con menos alcance, si realiza bien su trabajo puede ser capaz de fidelizar a quien antes desconocía el trabajo de su banda o artista. Ignoran el valor de la información. E ignoran, así mismo, que el éxito es efímero, y que muchos artistas, han conseguido mantenerse en pie a lo largo del tiempo gracias al apoyo de los medios grandes o pequeños. Nuestra labor es importante y vital. Muchas de estas empresas consideran que una acreditación es una especie de pago en especie, y que el periodista busca como único objetivo acudir al concierto de su artista favorito sin pagar entrada. Craso error. No se puede generalizar. Habrá quien si lo haga. Pero el porcentaje de manzanas podridas es mínimo.
Detrás de todo esto, hay un trabajo que se debe realizar con criterio y profesionalidad. Literariamente, un buen texto puede motivar a un fan. Artísticamente, existen en nuestro país cientos de fotógrafos que aman su trabajo y se esfuerzan por mostrar lo que ocurre en los escenarios, aportando su talento y su arte. No es un trabajo baladí. El problema es que hay que ser inteligente para valorarlo en su justa medida, y ya solo hay tiempo para contar billetes. Impedir el desarrollo de nuestra actividad no solamente es un peligroso error, sino que, además, entorpece gravemente el desarrollo de nuestra cultura. Poner escollos es ponérselos a todo el colectivo rock de este país. No quiero decir que se nos trate como a privilegiados, sino con profesionalidad y respeto. Lo que muchas de estas empresas deberían empezar a hacer es leerse los trabajos que se publican, hacer un seguimiento objetivo y real de los medios existentes, estar al corriente de la actualidad, y formarse un criterio realista de la escena. Y si luego pueden, que seguro que sí, contraten publicidad en esos medios para que puedan subsistir y seguir informando con dignidad. Sino, lentamente, los pocos entusiastas que se dedican a informar, tendrán que dedicarse a otros menesteres, y perderemos el faro que ilumina el camino entre las sombras. La rentabilidad de una producción no justifica la falta de medios de comunicación. Porque su valor es superior a las pérdidas económicas. A cualquier banda le motiva especialmente que en sus conciertos haya muchos medios acreditados. Esto significa que generan interés, y ese interés, se traduce en promoción. En que se hable de la banda. No hay nada peor que el silencio.
En cualquier caso, para mí personalmente, que llevo ejerciendo esta profesión (profesión por definirlo de alguna manera, ya que son pocos o ninguno los periodistas de rock que cobran por su trabajo, es más, son ellos mismos los que deben asumir la financiación de su actividad, páginas webs, alojamiento en servidor, horas de trabajo, pago de transporte etc.) desde el año 1990, es un orgullo poder dedicarme a explicar y narrar lo que sucede en la escena rock de nuestro país. Cada día estamos más exhaustos, y muchos, quemados en este refrito de incongruencias injustas. Hay compañeros que llevan varias décadas frente a los micrófonos de sus respectivos programas de radio, espacios web o revistas, y siguen manteniendo el mismo aplomo. ¿Amor al rock? Sencillamente, amor a la profesión, amor a sí mismos, y fieles a sus ideas y creencias. El debate no se centra en si hay buenos o malos medios. Hay de todo, como en botica. Sino en la importancia del periodismo. Solo hay que molestarse en valorar antes de recaudar. Esto es un negocio, claro, pero también, es un negocio ligado indefectiblemente a la cultura, y a veces, hay que saber mantener la balanza perfectamente equilibrada. Con todo, y a pesar de todo, un orgullo ser periodista rock.
CHEMA GRANADOS