Los guitarristas Javier Mira y Nacho Ortiz, acaban de publicar su nuevo trabajo discográfico, titulado genéricamente “Reflejos & Espejismos”, un disco vibrante, que como el anterior, abunda aún más en el talento de estos dos artistas incombustibles, empeñados en sorprenderse a sí mismos, con un combo de temas superlativos. Otra vez, lo han vuelto a hacer, aunque, en esta ocasión, redundando aún más en una versión mucho más sorprendente de si mismos, constatando que el dúo funciona maravillosamente, y que la unión de ambos talentos, redunda en la calidad expresiva.
Sorprende la capacidad creativa de estos dos artistas, que navegan a brazo partido, en medio de la inclemencia voraz de un mundo artístico, cada vez más contaminado de subproductos y aleaciones varias. Aquí hay autenticidad, música en carne viva, sinceridad, energía, y la voluntad de externalizar el contenido de intima creatividad, para ofrecer su voluntarioso legado. En realidad, un disco como este, en los tiempos que nos toca vivir, es un salto al vacío, que ellos asumen con total indiferencia ante el peligro, ya que, en su trabajo, lo que prima, no son los royalties, sino el sueño maravilloso de encontrarse con uno mismo a través de la música. Podrían dejarse llevar por los convencionalismos, y por la inercia derrotista vigente, y enmudecer sin propósito alguno; pero no, hay dentro de ellos una fuerza vital que les impulsa a expulsar lo que llevan dentro de sus almas incansables.
Por tanto, hay sinceridad, y una apuesta decidida por desgranar todo lo que da sí su inagotable talento. Si se quiere encontrar vestigios de otros guitarristas, se pueden pueden encontrar: Joe Satriani, Eddie Van Halen, Jeff Beck… aunque el dato más destacable, lo más importante a mi juicio, es que, aún hallado dichos rastros, lo que emerge a la superficie es su particular grandilocuencia y su genialidad propia.
El tema que abre el disco “Reflejos & Espejismos”, obra a modo de preámbulo de lo vamos a encontrar a lo largo de los doce cortes, que junto con “Ruta Natural” o “Sueños Rotos”, marcan la pauta definitoria para introducirnos en un cosmos inimitable, donde el vértigo emocional, puede causar lesiones sensitivas, debido al grado de deleite sensorial.
Es probable que algunos, puedan entender este disco como una forma de medírsela, a nivel técnico, con otros guitarristas. Nada más alejado de la realidad. Obviamente, en la concepción estructural de los temas hay mucha técnica, y claro está, bien aplicada, pero siempre, al servicio de la expresividad. Hay un universo de riffs maravillosos, melodías, de solos fulminantes, y mucho hard rock, ensamblando con la prospección interior, con el deseo de hallar contenido, más allá de sus propios límites.
Un disco arriesgado, cuyo resultado, es quizá, uno de los mejores discos instrumentales que se pueden escuchar a día de hoy, y que, me atrevo a vaticinar, que quedará en los anales de nuestra historia, como un legado de talento de cuyas fuentes beberán otras generaciones. No es un juicio sobrevalorado, ni tampoco una sobrada, es una verdad que se sostiene a si misma cuando se escucha este disco. En cualquier caso, este disco no es una revelación; es una constatación, pero, sobre todo, es un aullido de esperanza en la oscura noche de estos tiempos oscuros, para proclamar, que quedan, y quedarán, músicos como Nacho Ortiz y Javier Mira, dispuestos a combatir, y que nunca, nunca jamás se rendirán.
CHEMA GRANADOS