A los dieciocho años formaba parte de la banda Handicap.
Al salir del servicio militar se integra en Asfalto la banda pionera del rock urbano.
Fue el alter Ego de la banda Asfalto hasta el año 1995.
En 1998 se integraría en Los Trípodes.
Comienza su carrera en solitario con dos discos.
Fue el fundador de la discográficas Snif y Libélula Records junto a Enrique Cajide.
En 2006 pone en marcha el proyecto Arianh.
En 2008 relanza la banda Asfalto con un disco titulado “Utopía”.
Para los que fuimos parte integrante de una generación, la figura de Julio Castejón y su banda Asfalto, tienen una relevancia de primer orden, ya que sus composiciones nos ayudaron a comprender la existencia de un orden diferente al margen de las penurias, la irracionalidad, y el panorama grisáceo que se vivía en las calles de los barrios. Ellos, nos ayudaron a canalizar nuestras ilusiones, nos proporcionaron la posibilidad de encontrar nuevos caminos, nuevos sentimientos. Julio Castejón siempre ha sido un músico coherente. Coherente con sus ideas, siempre nítidas. Coherente con su mundo interior, siempre enigmático, siempre imaginativo. Y coherente, son su profesión de músico, porque nunca se ha cerrado a las tendencias, y ha ido enriqueciendo su desván personal con retazos de muchos estilos y muchas formas. Ha sido si cabe, un incansable creador, carismático y progresista, que se ha implicado con la música de una manera rotunda. Todas aquellas canciones increíbles como “Capitán Trueno” o “Ser Urbano” o “Rocinante”, siguen en la memoria colectiva de mi generación como referentes. Son parte de nuestros recuerdos ya que ayudaron a crearlos. Además, es un hombre culto, que se siente integro, que no retrocede y que ha encontrado en la música una pasión irrefrenable. Después de hallarse perdido en la inmensidad del silencio, de súbito, nos llegó la noticia de que Asfalto volvía a resurgir de las cenizas. Aplicó el desfibrilador al corazón entumecido por el tiempo, y consiguió que los latidos volvieran a darle vida. Muchos pensaron en que era una codiciosa operación comercial, otros, un retorno estéril. Hasta que la banda comenzó su gira de presentación. Entonces comprendimos que la música no tiene precio, porque ver sobre el escenario a Julio Castejón, a pesar del tiempo, a pesar de todos los pesares, es toda una experiencia.
Discografía
ASFALTO
“Asfalto” 1.978
“Al Otro Lado” 1.978
“Ahora” 1.979
“Lo Mejor” 1.980
“Déjalo Así” 1.980
“Más Que Una Intención” 1.983
“Cronophobia” 1.984
“Corredor De Fondo” 1.986
“15 Años De Música” 1.987
“Los Singles” 1.988
“Solo Por Dinero” 1.990
“El Planeta De Los Locos” 1.994
“Utopía” 2.008
“Music”. 2.011
JULIO CASTEJON Y LOS TRIPODES
“Hay Alguien Ahí” 2.000
“El Corazón De La Manzana” 2.004
Colaboraciones
En el CD “Apostando Contra El Avestruz” de Casablanca.
“Sin Tu Voz” de la banda Tharna
En el CD “Belfast” tema “Lady In Black” de Mago de Öz.
En el CD “Klepsidra” de la banda Klepsidra.
Producción para Pedro Botero.
En el CD “Oro Y Cenizas” de Pedro Botero
Tema “El Triste Llanto De Las Flores” de la banda Crisis Affair.
En el CD “Idi Bihotz” de la banda Idi Bihotz
Vivimos en un estado edificado sobre la base de una democracia parlamentaria, donde los partidos elaboran sus políticas, y donde, teóricamente, la participación del pueblo soberano debería de jugar un papel de primer orden. Cuando traduzco la realidad, compruebo que esta participación se reduce al voto en las consultas electorales, y que las políticas, y las leyes subsiguientes, se elaboran con visos partidistas, ignorando con demasiada frecuencia la realidad social, y en la mayoría de los casos, con propuestas sectarias. En este entorno, a mi juicio, la vida se convierte en una lucha desigual, marginal, y a veces, fratricida ¿Qué análisis haces tú personalmente de esta situación, y qué grado de adaptabilidad a este medio has desarrollado a lo largo de tu vida?
Probablemente este mundo sea el mejor que hemos sabido construir entre la concordia y la guerra, entre la generosidad y la ambición. Suscribo la teoría de los que sostienen que el sistema democrático, al uso en esta sociedad a la que pertenecemos, sin duda, es el menos malo de los conocidos; mientras no inventemos fórmula alguna para mejorarlo. Por supuesto que la democracia perfecta sería la asamblearia, aquella en la que las decisiones se toman a brazo alzado, y no esta en la que delegamos nuestro parecer a grupos de pensamiento organizado. Los partidos, en teoría, surgen para la defensa en grupo de los intereses comunes pero, como a menudo se constata, tanto en el tiempo presente como en el hecho histórico, se demuestra que no son siempre intereses comunes el objeto que los sostiene y sí más bien intereses partidarios, cuando no espurios. Pertenezco a una generación que anheló la llegada de la democracia. Formo parte de una generación que luchó porque este país, en materia de libertades, pudiera ser equiparado a los modelos del entorno más “civilizado”. Cierto que en aquellos años, ninguno de nosotros hubiera diseñado como objetivo un futuro de libertades diferente del que hoy disfrutamos, pero de igual modo, ninguno de nosotros, hubiéramos alcanzado a imaginar el grado de decepción y desconfianza que se llegaría a tener respecto de los políticos que ejercen el poder, o esperan para hacerlo. Sinceramente hoy me incluyo dentro del grupo de los desencantados. Me cuesta una enormidad salir a votar cada vez que se me convoca para ello, y si lo hago, normalmente es para votar en contra de… y no a favor de un programa.
La cabeza visible de este régimen de democracia parlamentaria, es la monarquía constitucionalista. La figura del rey, que preside este régimen es cuanto menos simbólica, o institucional, y su función, es la de armonizar todos los segmentos sociales a fin mantener la estabilidad política y social. ¿Qué valor tiene para ti la monarquía constitucional?
Es imposible aceptar la monarquía como sistema de máxima representación de una comunidad del siglo en el que estamos. El sistema en sí mismo es un anacronismo que está fuera de tiempo y que, además, resulta incompatible respecto a una sociedad equitativa e inteligente. La constitución que se aprobó en España en 1978, fue un acuerdo de mínimos que pretendía alejar el miedo de la involución; recién salíamos de una dictadura que tenía cientos de miles de adeptos a los que había que apaciguar y dejar contentos; hasta ahí es de entender que se respetara esa parte del legado del dictador que proponía la monarquía. Justo por ese miedo a un nuevo enfrentamiento entre españoles, la izquierda aceptó que en España no se restaurara la Tercera República, como hubiera sido de toda lógica. Pero ya se ve, han pasado treinta años y ahí está el Rey con su séquito, consumiendo año tras año una dotación presupuestaria que sale de nuestros bolsillos sin que apenas la opinión pública lo cuestione. Sin duda somos muchos los que no estamos de acuerdo. ¿Por qué, bajo preceptos dinásticos, nos ha de representar un individuo carente de mérito para ello? Directamente me manifiesto republicano por coherencia con el pensamiento inteligente que intento abrazar. No le niego al Rey y su familia buena voluntad y empeño en hacer las cosas bien, valoro su profesionalidad, pero, si me lo permitiera, le sugeriría que se presente a la elección para presidir la República Española, quien sabe, tal vez le sobren votos.
Este sistema, que premia más a quien más tiene, y con grado de recompensa, a quien más consume, indudablemente, no puede hacernos felices, aunque se trate de hacernos creer la imagen de un mundo idílico, que muy poco tiene que ver con la realidad del día a día, con la vida. Esta forma de vida social, ha producido un efecto nocivo en el tejido social, porque a mi entender, las desigualdades prevalecen sobre el sentido común, y las injusticias, se han convertido en una práctica habitual. Hemos cambiado la vida en las calles, el aspecto costumbrista y social, por la visita a los mega centros comerciales para entregarnos a la bacanal de consumo, no sé si dentro de un valor de progreso o de decadencia. ¿Qué opinión te merece el análisis de este panorama?
Amigo, en la formulación de tu pregunta está implícita tu desaprobación del conjunto de rasgos que determinan la forma y modo en que se desarrolla la vida en esta sociedad. Por supuesto que a mí tampoco me gusta, faltaría más. Siento como que me invitas a entrar en un análisis del cómo y del por qué. Te reconozco que he pasado estos últimos años intentando no analizar los mecanismos que llevan al ciudadano, a cualquiera de nuestros vecinos, a sumergirse en la práctica del consumismo desaforado; de verdad que lo encuentro tan obvio que por ello aparco el debate, sinceramente no me interesa, allá él; bastante tengo con reprimir esa parte de mi instinto que me lleva a fascinarme con lo nuevo, cosa que, cuando sucede, termino pagando por ello. Desde luego que prefiero aplicar una visión global al tema y sostengo que, la clave de este comportamiento consumista, a mi juicio, radica en la falta de contenidos espiritualmente más elevados que el individuo actual denota; estos vacíos son como huecos que trata de llenar a golpes de satisfacción. Hay quien sostiene que hemos recibido genéticamente la herencia de generaciones anteriores que fueron educadas para ser supervivientes en épocas de escasez, épocas que nada tienen que ver con esta. Sólo ello justifica que tratemos de proveernos compulsivamente, tanto de lo que necesitamos como de lo que no. Es obvio que, de seguir por este camino, el sistema habría de cambiarse si no queremos acabar con las reservas de todo; y es ahí que me uno a la teoría del decrecimiento, propuesta que formulan los nuevos filósofos de la sostenibilidad. Sólo con la re-educación de los hábitos pueden comenzarse a cambiar las cosas. Y ese será el primer paso para poner en orden al ser humano con sus congéneres, y con el entorno natural. Sin duda debiéramos fomentar otros valores en nuestros hijos, para ello hay que comenzar a predicar con el ejemplo. Me temo que si no lo hacemos, el futuro que nos espera será igual a ninguno.
Siempre he creído desde que tengo uso de razón, que la libertad individual, al igual que el libre albedrío, son partes sagradas e inviolables del ser humano. A menudo, se socaban estos derechos. En ocasiones, con la violencia o la represión; y más habitualmente, con medios más depurados, mucho más asépticos, pero de idénticos efectos dañinos y repudiables, como el recorte de las libertades, las continuadas agresiones a la libertad de expresión, la acotación de los espacios para el debate y el contraste de ideas al margen del discurso oficialista, o la instalación de cámaras para controlar las calles, por poner un ejemplo más latente. ¿Qué podemos hacer los seres humanos para defender nuestra libertad?
Empezar por interiorizarla como un bien que hay que conquistar día a día. Defenderse de las presiones tendentes a convertirnos en simples consumidores, que es el papel que nos asigna la sociedad de mercado. Hacernos propietarios de la capacidad de elegir entre esto o aquello, sabiendo discernir con criterio propio y manejando con cautela la información que nos llega. En definitiva cultivando el intelecto para ser cada vez un poco más racionales. No es más feliz el que más tiene, si no el que menos necesita… Siempre se dijo.
Vivimos en una sociedad patriarcal, donde las mujeres son todavía maltratadas, vilipendiadas, y asesinadas. Cada año mueren en este país cientos de mujeres que pasan de ser dolorosas protagonistas de las portadas de los noticieros, a seres olvidados, un número de víctima más que engrosa la fatídica lista. A día de hoy, se acumulan más víctimas por año que los casos de terrorismo. Solo que a estas mujeres, nadie va a ponerlas una medalla sobre su ataúd. Para otra parte, para agravar aun más su condición de mujer, aun no han llegado a obtener un status social que las permita, por ejemplo, recibir un salario equitativo como el del hombre por el mismo trabajo realizado. ¿Qué piensas de esta problemática? ¿Crees que algún día se podrá alcanzar la equiparación de la mujer con el hombre?
Sólo un necio puede proceder como un asesino. La violencia en el hombre se dispara cuando éste no tiene recursos para acomodarse a las diferentes situaciones adversas que la vida nos propone. La violencia de género, no es el fracaso del amor: es patología pura, un sentimiento enfermizo del catálogo de miserias de que estamos hechos los hombres. No tengo palabras para calificar este tipo de actos absolutamente deleznables. En cuanto a la mujer, tranquilo, el siglo XXI será, no el siglo de la igualdad, si no el de la supremacía de la mujer. Una supremacía establecida, no en términos de sometimiento, si no del reconocimiento. Lo digo convencido y muy alegre por qué así sea. La mujer es fuente de vida. Por tradición, los hombres nos la hemos pasado embarrándonos en disputas, mientras ellas cuidaban y sostenían la prole, es decir la continuidad de la vida; recuerda que son los leones quienes matan a sus crías para que la hembra vuelva a entrar en celo, las leonas cuidan de que no siempre suceda y por ello la especie se sigue perpetuando.
Soy de los que valoran los barrios. Esos entornos donde nos hemos criado, donde nos hemos desarrollado como personas. Tienen para mí un gran valor sentimental, en cuanto en tanto, representan en sí mismos un valor de vida. Son lugares a menudo sumidos en la degradación, y en el segregacionismo social en virtud de un estamento de clases. Lugares que, a menudo, no resultan dignos, y casi siempre, sus infraestructuras y acondicionamientos son pobres y están obsoletos. Por no hablar de los barrios marginales y conflictivos, convertidos en verdaderos guetos. Nuestros políticos se esfuerzan en modernizar las infraestructuras más destacables, en poder coto al tráfico, en ordenar las calles y las avenidas con trazados perfectos y diseños de vanguardia. En hacer llegar cuanto antes un centro comercial a los localidades. ¿Pero y que queda de convertir los barrios en lugares donde se pueda vivir dignamente ¿Podrías contarme tu opinión al respecto?
Nací en un barrio humilde de Madrid. Tengo buenos recuerdos de cómo era la vida en aquellos años. Gran parte de la vecindad vivía la calle. En las noches de verano, los niños jugábamos unos con otros mientras los adultos charlaban a la puerta de casa, botijo al lado. Una de aquellas noches, de una de las ventanas de un primer piso, observamos destellos azulados. Alguien comentó que los producía un invento llamado televisión. Aquella noche, sin que yo lo percibiera, había comenzado la destrucción de la convivencia en nuestra calle y el barrio ya no volvería a ser ese espacio compartido. Y no porque, a partir de entonces unos comenzáramos a pegarnos contra los otros, si no por algo mucho peor: los vecinos, uno tras otro, comenzaron a dirigir sus miradas al fatídico aparato y este ya les secuestraría la atención para siempre. Los barrios cada vez son menos punto de encuentro y sí un elemento funcional más, a través del cual fluyen nuestras vidas.
Las clases más desfavorecidas tienen que soportar generalmente muchos más sacrificios, mucho más peso cuando las cosas no marchan adecuadamente, como es el caso de las crisis económicas, las guerras, las pandemias. Tengo la sensación, de que la historia, como un ciclo maldito, se repite una y otra vez reinventándose a sí misma cada década, cada siglo ¿Consideras que esta justamente repartida la riqueza que se genera en nuestra sociedad?
Considero que en el mundo actual, la inteligencia está aún peor repartida que la riqueza. Contra la ambición del ser humano, sólo se puede anteponer la ilustración de los individuos hacia los que va dirigida. Los más desfavorecidos, desgraciadamente, suelen ser los más ignorantes. Es la realidad que impera. ¿Cómo se accede a la cultura del conocimiento? empezando por desmantelar religiones y nacionalismos que, para mí, son el origen de la mayor parte de los conflictos entre seres humanos; lo mismo en los tiempos actuales como en los aconteceres históricos, siempre fue así. Definitivamente tanto las religiones como los movimientos nacionalistas de naturaleza excluyente, fueron una herramienta en manos del poder para elevar a nivel de verdad absoluta la mentira; antigua herramienta que sirvió, y sirve, al propósito de manipular conciencias. Si se fomentara la cultura del conocimiento, volvemos por el principio, la gente adquiriría un criterio culto, lo que le permitiría la capacidad de poder elegir y, con ello, de configurar sociedades inteligentes donde prime la transparencia y el sentido común; sociedades inteligentes cuyos órganos de gobierno fomenten y administren el reparto justo de la riqueza, sin por ello cercenar la libertad individual de iniciativa, estableciéndose límites concretos que pongan coto al abuso de los unos sobre los otros. Tal vez se haría necesario retomar, en parte, la teoría marxista de la no explotación del hombre por el hombre; obviamente, estos postulados, cuando fueron puestos en práctica bajo la presión de un poder absoluto y déspota, todos sabemos el resultado que arrojaron. Aquellas revoluciones ya no son referencia válida para este tiempo: la lucha de clases, quedó emparentada con los tiempos de la revolución industrial y posterior, nada que ver ya. Pero sí debiera hacerse necesario regular los beneficios que son producto de la explotación comercial, en definitiva, poner en marcha el comercio justo, del que tanto se habla, y del que nadie se preocupa demasiado; tal vez por estar en contradicción con el afán del consumidor que siempre estará encantado de comprar cuanto más barato y mejor.
El dinero se ha convertido a lo largo de la historia de la humanidad en un bien supremo. El dinero, alienta la vida de las personas, y además, las convierte en su dependiente más tenaz. Esto es una realidad que nadie podemos cambiar. Pero el dinero, bien dirigido puede servir para realizar muchos sueños y muchas cosas positivas también. ¿Qué valor tiene para ti el dinero y qué lugar ocupa en tu vida?
Mentiría si dijese que estoy situado al margen del interés por el dinero. Sólo aislándonos en una burbuja, pertrechados de razones filosóficas suficientes, hoy día, podríamos vivir sin él. El dinero está en nuestra vida. Supongo que se inventó para llevarlo en los bolsillos y gastarlo. Todos lo hacemos. Lo que debiera estar penado es precisamente no gastarlo, es decir, acumularlo y que no fluya. El dinero debiera significar la representación tangible del esfuerzo del hombre: uno trabaja y percibe dinero por ello, mientras otro fabrica lo que otro está dispuesto a comprarle. No hay perversión alguna en ello, simplemente es un patrón que justifica el valor de las cosas. El problema surge cuando un día alguien pretendió adueñarse del esfuerzo de otro, es decir, de su dinero. En ese momento, comenzó la regresión al inframundo. Para mí, el dinero, tuvo sólo el valor de aquello que necesitaba comprar. No me ha interesado demasiado pasarme la vida pensando en conseguirlo, y menos, obsesionado con poseerlo. Si una moneda caía entre otro y yo, sin que quedara claro a quién pertenecía, invitaba al otro a hacerla suya antes que discutir por ello. Desde niño tuve la sensación de que quien tenía mucho dinero, es que se lo robaba a alguien, pues, mi padre, que andaba siempre pluriempleado, no había conseguido tenerlo. Con ello es como que me quedaba claro que trabajar mucho pudiera ser la causa de que a uno no le quedara tiempo para ganar dinero. Aquella teoría me la ratificaba mi madre cuando iba a pedirle algunas monedas para comprar cualquier chuchería en el quiosco, siempre me respondía lo mismo: ¿Te crees que tu padre lo roba? Con el transcurrir de la vida, me di cuenta que el dinero igual te subyuga que te ayuda a salvar la vida, pero, en mi caso concreto, las cosas más valiosas que he conseguido, puedes creerme: realmente me han costado muy poco dinero.
Cada día que voy a trabajar, desarrollo en mi interior sentimientos encontrados respecto al valor que el trabajo tiene en nuestras vidas. El trabajo nos dignifica como personas, equilibra nuestras vidas, porque del fruto de nuestro esfuerzo, surge el modo de vivir y de desarrollarnos. Pero es necesario que el trabajo se convierta en un bien social, que el trabajo nos haga libres, y no esclavos de un sistema de valores fundados en el materialismo más voraz. Nuestro trabajo debería liberarnos de ataduras, no proporcionarnos cadenas más largas. ¿Qué opinión tienes acerca del trabajo como bien humano y social?
Siempre he preferido hablar del trabajo como ocupación productiva, quitándole esa connotación bíblica de castigo divino. Aún así, la mayoría de la gente, siente el trabajo como una cuota a pagar por el derecho a estar integrado en esta sociedad. Cuando he salido a tocar, siendo retribuido por ello, jamás he tenido la sensación de que realizaba un esfuerzo que necesariamente debía ser recompensado en forma crematística. Sé que eso nos sucede sólo a unos pocos. Sin duda soy muy afortunado y me alegro del día en que tomé la decisión de unir mi vocación con mi profesión, no es fácil poder hacerlo. Eso de que el trabajo es un derecho de la ciudadanía, no lo entiendo; si así fuera, ¿quiere decirse que debiera estar garantizado por ley? Entiendo que no. Cada cual debe optar por dedicar su tiempo y su esfuerzo en la forma y medida que quiera, por supuesto asumiendo consecuencias. Considero que es la lealtad, el sentido de compromiso con los suyos, el que a menudo lleva a la mayoría a cambiar esfuerzo por dinero; entonces sí que aceptaré que el trabajo dignifica al individuo.
Cuando el trabajo falta y llega el desempleo, las familias entran en un oscuro callejón de incertidumbre. Sin embargo, sus ataduras y responsabilidades económicas, traducidas en recibos, hipoteca, gastos, se mantienen intactos. El desempleo, pues, se convierte en un suplicio, en un grave problema. ¿Crees que la política de gobierno en materia de desempleo es la acertada?
Últimamente me ha costado ser crítico con el gobierno de turno, lo reconozco. Ya no me es fácil mantener la postura de enfrentamiento permanente al poder que mantuvimos en otro tiempo. Respeto el valor que hay que tener para afrontar las tremendas presiones y turbulencias que, en esas alturas, deben producirse día tras día. Quiero pensar que los gobiernos que hemos tenido en España, después de la dictadura, han sido, en términos generales, responsables. Es innegable que el país ha evolucionado positivamente en muchos sentidos: prestaciones sociales, garantías jurídicas, libertades, etc. Pero nosotros fuimos una generación que vivíamos enfrentados al poder, a muchos de nosotros eso nos marcó para toda la vida y algún tic nos queda de aquello; pero, al ir transcurriendo el curso de la vida, he aprendido a ser mucho más tolerante y reconozco sentir cierto recelo a la hora de emitir opiniones críticas, sabedor, como soy, de que no lo sé todo. Por el contrario me muestro aún más radical e intolerante ante las situaciones de flagrante injusticia. Pero volviendo a tu pregunta, discúlpame si tiendo a irme por las ramas, debo decirte que el seguro de desempleo es un paliativo que sirve en situaciones transitorias y que, de no ser por él, pueden llegar a convertirse en dramáticas. Pero también tengo la impresión de que hay gente, seguramente mucha, que agota los plazos de la prestación; para algunos son algo así como unas vacaciones pagadas, para otros, sin duda la mayor parte, son un salvavidas.
Cada día llegan a las costas de nuestro país pateras cargadas de personas que huyen de la miseria, de la persecución política, religiosa y racial, o impulsados por la esperanza de una vida con más posibilidades. Son seres humanos cargados de esperanza, que son enviados por las mafias internacionales a una repatriación segura, cuando no a la muerte. A esto, se suma la llegada de personas de otros países de Latinoamérica, Rumania, Polonia, que aumentan cada día el censo de inmigrantes en nuestro país. ¿En tu opinión, se deberían cerrar las fronteras más severamente, o por el contrario, deberían abrirse aun más? ¿Que política de inmigración sería la adecuada?
De cuantas preguntas llevo contestadas, sin duda, esta, es la que más me incomoda porque no tengo clara una respuesta que pueda ser comprendida sin herir susceptibilidades. Es obvio, no tienes más que seguir los conceptos expresados en mi obra creativa, que estoy del lado del universalismo y me siento totalmente convencido de que, en el pensamiento humanista, radican las posturas éticas que asumo como esenciales. Nadie tiene el derecho de construir una frontera y negarle el paso a aquel que pretenda traspasarla. La tierra debiera ser el espacio común compartido por todas las criaturas. Abogo por la globalización bien entendida y por la ciudadanía universal. Es de ese convencimiento de dónde parten mis esfuerzos para trasladar mi opinión a quien me escucha o me lee. Pero del mismo modo que defiendo esos postulados, reflexiono sobre su puesta en práctica. Sé que directamente no somos culpables de los grandes desequilibrios sociales que se han producido en el planeta y me temo que es muy poco lo que podemos hacer a corto plazo, individual o colectivamente, al margen del poder de los gobiernos. No veo claro importar vidas desde la miseria para incorporarlas a las sociedades desarrolladas, porque ello embarraría a un más la situación. Me explico: tenemos un modelo imperfecto que demanda materias primas insaciablemente, un modelo que con la sobreexplotación ha producido gran daño a los habitantes del tercer mundo. Es por eso que si optamos por incorporar a nuestras sociedades a una parte de todos esos damnificados, directamente agrandaremos el tamaño del problema y definitivamente estaremos atentando contra la viabilidad de la vida en el planeta. Considero que hay que propiciar desde el primer mundo los cambios necesarios para erradicar el desastre social que se padece en esos territorios, comenzando por combatir las causas que lo producen. Sólo hay una forma de atajar el problema: interviniendo en origen y dando a sus habitantes justa participación de los beneficios que produce la explotación de los recursos naturales. Por ello sostengo que los estados del primer mundo no pueden aceptar nuevos ciudadanos procedentes de territorios socialmente deprimidos por cuanto, a mi juicio, no representa la solución al problema, lo agrava. Se precisa mucha inteligencia aplicada en sentido solidario para poner en práctica proyectos de cooperación efectivos. Vale aquello de que: si a un hambriento le das pan le quitas el hambre, si le enseñas a cultivar nunca más te pedirá pan. La bomba que hoy es el tercer mundo estallará en el primero si no se comienza a actuar con rapidez, no lo digo yo, lo dice quienes observan el futuro de la humanidad con datos irrefutables. Es nuestra responsabilidad ayudarles a controlar la preocupante explosión demográfica que se da en esas sociedades, haciéndolo con prácticas de reeducación y ayuda a la mujer, es esencial trabajar en ese sentido. La civilización no puede permitirse doblar la población mundial cada pocas décadas, sencillamente porque no hay recursos para todos, es insostenible.
Ya que inevitablemente debemos de vivir dentro de una sociedad organizada en clases y estamentos religiosos, militares o jurídicos, ¿Qué papel deberían cumplir sociablemente estas organizaciones en la sociedad moderna?
El homo Sapiens, al igual que el resto de los simios, es gregario. Las manadas terminaron asentándose en territorios organizando sus propias estructuras jerárquicas; desde que se constata la presencia del hombre como tal, el legado histórico así nos lo ha mostrado. No se vislumbra señal alguna de que el ser humano desee romper las estructuras que gobiernan la tribu. Tales estructuras hoy son cuestionadas y espero que, en un futuro, puedan ser modificadas o sustituidas por otras. Entiendo que en la sociedad actual, haciendo uso de la información instantánea, se puede acceder a un control más preciso de los organismos y estamentos que rigen las normas políticas y éticas; pienso que el futuro próximo nos dibuja ya un mundo en el que, la mentira, encontrará más dificultades para convertirse en verdad.
Los recientes conflictos armados en Irak y Palestina, han puesto de relieve que detrás de todas estas guerras que abanderan las causas de la libertad y la democracia, hay un interés subrepticio, oculto. Hay intenciones no reveladas para impulsar este tipo de conflictos. Por ejemplo, un deseo ferviente de dominación, de poder. Un sectarismo evidente. Un ansia implacable de imperialismo. Un odio irracional que deflagra aventado por las intencionalidades políticas, y porque no, la mera supervivencia de la industria armamentística, afanada en amasar sus réditos económicos, cuyo coste adicional son millones de vidas humanas. La sangre de los inocentes. La paz no tiene interés porque no tiene capacidad ofensiva. ¿Qué podemos hacer para contribuir al desarrollo de la paz?
Sencillamente: manifestarnos en contra de la violencia, empezar por ahí. No existe duda de que las guerras benefician a la industria armamentística, es una cuestión tan obvia que no merece comentario alguno, pero tengo mis dudas de que todas las guerras sean teledirigidas por intereses del poder financiero, aunque, a nadie le caben dudas de que no son esos poderes precisamente contribuyentes a la causa de la paz; por decirlo de otro modo: son la parte que se beneficia de las oportunidades que antes, durante y después de un conflicto bélico se posibilitan. Considero que la causa de la paz es labor de todos y que en una u otra medida algo podemos hacer. De cualquier forma la mayor parte de los conflictos que se han dado después de la gran guerra, surgen por colisiones culturales entre pueblos próximos. Dichos conflictos han sido hostigados por agentes externos que suelen desembocar en la presencia sobre el teatro de los hechos de ese gendarme universal en que, tras la caída del muro, se ha convertido los Estados Unidos.
En este escenario, Estados Unidos aparece siempre como la potencia más claramente involucrada en este delirio de poder. A lo largo de la historia, este país ha protagonizado las invasiones y las guerras más fratricidas de la historia de la humanidad, por mucho que quieran vender su imagen de adalides de la libertad y la democracia. Sobre todo al termino de la segunda guerra mundial, cuando su papel de salvadores de la humanidad frente al nazismo, quedo relegado a una evidente lucha por la hegemonía del poder mundial. ¿Qué expectativas tienes respecto de la nueva administración norteamericana con Barak Obama a la cabeza? ¿Realmente contribuirá a desarrollar políticas fundamentales para la búsqueda de la paz permanente?
Me he manifestado muy crítico con la política americana, especialmente en los últimos tiempos en los que George Bush, un títere al servicio de las grandes multinacionales, ha ocupado el poder. La presencia americana en todos los conflictos que se han dado a lo largo del siglo anterior, no siempre han tenido el mismo signo. Fíjate que, en una visita a Nueva York, visitando la estatua de La Libertad, le pregunté a un nativo de esos que no se quitan la gorra “beisboliana” ni cuando se duchan: ¿Cuántas como ésta podrían construirse con el metal de las bombas que arrojaron sobre Vietnam? –le pregunté- Sin ofenderse me respondió: muchas menos de las que hubiéramos podido construir con la munición que empleamos en Europa defendiéndoles del nazismo. Me faltó aplaudirle. Y es que es cierto que el militarismo “made in USA”, no siempre ha tenido idéntico signo. Estados Unidos ha sido la gran potencia económica del siglo XX, igual que el Reino Unido lo fue en el XIX. Durante casi todo ese tiempo se encontró con un opositor, la Unión Soviética, contra cuya potencia militar mantuvo un pulso terrible que estuvo en varias ocasiones a punto de llevarnos al desastre nuclear. Afortunadamente los tiempos de la “Guerra Fría” terminaron. Pero cuando todo apuntaba a que Estados Unidos se convertiría en la potencia hegemónica, va y emerge China jugando un papel impensable hace sólo veinte años. Quiere decirse que todo apunta a que el poder unipolar que parecía instalarse se diluye, lo que, a mi juicio es una buena noticia. Por el momento.
El terrorismo se ha convertido en un grave problema que ha enturbiado durante más de cuarenta años la paz en Euskal Herria y el todo el estado, y que ha conllevado numeroso dolor en los dos bandos, con cientos de víctimas, presos, y una sociedad claramente divida. El trasfondo del problema, es el derecho de autodeterminación de los pueblos. El derecho de la sociedad a elegir su propio destino. ¿Qué opinión te merece un referéndum de autodeterminación para Euskal Herria?
Mal, definitivamente. La autodeterminación es un derecho legítimo pero que jamás se propone para integrarse y si para segregarse. Y es que el que quiere comer a parte, es porque quiere comer más; comparto esa inspirada teoría de un político español en activo. ¿Por qué no nos manifestamos para integrarnos con Portugal dentro de la República Federal de Iberia? ¿Por qué no sumar en lugar de restar? Lo siento pero me parece que no puede ser que un pueblo, con el que hemos compartido cientos de años de historia en paz, sólo por el clientelismo que provocan unos nacionalistas iluminados, en el fondo analfabetos, como lo era Sabino Arana, creen un caldo de cultivo en el que se han acomodado ideas retrogradas que han dado lugar a una generación de descerebrados que no dudan en matar a quien disienta de sus primitivos planteamientos segregacionistas. Estoy en contra de los nacionalismos, en “Utopía” lo digo: “maldita palabra nación…” El hecho de nacer en uno u otro lugar no nos hace distintos, no en cuestión de sentimientos. Prefiero la palabra “país” porque viene de paisaje, es decir, entorno natural, medio al que uno liga sus recuerdos, pero nunca lugar excluyente.
Los gobiernos autonómicos han ido asumiendo competencias del estado central, y a día de hoy, ya gestionan numerosos servicios, pero sobre todo, tutelan la cultura e identidad propias. ¿Crees que son insuficientes las competencias de las comunidades autónomas? ¿Qué opinión te merece, por ejemplo, un estado confederado?
Soy federalista por convicción. Me parece que acercar la administración a los ciudadanos es lo más coherente que se puede hacer, es más, la aproximaría a nivel de Ayuntamientos. Sólo me preocupa el aumento del funcionariado que en estos años se ha producido y también la falta de espíritu solidario que se muestra entre unas y otras autonomías.
Nuestra historia común como país quedó marcada por dos profundas cicatrices. Una, la producida por una guerra civil injusta y desmesurada. Y la otra, y más sangrante si cabe, una prolongada dictadura que sumió al país en un sistema de vida terrible. Dos heridas abiertas que el tiempo ha podido ir cerrando a su paso rumoroso. Sin embargo, algunas heridas se cierran en falso, y la experiencia me ha demostrado, que aún hoy día, es problema que queden aun secuelas de aquellos periodos malditos. Por ejemplo, el derecho que tienen muchos familiares a levantar las fosas comunes para recuperar a sus muertos. O el debate de la memoria histórica. ¿En tu opinión, estos hechos han sido superados por la sociedad democrática moderna, o tienes la impresión de que aún quedan restos vigentes de aquellas épocas que influyan en algunos sectores de la sociedad, como por ejemplo, el ejército, la iglesia o la derecha política?
Aún conservo la memoria de mi padre, un republicano al que la dictadura arrancó la alegría de vivir. Crecí observando su angustia que, para mayor desgracia, se mezcló con una enfermedad que le robó la vida a los 51 años, cuando aún tenía tanto por vivir, y yo a su lado. Con catorce años recién cumplidos sentí que tenía que indagar en los motivos que habían producido la infelicidad de mi padre, y fue ahí donde, a pesar de mis pocos años, fui ilustrándome sobre la historia de esos dramáticos años. Pasó el tiempo y, tras la muerte del dictador, vino la democracia y me agarró en primera fila. Fui beligerante a favor de la libertad y me impliqué cuanto pude. La Transición fue un ejercicio de tacto político de primera magnitud, convencer a aquellos poderes fácticos para que aceptaran el cambio creo que fue algo que jamás sabremos valorar como se merece. Se llegó al acuerdo entre todos de meter entre paréntesis cuarenta años de nuestra historia. Con el paso del tiempo, las víctimas de aquella tremenda injusticia bien merecen un reconocimiento, una cita en recuerdo a su dolor, porque no es justo que la historia deje en una cuneta la memoria de miles de inocentes, fueran del bando que fueran . Me parece perfecto que se ponga en los libros de texto que Franco fue un sanguinario dictador, equiparable a sus primos hermanos Hitler y Mousolini. Y que se sepa, que en un cementerio de Montauban (Francia), bajo una sencilla losa, -estuve allí de niño y regresé hace tres años-, descansan los restos de Don Manuel Azaña, presidente de la Segunda República Española, elegido democráticamente y derrocado por los acontecimientos que provocó la sublevación militar; pero también la intransigencia de los revolucionarios más obtusos. Fue un hombre integro, de altísimo nivel humano e intelectual, que intentó evitar el tremendo derramamiento de sangre, que la guerra trajo consigo, apaciguando a unos y a otros. Que se sepa. Es justos que se sepa.
Los recientes casos de corrupción que ha ido apareciendo, como el caso Gürtell, o los de Palma de Mallorca, por ejemplo, están poniendo de relieve la fragilidad moral de los administraciones publicas como Ayuntamientos o Comunidades autónomas, a la hora de mantener el control sobre estas actuaciones. Demuestran hasta qué punto la clase política está asolada por una suerte de carcoma moral que socaba los cimientos de la legalidad. Generalmente, estos casos se solventan con procedimientos más o menos difusos, y el apoyo explicito de los compañeros de partido. Causa tristeza contemplar cómo se minimiza estas actuaciones, cuando a los ciudadanos, nos cuesta cada día más progresar en una sociedad que no es claramente igualitaria. Aterra, el papel de los partidos políticos, más entregados a la protección de los suyos, en base a la presunción de inocencia, que a que se aclaren los detalles del delito. ¿Qué clase de sentimientos te producen estos comportamientos de quienes deberían se modelo de actuación?
La ambición tiene esas cosas: confunde lo propio con lo ajeno. Lo peor es que hay quien accede a la función pública con claros intereses de utilidad propia, y no de cumplir con el cometido que la ciudadanía les encomienda, que no es otro que el de ser gestores de lo común. La corrupción, en su forma más estilista: la prevaricación, está a la orden del día. Fíjate que muchos ediles pasan de ser simples operarios a manejar un presupuesto público de millones. Es normal que se les suba la avaricia a la cabeza. Las leyes debieran ser absolutamente tajantes para con quien, valiéndose de la confianza que le otorga el pueblo, se sirvan de ella con deshonestidad. Pero claro, las leyes las propugnan los políticos y no les apetece sacar al sol sus miserias. Me ratifico en lo que ya te he dicho: el sistema es imperfecto, pero… no hemos sido capaces de inventar otro mejor.
La educación en nuestro país está encontrando números casos de abandono escolar, de insatisfacción, de violencia en las aulas y de absentismo escolar. No puedo comprender como ha podido llegarse a esta situación, pero sin lugar a dudas, las causas deben ser múltiples y variadas, empezando por el entorno familiar, y continuando por una educación sin imaginación y sin una visión de la realidad escolar. ¿Qué opinión tienes al respecto?
Tengo un amigo que es profesor en un instituto, da clases a alumnos del ciclo medio, me tiene al día sobre estos temas. Efectivamente es preocupante. Es cierto que algo no funciona. El origen de todo es el mismo: un modelo de sociedad que no funciona y que aparca la vida familiar en favor de la obsesión por producir para pagar compromisos. De ahí que las parejas padezcan quebrantos de amor que las destruye a las primeras de cambio, de ahí que los niveles de infelicidad crezcan; en esas, los hijos quedan aparcados, incentivados en la práctica de esa especie de libre albedrío que los convierte aun más en víctimas, damnificados de un modelo que no les marca un norte a seguir. Por otra parte, tengo la sensación de que los docentes tampoco terminan de construir un marco de relación con los alumnos donde se transmitan los valores del conocimiento; por ello hay tanto fracaso escolar, tanto joven merodeando cerca del analfabetismo funcional; en definitiva, un agujero más, de este modelo social que en lo educativo arroja a los abismos de la incultura a millones de jóvenes.
Tengo la sensación de que la juventud, ha entrado en una dinámica cíclica. Falta de ideas, de ambiciones, de proyectos. El absentismo social y político, y su apuesta por otro tipo de idearios mucho más frívolos y sin contenido, como el disfrute de un hedonismo sin freno, les está situando en un entorno de desesperanza, de provisionalidad y de decadencia. No soy un moralista. El divertimiento, la fiesta y demás, son necesarios. Pero si apartamos esto a un lado, ¿que nos queda? ¿Qué opinión te merece la juventud del siglo XXI?
No perdamos la memoria, todos hemos sido jóvenes hedonistas. Es normal, es la época de la vida en la que se da la búsqueda de la reafirmación personal: queremos ser los mejores, los más guapos, los más inteligentes, etc. La realidad es que, el paso del tiempo termina sosegando esas cosas. Una vez escuché una teoría que decía que el joven, cuando aún no ha cumplido los 25 años, está convencido que será más de lo que ha sido su padre; cuando cumple los 35 ya está seguro de que bastante tendrá si alcanza las cotas que alcanzó su padre; y el día que celebra su 45 aniversario, reconocerá la admiración que siente por la figura paterna y el miedo que tiene de que sus hijos no sepan valorarle a él de igual forma. Observo que los jóvenes actuales, en gran porcentaje, no se sienten estimulados por el mundo de las ideas y del conocimiento filosófico. Son más funcionales, les sirve con saber manejar aquello que precisan manejar. En realidad les son ajenos conceptos que a nosotros, por el contrario, tanto nos estimulaban, como por ejemplo la creatividad artística. También creo observar que prolongan la adolescencia hasta bien alcanzada la veintena. Se creen poseedores de todos los derechos y difícilmente aceptan que se les impongan obligaciones. En cualquier caso, como se dice: la juventud es una enfermedad que termina curándose con el tiempo.
La familia es una institución muy manipulada por las corrientes reaccionarias de la sociedad. El moralismo, venga de donde venga, atribuye a la familia valores casi religiosos. Yo creo que la familia es un nexo de unión entre los seres humanos, y que no hay modelo de familia standar, un modelo único, sino que la familia debe ser un entorno donde las personas canalicen su amor y sus sentimientos. ¿Cómo es tu modelo ideal de familia?
Hay quien viene a decir que la familia es una institución en clara decadencia, afectada, parece ser, por la fragilidad de las relaciones de pareja. No alcanzo a ver por donde evolucionara en el futuro el concepto familia. Si observamos países como: Suecia, Noruega o Dinamarca, la cosa parece que no pinta demasiado bien para la institución. En los países más al sur, pareciera que no se detecta un nivel tan alto de deterioro. Bajo mi experiencia personal, la familia representa un soporte esencial donde, como tú bien dices, canalizar los afectos más profundos, pero la institución surge a partir de la voluntad de dos personas, si las nuevas parejas tienden a quebrarse, incluso antes de llegar los hijos, es imposible que se puedan crear familias pues no tiene sentido contenido sin continente. Particularmente he desarrollado toda mi vida en familia, y continúo disfrutando del placer de sentir cerca a los míos, de apoyarme en ellos y de servirles cuando me necesitan.
En este contexto de desprecio social se encuentran los colectivos homosexuales, cada vez más arrinconados por la marginación social, los prejuicios y las numerosas trabas. ¿Crees que estos colectivos merecen una vida digna, dentro de un marco de respecto en una sociedad?
Por supuesto. La libertad de elección, como derecho fundamental de los individuos de una comunidad libre, es un concepto que marca los rasgos de una sociedad evolucionada. Todo el mundo tiene derecho a elegir su opción sexual y a no ser criticado por ello. Me parece que los tiempos del integrismo en materia íntima, por aquí ya han pasado. Afortunadamente.
Cuando un estado, y su gobierno, se convierten en tutores de nuestras vidas, se convierten también en verdugos de nuestras vidas. Me refiero, al hecho de la eutanasia. Nadie puede decidir por nadie su derecho a una vida digna, y a una muerte digna. ¿Qué opinión te merece la eutanasia, debería legalizarse?
Dentro de las libertades de elección que he citado anteriormente está la del derecho a la vida que no nos puede ser arrebatada, de igual modo abogo por el derecho a una muerte digna. Considero que ninguna legislación puede obligar a nadie a prolongar su agonía, pero también respeto que haya gente que se niegue a colaborar en la administración de la eutanasia.
Otra de las vicisitudes por las que tienen que atravesar las mujeres, es el momento de la concepción. Legítimamente, a las mujeres les corresponde el derecho de elegir si seguirán el proceso de embarazo o interrumpirlo. Actualmente, la ley del aborto en nuestro país peca, a mi juicio, de estrechez de miras, de insuficiencia. ¿Qué opinión tienes sobre el aborto?
No soy partidario de sancionar el aborto, si este se produce dentro de los primeros momentos de la gestación, ahí debe prevalecer el derecho de la madre a ejercer la maternidad; pero creo que, a medida que pasan los días, no me preguntes cuantos, el derecho del no nacido debe ser también respetado. Sé que no es plato de gusto para una mujer someterse a una interrupción del embarazo, lo he vivido de cerca, pero no puedo evitar pensar en la fuente de vida que hay en su vientre. De cualquier forma no es la justicia penal la que debiera intervenir en estos casos, yo lo entiendo más como algo que se debe circunscribir al ámbito moral y es preferible brindar todo el apoyo a esa madre que no se siente preparada para serlo.
Tras muchos años de vivencias, de lucha, de trabajo, y de experiencias, el ser humano llega al final del camino. Hay que subir el último repecho antes de la muerte. Cuando uno llega a la ancianidad, se encuentra con numerosos problemas. Hay pocos servicios públicos, la paga de la jubilación es exigua, el tiempo se convierte en un enemigo, y generalmente, nos transformamos en un lastre para los hijos. ¿Qué expectativas albergas con respecto al momento en que llegue la vejez? ¿crees que la sociedad trata dignamente a los ancianos?
Afirmo que nunca como hasta ahora la gente que alcanza la vejez ha tenido un mayor soporte de atención. Por supuesto que habrá casos, pero más los identifico con desatenciones afectivas del ámbito privado que no de la sociedad civil en su conjunto. Tengo la sensación de que, afortunadamente, tenemos los viejos más felices que lo fueran nunca. Aún así hay cosas por hacer, prestaciones sociales que implementar para que, aquel que lo desee, pueda ser atendido en su casa hasta sus últimos días. Es el reto que tiene este gobierno, conseguir que se pueda aplicar una ley que fue aprobada en este sentido por el Parlamento. No me gusta que se aparte a la gente mayor en círculos de la tercera edad, considero bueno que se mezclen con gente más joven a los que mostrar su sapiencia y de los que también, ellos puedan recibir ayuda para acercarse a conocer las nuevas tecnologías. Creo asimismo que la jubilación debe ser libre, aquel que la desestime, por que se sienta capaz de trabajar, que lo haga; incluso, los que lo deseen, pueden ser útiles a otras personas participando en actividades de apoyo a los que más lo puedan necesitar. Sinceramente, no tengo ningún plan para el día en que me falte la energía para seguir haciendo lo que hago, ya veremos qué acontece. Espero que me acompañen las fuerzas, de forma tal que pueda servirme por mí mismo por mucho tiempo, ojalá que así sea. Me gustaría, en mis años finales, disponer de la suficiente lucidez intelectual como para poder contar todo lo que me ha sucedido en la vida, y reflexionar sobre ello.
El problema del cambio climático se ha convertido en tema de máxima actualidad, pero asimismo, se ha convertido en tema de controversia y enfrentamiento mundial. Las industrias y las empresas contaminantes, siguen destruyendo nuestro planeta sin que las administraciones apuesten decididamente por frenar este holocausto. El tratado de Kioto solo fue papel mojado, y las continuas reuniones de mandatarios no han logrado acuerdos que posibiliten poner freno a esta destrucción. ¿Crees que hay posibilidades para frenar esta destrucción?
Mientras no cambiemos el modelo, definitivamente lo tenemos muy mal. Lo dicen los teóricos que se fundamentan en el análisis científico de los datos que se constatan. Considero que el hecho del cambio climático es una realidad irrefutable que nadie, medianamente documentado, ya pone en debate en la sociedad actual; el debate es otro: ¿estamos aún a tiempo de revertir la catástrofe? En caso de respuesta afirmativa: ¿cuántos años nos quedan para evitar que el daño sea irreversible? Hay quien sostiene que es tremendismo proyectar esa opinión sobre la opinión pública, yo estoy convencido de que no lo es, y creo necesario concienciar a la gente, a nuestros gobiernos para que actúen de inmediato. Mientras no estemos de acuerdo en que se tiene que moderar, ya, drásticamente, el consumo de energías fósiles, no habrá nada que hacer. Si nos empeñamos en mantener el consumo energético en los niveles actuales, y crecientes, hoy por hoy, tecnológicamente, no existe fuente alternativa energética capaz de sustituir en periodo breve la quema de hidrocarburos y minerales. Por tanto, la carga de veneno, en forma de CO2, continuará arrojándose a ese espacio estanco que es nuestra atmósfera. Lamentablemente veo difícil que se frene el ritmo de los acontecimientos que nos llevan directamente a un escenario catastrófico.
Las religiones se han erigido a lo largo de la historia de la humanidad, como dogmas exhaustivos de fe y de control espiritual. Han contribuido a no pocas guerras, y en líneas generales, han aumentado la conflictividad entre los seres humanos. Sin embargo, a día de hoy, millones de seres humanos defienden a ultranza estas doctrinas ¿Qué valor tiene para ti la religión?
Respecto a las religiones, cualesquiera de ellas, siempre me he mantenido crítico. Soy de los que piensan que este mundo hubiera sido mucho mejor si, el hecho religioso, se hubiera quedado restringido al ámbito de lo privado, es decir, al de la espiritualidad individual. Creo que la historia habría sido otra, si las religiones no se hubieran desarrollado como corrientes de pensamiento ideológico, ellas han encorsetado la capacidad del hombre para discernir entre lo que está bien y lo que está mal. Seguramente es más cómodo ajustar los márgenes del comportamiento humano a reglas establecidas bajo el criterio de los que, en teoría, gozan de la luz de un entendimiento superior que dimana de un ser supremo. Para mí, la religión restringe en el hombre el derecho a la duda: todo lo que se contempla en las normas es verdad empírica y, quien las acata, hallará recompensa por ello en el “paraíso”; cualquier proceder fuera de dichas normas de comportamiento, supone la reprobación, el repudio y directamente la certeza de una condena eterna más allá de los márgenes de la vida. Es precisamente la eternidad el concepto que esgrimen las religiones como destino ineludible, algo que justifica lo efímero de nuestra existencia en el mundo conocido, que no es más que un simple tránsito hacia una vida eterna, inmaterial. Ninguna de las religiones expresa dónde estaba nuestro espíritu antes de que nuestras madres nos alumbraran, pero si nos dicen donde estará después de muertos: infierno o paraíso. Definitivamente mi raciocinio no alcanza. Mis facultades cognitivas se muestran incapaces de asimilar el hecho religioso y por ello la existencia de un ser supremo que todo lo gobierna con equidad y justicia. Me alegro por aquel que tiene la esperanza de que, tras la vida, se accede a otro estado, pero yo no puedo armonizar eso con los razonamientos físico-químicos a los que atribuyo el origen del mundo, tal cual la ciencia, hoy por hoy, nos lo revela.
Todas las religiones se fundamentan en la idea abstracta de un ser superior omnipresente que gobierna todo, abstracto e inmaterial. Este planteamiento anula el valor del ser humano en sí mismo, porque le relega al rol de ser insignificante ante sus ojos de dios todopoderoso. ¿Cómo entiendes tú al ser humano frente a estas disposiciones?
Tengo la sensación que la respuesta a esta pregunta ya la he dado en la anterior cuestión. Por abundar diré que estoy convencido de que Dios, al que cito con mayúsculas por ser entidad de respeto universal, es un invento del propio ser humano. Surge producto de la negación a dejar reducida nuestra existencia sólo al tiempo que media entre nuestro nacimiento y nuestra extinción; un periodo que, desde antiguo, para la mayoría, se convierte en una experiencia de esfuerzo y sufrimiento; una experiencia que se reduce a un periodo de tiempo demasiado breve. La supervivencia es un instinto natural que poseen todas las criaturas vivas que configuran las diferentes especies que habitan en el planeta; el hombre no es más que una pieza más del conglomerado vital que lo puebla. Nuestra naturaleza animal nos confiere primarios instintos que nos equiparan al resto de las especies. Pero un día, el simio erguido, familia zoológica a la que pertenecemos, comenzó a desarrollar un cerebro que le confería especiales facultades para relacionarse con el entorno. Por evolución adquirió la necesidad de comprender los mecanismos de la vida. Y sobrepasó los límites vitales adentrándose en lo intangible: ¿Dónde estábamos antes de nacer? ¿De dónde venimos y adónde vamos? Y la clave: ¿Qué nos espera después de nuestra muerte? En definitiva, pienso que, es la necesidad de querer trascender a la propia vida tangible, lo que nos lleva a justificar cuán de efímero es nuestra estancia aquí y lo entendemos como un simple tránsito hacia una vida eterna, lo que ya he citado en mi respuesta anterior. Para los creyentes, Dios viene a representar una forma de justicia suprema que, más allá de la vida, otorgará premio final a los que en su existencia no hayan conseguido apenas satisfacción; alguien que, finalmente, colocará a los desposeídos en un lugar de bondad infinita que no se extinguirá jamás, ello como sentencia de un juicio final que condenará a los que, en vida, hicieron el mal a sus semejantes. Básicamente, para los que sufren el poder déspota de sus semejantes más poderosos y privilegiados, este es el razonamiento que, a mi juicio, los ancla a la necesidad de la creencia en Dios. “Es más fácil que un elefante entre por el ojo de una aguja, que un poderoso entre en el reino de los cielos” De esta forma se expresan las religiones monoteístas para anunciar el espíritu de justicia divina que en vida solicitan los más desposeídos.
Las religiones, empero, han ido creando una serie de organizaciones mediatizadas por la burocracia y el fanatismo religioso, que son quienes detentan el poder espiritual, y además, gobiernan a sus súbditos. A menudo, traspasan los límites de la espiritualidad para adentrarse por terrenos más mundanos. Esto es aplicable al papel que han jugado a lo largo de la historia, las instituciones religiosas, como la Iglesia Católica, siempre del lado de los poderosos, del Nazismo, de la represión, y actualmente, a los infinitos casos de pederastia registrados en numerosas diócesis de todo el mundo. ¿No son entonces las religiones un instrumento de poder para controlar voluntades?
Pero un día, el poder, observó cuán importante podría resultar aliarse con las religiones para controlar a sus súbditos, y creó todos los elementos necesarios para otorgar poder ejecutivo a los sumos sacerdotes que, desde los púlpitos, esgrimían la furia de un Dios vengador. Una ley promulgada por ellos sería el mejor cauce para controlar los desmanes del pueblo, siempre en nombre de la divinidad y en beneficio propio. Sólo ellos estaban capacitados para interpretar qué sí y qué no quedaba permitido. Y ese fue el origen que ha otorgado a las religiones el control de las sociedades.
Bajo tu criterio personal ¿Crees que existen personas o instituciones religiosas que, en general, sirvan para el desarrollo y la prosperidad del ser humano?
El estado laico es un diseño tan reciente que apenas representa un segundo en el reloj de la historia, pero, sin duda, es un ejemplo de la mejor faceta de la evolución humana; preservémoslo como lo que es: un hito en la carrera hacia la libertad total de los individuos que conforman la sociedad moderna. Ya lo dije al principio: para mí las religiones no representan ningún aspecto positivo en la evolución del ser humano, pero me interesa dejar claro que creo en la espiritualidad de las personas y en su voluntad de establecer conexión con conciencias superiores que sobrepasen el mundo tangible. ¿Cómo puedo justificar si no que aún hablo en voz alta con mis padres fallecidos hace varias décadas? Sencillamente, son aspectos particulares que, supongo, denotan una sensibilidad particular pero muy común.
Todos los expertos en el tema se muestran unánimes al respecto: el consumo prolongado de estupefacientes y sustancias alucinógenas, resultan claramente perjudiciales para la salud de ser humano. Obviamente, estas sustancias causan efectos en el organismo, que, a largo plazo, resultaran nocivos. Esto es una perogrullada. Pero dejando al margen el aspecto sanitario, yo personalmente, encuentro el aspecto moral. El agravante moral. ¿Qué opinión tienes acerca del consumo de drogas?
Son muchas las culturas que, desde de antiguo, han tenido relación con el consumo de sustancias narcóticas. Dichas sustancias causan efectos transitorios sobre los sistemas neurotransmisores del organismo humano, sensaciones placenteras; parece ser, que también en el mundo animal se dan prácticas equiparables. Considero que es un derecho y una responsabilidad particular ingerir dichas sustancias; lo mismo que defiendo informar de los efectos negativos que para la salud tiene su uso continuado. Me parece una tremenda imprudencia, no hacerlo; son los más jóvenes, cuyo criterio aún está por formarse, los principales destinatarios de esas campañas de sensibilización a cerca del problema de la drogadicción. Pasar de puntillas sobre este asunto es un gran error pues son muchos los daños que pueden llegar a derivarse del abuso de cualquiera de estas sustancias. Entiéndase que cuando hablo de sustancias, incluyo a todas: es decir incluyo a las legales, como son el tabaco y el alcohol. Me crispa que se aluda al hecho de arraigo cultural para amparar la distribución y el consumo de unas y no de otras. En definitiva todas son igualmente destructivas si son consumidas sin cautela.
En la comercialización de las sustancias estupefacientes, interviene todo un entramado de mafias organizadas que controlan tanto la venta como la distribución. Funcionan como empresas bien jerarquizadas, y obtienen altos rendimientos del producto. El último eslabón lo componen los trabajadores, estos que, al fin y al cabo, son los que estarán en contacto con las calles, y por ende, con el peligro, la miseria y muchos casos el esclavismo. ¿Qué ventajas encuentras tú en la libre distribución de los estupefacientes, la legalización de las drogas?
La ilegalización del tráfico de determinadas sustancias ha arrojado no pocos conflictos, que se lo pregunten al pueblo colombiano, quien sufre los efectos de una guerrilla, más bien denominada narco-guerrilla, que tiene arruinado el país. No es difícil sospechar que, tras la ilegalización, se sustenta todo un entramado que mueve miles de millones de dólares en todo el mundo; entramado que se caería por los suelos si la legalización se pusiera en marcha. Pero no es menos cierto que voces no sospechosas, limpiamente documentadas desde el punto de vista social, se manifiestan en contra de que se facilite el comercio libre de estupefacientes, algo que trata de evitar que las drogas sean consideradas como un simple producto más. Yo soy de los que piensa que una terapia mala debe dejar paso a una nueva terapia; y aplicando esta teoría al caso, sostengo que, constatando que no es la represión la que ha hecho disminuir el consumo de drogas, si no la información, mejor eliminar restricciones y trabas para no tener que conseguir esas sustancias en el mercado negro y opaco en el que se encuentran en la actualidad. Por tanto, sí que me inclinaría a favor de experimentar la legalización, dejando que sea el individuo consciente el que decida utilizar las drogas, y en qué grado. Aplicaría un fuerte gravamen fiscal a estos productos, cuya recaudación la dedicaría, integra, a campañas de información, prevención y provisión de recursos para la aplicación de paliativos a las personas que pudieran resultar enganchadas a la drogadicción y que manifiesten deseo de ser ayudadas.
Hay un estereotipo muy arraigado en nuestra sociedad, que identifica al aficionado al rock con el consumo desmedido de todo tipo de sustancias. Es un juicio paralelo complemente infundado. No porque no sea cierto, porque habrá rockeros que consuman, y habrá quien no. Sino porque las drogas están extendidas a todos los ámbitos de la sociedad, y se consumen en todos los estratos sociales por igual, incluso más profusamente, por las clases acomodadas que son quienes tienen más poder de consumo a nivel económico. Por eso, atribuirnos a nosotros esa exclusividad me parece indecente. ¿En tu opinión, qué parte hay de cierto en que en el mundo del rocanrol se consumen muchas drogas?
“Sex, Drugs and Rock’n’rol” Cuanto mito hay tras esta frase. No voy a negar que a mediados de los años sesenta, la curiosidad llevara a muchos jóvenes al hábito de consumir estupefacientes. Para los jóvenes más progresistas, aquello se convirtió en algo así como una forma de reafirmación del que se era. La droga era como un vehículo nuevo que propiciaba viajes para recorrer territorios de libertad no explorados; territorios que se encontraban justo en los escondrijos del interior de la mente. De ahí la utilización de la expresión: “un viaje”, -a trip- como forma más común de definir un colocón. La utilización de las sustancias psicotrópicas, que a tal fin se sintetizaban en laboratorios clandestinos, produjo todo tipo de excesos que ocasionaron tremendos daños en una generación muy desinformada al respecto. Surgen estos acontecimientos coincidiendo con la explosión del rock, procurando una imagen adherida que ha quedado indeleble en la conciencia colectiva. Pero es a finales de los años setenta cuando los devastadores efectos del abuso de esta práctica, fueron dejando patente que las drogas no te subían al cielo, sino más bien te llevaban a los infiernos; a partir de ahí, el rock continuaría siendo afortunadamente sólo esa clase de música aceptada por toda clase de sustratos culturales y sociales. Es en la década de los ochenta cuando la imagen de rock y las drogas definitivamente termina por divorciarse, si es que realmente alguna vez estuvieron seriamente unidas, emigrando a ambientes musicales más bien de estética tecno.
A mi entender, el consumo de drogas es una cuestión personal. Una opción personal. Cada persona decide en qué medida, o en qué forma se relaciona con las drogas, nada, poco, o mucho. Las leyes, son el vehículo para ejercer el poder comercial sobre el producto. Ayudan a generar negocio. La información y la educación, son vitales para que todo el mundo tenga sus ideas claras referente a este tema. ¿Tienes alguna idea más que aportar a estos argumentos?
Creo haber respondido a esta pregunta y no tengo más que añadir: definitivamente estoy a favor de experimentar la legalización. Pero es cierto que la sociedad ha de ser muy cautelosa, no olvidemos que son los más jóvenes los que pueden terminar soportando los mayores daños.
Siempre he luchado y lucharé por la cultura popular. Este concepto ya no existe para los arquitectos de la cultura oficialista. No existe simplemente. Y diseñan sus estrategias basadas en el boato, la comercialidad y el snobismo pretencioso de las modas. Por ejemplo, se desembolsan millones de euros en la adquisición de un cuadro de incalculable valor, para la colección privada del Museo del Prado. Esto es noticiable y fomenta el prestigio. Sin embargo, ese dinero muy bien podría destinarse, en mi opinión, a la construcción de una casa de cultura en un barrio marginal, una escuela de música, o un ateneo cultural. Pero no, hay que gastar dinero en obras de ampliación de tal o cual museo, o hay que pagar una millonada para que uno de los directores de orquesta galácticos venga a dirigir en el Auditorio Nacional. ¿Y qué ocurre con todas esas manifestaciones culturales que están latentes en las calles? Esas culturas urbanas que al fin y al cabo, nos identifican y nos hacen más felices. ¿Crees tú en la cultura popular?
Por definición la cultura surge del pueblo. Es la sociedad en su conjunto quien la crea a través del arraigo. También surge de la innovación que supone experimentar nuevas formas de expresión de la parte emocional del individuo. Diseñar la cultura desde los despachos es algo así como intentar poner collares a los lobos. Pero, hay que reconocerlo, vivimos en una sociedad que pretende estructurarlo todo; una sociedad donde encontraríamos grandes dificultades para obtener respuesta a la pregunta: ¿qué es la cultura para usted? Los políticos permanentemente a la caza del voto ciudadano, cuando tocan poder, tienden a cambiar la efectividad por una noticia relevante, notable; y en ese contexto, puede que, abrir escuelas de música, nunca llegara a ser noticia; por el contrario, que un divo venga a dirigir a la Orquesta Nacional, sin duda lo es. Noticia es igual a notoriedad y relevancia, por tanto, en un régimen donde el estamento político siempre andará buscando formas clientelismo utilizando en su favor los medios, se avanza a golpes de efecto mediático; obviamente, es esa la óptica que el poder tiene de la cultura en la mayor parte de los casos.
La SGAE, como institución, es un organismo orientado a proteger los derechos de los artistas. Hay polémica para rato, con una institución que debería ser un baluarte para todos los creadores. Hay numerosas manifestaciones de artistas, denunciando cientos de casos en los que no se les trata con verdadero aplomo. Incluso, hay quienes argumentan que se trata mejor y con más interés a los que venden más discos, por ejemplo. Además, están las polémicas suscitadas por el canon a los soportes de grabación, y las tasas que se cobran a los conciertos, incluso a los benéficos, o recientemente, la petición de más de catorce mil euros al ayuntamiento de Zalamea por la representación de la obra de teatro, “El Alcalde de Zalamea” de Calderón de la Barca. ¿Qué opinión tienes al respecto en base a tu propia experiencia con la SGAE?
No voy a hablar de mi experiencia particular con la Sociedad General de Autores, no lo haré, porque considero que, como miembro que soy, tengo canales internos suficientes para expresar mi desacuerdo, si es que lo tuviera. No quiero contribuir a una campaña que está llevando a demonizar la recaudación del derecho autoral como nunca antes se había producido; dicho sea de paso, un derecho legal, reconocido por las leyes del conjunto de los países que son modelo en materia jurídica, y por ende en desarrollo del estado del bienestar. No deseo exponer, bajo ningún caso, argumentos que puedan servir de tergiversación y que añadan confusión en materia tan esencial como es el ejercicio del derecho de la propiedad intelectual que, para mí, está fuera de controversia. Sostengo que el dominio sobre la utilización de una obra es opción del propietario de la misma, más exactamente su autor, y de nadie más que de él.
Hay estereotipos encaminados a ofrecer una imagen bastante distorsionada de la gente del rock, en la cual se nos dibuja como individuos sin ningún vinculo cultural, más preocupados por el disfrute hedonista de la vida y sus placeres subsiguientes, que en un interés por los elementos culturales, que obviamente, enriquecen las vidas de la gente. Elementos como la literatura, la pintura o la poesía, por poner algún ejemplo. ¿Tú piensas que este estereotipo es infundado? ¿Somos tan pasotas y desvinculados del entorno cultural como nos pintan?
Hay de todo, cómo no. Los músicos de rock no visten uniformados. Si me has observado, creo que no porto ninguno de esos estereotipos acuñados. Mi estética coincide con la de mucha otra gente que, ni de remoto, dedica su vida a lo que yo la dedico. Por supuesto que hay imágenes y actitudes que dejan entrever cierto hedonismo por parte de algunos de los líderes de determinadas bandas, pero no creo que eso pueda servir como para establecer parámetros concretos en el que ubicarnos a todos. Para nada comparto la teoría de que el rock engloba a gente de bajo rango intelectual, lo que tampoco avala lo contrario.
Vivimos en una sociedad que admite con normalidad, incluso con deferencia, el hecho de que se paguen millones de euros por hacerse con los servicios de un jugador de fútbol. Cantidades, con las cuales, se podrían financiar centros de cultura, ediciones de libros, talleres de pintura o escuelas de música. ¿No te parece indecente que la sociedad admita esto con normalidad, y no le preocupe el hecho de que sus hijos no tengan acceso a medios culturales estatales?
En realidad son tantos los rasgos de indecencia e inmoralidad que exhibe esta sociedad que, como diría aquel: apaga y vámonos. Vivimos en una sociedad capitalista que alberga muy pocos límites para poner freno a la mala utilización del dinero. Hace tiempo que no me cuestiono lo que cada cual hace con su dinero, allá él. Sí que me preocupa lo que otro pueda hacer con el mío. Ahora bien, si algún empresario, mecenas, decide destinar su fortuna a comprar los servicios de éste o aquel, a precios que son un insulto para la conciencia, lo que si debiéramos exigirle a nuestros gobernantes es que destinen más esfuerzos a limitar la posibilidad de que alguien pueda acumular tanta riqueza sin repartirla con el conjunto de la sociedad.
Imagina que te invitan a una audiencia pública con el ministro/a de cultura de turno. Y que tienes la oportunidad de elevarle una queja o un alegato ¿Que le pedirías?
Una explicación sobre en qué consiste su trabajo, algo que, sinceramente, aún ignoro. Pero si diera por hecho que esta persona está ahí para facilitar el acceso de la ciudadanía a los bienes de naturaleza cultural, le preguntaría que cuál es el nivel de satisfacción que tiene de su trabajo. A partir de ahí supongo que coincidiríamos en diseñar todo tipo de ayudas para que la gente de los diferentes sustratos acceda al uso y disfrute de las expresiones culturales de toda índole. Le pediría que no subvencione a los artistas, simplemente que les estimule a serlo y que les ofrezca los canales necesarios para la creación y difusión de su obra, dentro y fuera de nuestras fronteras. No se me ocurre pedirle otra cosa.
Hay cuestiones que afectan muy profundamente al trabajo de un artista. Son muchas, y habría que ordenarlas en orden de importancia. Una de estas cuestiones, prioritaria a mi modo de entender, son las descargas P2P que chocan frontalmente contra el derecho de un autor a percibir unos cánones por su trabajo. Muchos artistas están en contra de que se lesionen sus derechos debido a estas descargas, sin embargo, también los hay que no se oponen a ello, incluso, hay quien a día de hoy, ya están colgando en sus páginas web oficiales los discos para descarga directa. ¿Cómo contemplas tu este asunto?
En materia del derecho que un creador tiene sobre su obra, me remito a lo que ya te he expresado más arriba: sólo el autor es propietario de su obra y sólo él debe y puede ejercer el derecho de entregarla, o permitir su utilización, contra una prestación económica, o contra ninguna si así lo estima. Lamentablemente el P2P ha acuñado, principalmente ante los más jóvenes, la idea de que las obras son del que accede a ellas. Tengo serias dudas de que a futuro la gente llegue a pagar voluntariamente por bajarse música, sinceramente no creo que eso llegue a suceder mientras exista la posibilidad de descargar los ficheros gratis. Confío en que la gente se vaya suscribiendo a servidores de música legales que le permiten disfrutar de las escuchas ilimitadas a la carta; dichos emisores ya existen y tienen reconocida la contraprestación con los creadores. Pienso que el futuro apunta más por ahí, ojalá que así sea.
Regalar el disco tiene una función promocional importante, pero si habituamos al público a recibir gratis el fruto del trabajo de un artista, no solo estaremos degradando el valor de la grabación, de la calidad, de la composición, sino que estaremos contribuyendo a destruir la industria. Básicamente, porque la grabación de un disco, distribución, editorial y demás, conllevan unos gastos, que de no ser recuperables, ponen en riesgo la continuidad de cualquier banda. Además, este proceso condena a ser al artista a una especie de trabajador no asalariado, que además, debe desembolsar un dinero por trabajar. ¿Qué opinas de esta circunstancia?
Tú lo dices, de proseguirse en el camino en el que estamos, es un hecho incuestionable que el músico jamás verá retribución alguna por su trabajo, muy pocos serán los que perciban contraprestación económica por sus registros. Si sumamos eso a que cada vez le cuesta más trabajo al músico encontrar sitios donde sea contratado para dar sus conciertos, el panorama que se vislumbra no es muy esperanzados. Al final, de seguir esta inercia, llevará al músico a ser simplemente un amateur, aficionado que hace lo que hace por el placer de hacerlo pero que en ningún caso percibirá cantidad alguna por el desarrollo de su trabajo. La cosa es seria, y no vale la teoría de aquellos que dicen que se trata de un cambio de modelo ¿Qué modelo? Es innegable que la muerte del soporte llevará al cajón del pasado el negocio de las compañías discográficas y con él el sustento de miles de trabajadores que por varios lustros han vivido de esa industria. Lo peor de ello no es que se le quiebre el negocio a una multinacional, sino que esto suceda sin que antes se haya encontrado recambio que sustituya el papel que ejercen: el de ser descubridoras, elaboradoras y comunicadoras del nuevo talento. Olvídense de las prácticas perversas que ese modelo de negocio ha llevado implícito a lo largo de la historia del negocio del disco, no es ya el momento de valorar si fueron ellas mismas las que cavaron sus propias fosas, no merece la pena hacerlo. Lo cierto es que los músicos y la música seguirán floreciendo, igual que cada primavera vuelve a renacer el pasto en mi jardín, pero ¿quién regará? Nunca ha estado claro que las plantas puedan sobrevivir sin agua.
Los precios de las entradas a los conciertos de rock se están ajustando al máximo. Los márgenes se hacen cada vez menores, en un intento por facilitar la asistencia a los mismos. Sin embargo, la afluencia de público a conciertos de bandas nobeles, o incluso, de las bandas que aun no han llegado a conseguir un status de fama adecuado, es muy pobre. ¿A qué atribuyes tu este fenómeno?
Sin lugar a dudas, estás reseñando un gran problema. No hay forma de que el rock se regeneré si las nuevas bandas que se forman, nacen y mueren en los locales de ensayo viéndose incapaces de pisar un escenario, por recóndito y discreto que sea éste. Hay muchos factores intervinientes que van desde la apatía que las nuevas generaciones de jóvenes sienten hacia cualquier tipo de manifestación artística, hasta el escaso interés que tienen las salas por programar música original en directo. Por otra parte, los ayuntamientos, que por cercanía debieran ser los agentes más sensibles, no crean programas para ayudar a la difusión de las manifestaciones culturales juveniles, cosa que no sucede en los ámbitos deportivos. A menudo, los gobiernos municipales, prefieren destinar enormes presupuestos en la contratación de artistas de gran poder mediático, la mayoría de ellos de escasa evaluación artística, de forma tal que, la satisfacción general les reporte votos. Es curioso que, por el contrario de lo que sucedía hace sólo un par de décadas, se han creado muchas infraestructuras para canalizar la música en directo; en la mayor parte de nuestras ciudades, existen teatros y auditorios de magnífica factura que no son utilizados para dar cabida a pequeños festivales en los que intervengan grupos musicales a los que brindar un escenario donde mostrar sus progresos. Sólo con un 10% de los recursos empleados en la contratación de festejos, podrían implementarse durante todo el año programas de ámbito comarcal y regional que serían excelentes actividades capaces de acoger la ilusión y el entusiasmo de las nuevas bandas. Pero no se hace, razón: bajo mi punto de vista, sencillamente nadie presiona para que se haga, incluidos los propios jóvenes que dan la guerra por perdida antes de desencadenarse las hostilidades. Me apetece mucho hablar del otro factor: el de la apatía de un sector juvenil que ha sustituido el alcohol por cualquier otro elemento para acompañar su ocio. Tengo la imagen fresca de un concierto que dimos este verano, sorprendentemente, pese a ser de acceso gratuito, había más gente detrás del escenario –haciendo botellón- que delante de él. Sin duda es muestra del desinterés del que hablé más arriba. Creo que esto es fiel reflejo del gran fracaso educativo de los últimos años, del que todos somos responsables, donde no se ha sabido trasmitir a nuestros jóvenes la idea de cuán importante es la cultura para el desarrollo emocional del individuo. Pero esto es meternos en otro debate que nos llevaría mucho tiempo desgranar.
Que en la industria del rock no circula el dinero, es un hecho consumado. Dicen los entendidos, que esta circunstancia está motivada por la escasez de apoyo popular al mundo de rock. Y hay quien opina, que la continuada reserva de los músicos de rock a integrarse en la industria global de la música, ya por cuestiones morales o ideológicas, ya por cuestiones de composición musical, de comercialidad, ya por falta de conexión con el sistema, ha provocado su aislacionismo, y por ende, la sequia económica. Quedarse fuera de ese territorio ha generado que el dinero no circule en este ámbito. Además, los músicos no obtienen apenas ingresos económicos que aseguren su supervivencia. Esto en el nivel superior de la pirámide, porque luego están los periodistas, tanto gráficos, redactores o locutores de radio, que tampoco cobran por su trabajo; y también, los sellos independientes, de cuya actividad dependen así mismo los salarios de sus trabajadores; las productoras y oficinas de management, que lógicamente, encuentran serias dificultades para poder ejercer su actividad. ¿Cómo podríamos hacer que el dinero entrara en nuestra industria para revitalizarla?
Justificar la existencia de una actividad sólo en base a la cantidad de dinero que es capaz de aglutinar a su alrededor es, cuando menos, perverso; ¿negaríamos por ello la existencia de cualquier programa de ayuda a las comunidades más necesitadas sólo porque no es actividad que genere réditos crematísticos inmediatos? Sin duda no. El rock, lo mismo que otras manifestaciones culturales, están sujetas a consumo; es cierto que, si no despiertan interés en sí mismas, no generan movimiento económico alguno. Pero a nadie se le ocurriría imaginar un mundo sin música. ¿Cómo se armoniza lo uno con lo otro? Sencillamente eliminando intermediación superflua. No queda otra. A mi entender, los nuevos sistemas de comunicación –hablo de Internet- brindan la posibilidad de que el dinero que genera un artista pueda llegar con mayor fluidez al bolsillo de quien produce la obra e interviene activamente. Cierto que el P2P ha acuñado el criterio de que los derechos son algo que se puede soslayar, y no es cierto, hay que revertir ese concepto. Pero no es menos cierto que hoy se consume más música que nunca, sólo que son pocos los que pagan por ella. Ya apunté, en otro momento de la entrevista, que el futuro y la supervivencia de los creadores sólo pasa porque la sociedad reconozca su justa retribución, de igual modo que lo asume en cualquiera de las otras actividades comerciales. Evidentemente el fin del soporte está en ciernes, ya sea CD, DVD, etc. viven sus últimos estertores y esto crea en parte la sensación de que, con la desaparición de los discos, todo se acaba; yo no lo pienso así. Los medios de distribución serán digitales en un futuro y, en ese sentido, la industria tendrá otra forma diferente de la que ha tenido por más de seis décadas. Debemos aceptar que las cosas serán así, lo que no lleva implícito que, con la caída de la industria discográfica tradicional, desaparezcan los músicos y todos los que viven alrededor (periodistas, managers, técnicos, productores, etc.).
A pesar de este oscuro panorama, la industria del rock sigue latente en nuestro país, y se está convirtiendo en referente para Latinoamérica. Se ha ido creando una pequeña industria formada por sellos independientes, productoras y medios de comunicación, revistas graficas, estudios de grabación, y portales web especializados, que sigue desarrollándose al margen de la industria comercial de las grandes multinacionales del sector. La autoproducción ha alcanzado niveles muy altos. A mi juicio, hemos ido creando una estructura mas o menos solida al margen de la industria poderosa de las grandes multinacionales. ¿Cómo podríamos canalizar todos estos medios de manera que sea rentable el negocio del rock es este país?
A groso modo puede decirse que en España el negocio relacionado con el rock apenas existió nunca, entendiéndose lo que digo siempre en comparación con el pop, con los cantautores, y desde luego, nada que ver con lo que en otro tiempo llegó a ser el abultado negocio que la industria hizo con melódicos y folclóricos. El rock se movió en nuestro país a impulsos; de vez en cuando despunta alguna banda y parece que su esplendor será definitivo pero, siempre termina por apagarse anticipadamente su buena estrella; cierto que, a pesar de ello, hay nombres que se han conservado con buen estado de salud por varias décadas. Pero ni las ventas de discos llegaron a ser tan abultadas como las de de artistas de otros géneros, ni los cachets que los grupos cobraban por sus shows eran igualmente equiparables. Si algo ha contribuido a que, a pesar de ello, el rock siga teniendo cierto número de fans, es precisamente a ellos, a los seguidores de los propios grupos que, si bien en número nunca demasiado grande, sí es su fidelidad la que hace que el fenómeno respire. En cualquier caso nada es equiparable con la gran popularidad que el rock tiene en el mundo que se expresa en inglés. Me atrevo a afirmar que hay países latinoamericanos donde el rock cantado en español, tiene mayor apoyo popular que en la propia Madre Patria, así: Argentina, México, Chile, Uruguay, Colombia o Perú, han dado excelentes bandas que, increíblemente, nunca fueron dadas a conocer por estos pagos. Entrando a analizar las causas del problema, entiendo que reside en varios factores, tal vez el más importante: la falta de presencia del rock en los medios generalistas que son quienes más notoriedad otorgan. Invitando a la reflexión citaré varios motivos, por ejemplo: el poquísimo interés femenino por el género, desequilibrio en una proporción de 8 a 2, y puede que aún me quede corto. Otra causa es la fragmentación de los seguidores que se adscriben monográficamente a un estilo con desprecio de los otros, constituyéndose pequeñas familias, o tribus urbanas, como por ahí se ha definido; así, por ejemplo, un heavy despreciará a un seguidor más rocanrolero y viceversa. Esto hace que las pocas publicaciones y emisoras de radio tengan que ajustar su programación estrechando el espectro al tipo de seguidor al que quieren dirigirse, así, una emisora “heavy” difícilmente pinchará rock progresivo, rockabilly u otra tendencia estilística que no se ajuste. Lo mismo ocurre con las revistas. Considero que esto impulsa una tendencia que disocia y que no favorece al reagrupamiento de géneros dentro de un concepto común, como es el rock. Respondiendo a tu pregunta, discúlpame que no comparta que se haya creado ninguna estructura para canalizar el “negocio” del rock en nuestro país; sinceramente, no lo creo. No pongo en duda que existe voluntarismo a raudales por parte de gente que entrega el corazón, pero a la que le faltan los medios financieros necesarios para poder realizar un trabajo efectivo. Es duro decirlo, pero es así, y créeme que lo siento porque me gustaría que las cosas fueran de otra forma. La verdad es que tampoco veo que, hoy por hoy, pueda surgir interés empresarial alguno para reflotar el rock como negocio. Las cuentas no salen. Fíjate que, a finales de los setenta, Chapa fue un intento inteligente para sacar el rock nacional de la alcantarilla, pero, la Compañía Fonográfica Española, que fue quien impulsó el sello, como le hubiera sucedido a cualquier otra empresa, en el momento en que los beneficios no aparecieron en la cuantía presupuestada, cortaron de raíz; y ahí tienes a: Asfalto, Bloque, Leño, Barón Rojo, Obús y muchos otros, quedando huérfanos de la casa discográfica que los impulsó, y todo ello justo cuando aún tendrían mucha gloria que dar.
Está muy extendida la leyenda negra en la que músicos y discográficas aparecen como seres antagónicos. A menudo, hay grandes desavenencias, y en general, mucha insatisfacción en cuanto a los resultados. En realidad, ambos están condenados a entenderse. Hay también, otras leyendas en las que las que los managers, aparecen como personajes que tratan de enriquecerse con el fruto del trabajo de los músicos. ¿Cuánto hay de leyenda en esto? ¿Qué espera y desea un músico de rock una compañía discográfica?
No es leyenda, es una realidad: el músico siempre exigirá a su discográfica que haga bien su trabajo y que apueste por él. Otro tanto parecido demandará de su manager. Yo que he conocido por dentro el negocio discográfico, no en vano, durante muchos años, tuve mi propia empresa discográfica, aprendí, desde el lado del músico, a valorar el esfuerzo de la otra parte. Creo que debiera saberse que no es nada fácil ser productor discográfico; es como estar jugando siempre a una ruleta: puedes acertar el tiro, o equivocarte y no recuperar nada de lo invertido. El productor discográfico siempre es el último en sacar beneficio: él invierte en el artista, realiza la grabación, produce los discos, los promociona en la medida del presupuesto asignado que para ello disponga, hace la distribución del producto y, atención: sólo empieza a cobrar cuando los discos salen de las tiendas, porque, si no lo hacen, le retornaran invendidos a sus almacenes, discos convertidos en un trozo de plástico prácticamente sin valor comercial. Es duro, créeme. Ahora bien, cuando suena la flauta, todo perfecto, y todo el mundo contento, hasta que el contrato concluye, y entonces el artista, juega la baza legítima de querer fichar por una multinacional, que no siempre reportará a éste todas las expectativas. Es cierto que en el sector discográfico español, supongo que también en el internacional, hubo gente que no hizo bien su trabajo, pero eso no es óbice para dejar de reconocer que el interés de la compañía es coincidente con el del artista. Por el contrario, no saldré en defensa de los managers, porque ahí sí que hay mucha tela que cortar. Confirmo que, en la mayor parte de los casos, los representados, son sólo una opción a contratar dentro de las diversas ofertas que presenta la agencia, con la que los artistas tienen firmado contrato de exclusividad. En España se ha dado poco la figura del manager personal: ese individuo involucrado en todo lo que tenga que ver con el artista, alguien que lo apoya y que lo protege. Como digo, aquí son sólo representantes que van permutando su dedicación al artista, según vaya cambiando su atención por aquel que le produzca mayores ingresos contra el mínimo esfuerzo. Reconozco que siempre tuve problemas con mis representantes, porque manager, a decir bien: manager, sólo tuve uno que, desafortunadamente, duró muy poco.
Cada vez que entrevisto a un artista y le interrogo acerca del estado de salud de la industria del rock, inmediatamente contesta que todo está muy mal, pero a medida que vamos desarrollando argumentos, tienen que convenir en que el panorama no resulta tan desolador. ¿Qué esperanzas albergas respecto del futuro del rocanrol en nuestro país?
Si le trasladas esta pregunta a un chico que recién comienza a tocar con su banda, te dirá que está lleno de esperanza pero que la realidad es que no tienen sitios para tocar, ni tampoco productor interesado en invertir en ellos. Por tanto, él te dirá que son infinitas las dudas acerca de un futuro de esplendor. Pero como esta pregunta me la haces a mí, entonces debo responderte que considero que las cosas están peor que estaban y que no observo ni un solo dato que vaticine un cambio para bien en un futuro inmediato. ¿Quiere eso decir que la desesperanza está en mí? La respuesta es no. La música forma parte de la vida, como siempre fuera, y así seguirá. Nacerán nuevos grupos y siempre habrá alguno que consiga ganarse el interés de la gente. Los que no lleguen a tener esa suerte, al menos habrán vivido la fantástica experiencia de hacer música, la música que él haya querido hacer; otra cosa diferente es si haya sido capaz de darla a conocer a una cantidad de gente suficiente como para saciar expectativas.
Muchas bandas están comenzando la aventura de cruzar el Atlántico para realizar giras en Latinoamérica. Hay muchos inconvenientes, entre otros, un status económico muy bajo, una deficiente infraestructura para conciertos, además, el trasfondo de la corrupción. A pesar de todo esto, muchas bandas lo intentan. ¿Crees que es una buena alternativa de futuro comenzar a dar seriamente el salto a Latinoamérica?
No es que considere que es una buena alternativa, es que lo considero necesario, imprescindible. No tiene lógica alguna que sigamos considerando extraño un mercado que se comunica en nuestro mismo idioma. Es fundamental que tanto las bandas de allí, como las de este lado del océano, se proyecten a ambos lados. Esto lo he sabido siempre, pero, por unos motivos o por otros, Asfalto no llegó a pisar América cuando debiera haberlo hecho. Aún así es cierto que algunos de nuestros discos fueron editados allí, sin ir más lejos el último: “Utopía” está publicado en varios países.
La vida de un artista está jalonada por un rosario de experiencias variopintas, y no pocas anécdotas. Fábulas de vida, que muchas veces se han convertido en recalcitrantes leyendas. Narraciones breves con las cuales podrían seguro escribirse algunos libros. ¿Cómo artista, cual ha sido el momento más feliz de tu carrera, y cual el momento más difícil?
No me es fácil responder a esta pregunta. Verás, momentos buenos, puedo asegurarte que ha habido muchos, y los sigue habiendo: cada concierto es diferente, pero todos son una experiencia fantástica, única e irrepetible; además, te permiten poder ver en la expresión de la gente los efectos que produce tu obra. Me siento un privilegiado por haber conseguido captar la atención del público y que, existan personas que hayan incorporado mi música a la banda sonora de sus vidas. Eso es algo que me emociona y que agradezco infinito; que una canción que surge de un momento íntimo, casi privado, llegue a acompañar a alguien por más de 30 años, sencillamente me resulta sobrecogedor; sólo pensar en haber conseguido eso, me hace olvidar los malos momentos, que también los ha habido pero que no veo por qué haya que enumerarlos.
Los quince minutos previos a la salida a escena, se experimenta un sentimiento muy especial en el interior de un artista. Hay una emoción interna de sensaciones indescriptibles. El camerino está a presión, los nervios disparados. Se siente una mezcla de placer y amargura. Sobre todo si se oyen los gritos del público en la lejanía del escenario. Es una sensación afrodisíaca. Y a casi siempre, esa sensación, se convierte en la razón por la que tantos músicos luchan por sus sueños. ¿Cómo son tus quince minutos antes?
Los momentos previos a subir al escenario son los minutos más excitantes, tienes toda la razón: las mariposas revuelan en el estómago y sientes sensaciones próximas a la ansiedad que desaparecen justo cuando la cosa comienza a sonar. Particularmente me gusta relajarme unos minutos antes para así paliar en parte ese estrés previo al concierto. No soy nada supersticioso, como sé que les sucede a otros compañeros, pero sí que tengo alguna manía, lo confieso: soy el último en subir al escenario, no lo hago hasta que resto de la banda ya lo ha hecho. Normalmente no suelo mirar al público antes de que el primer acorde suene, ni me gusta saludar hasta que no haya concluido, como poco, el primer número.
Después llega el baño de adrenalina, el goce total. Todo es vértigo, tensión, y una cadena de sentimientos que necesitan reposo. ¿Cómo son tus quince minutos después de cada concierto?
Cuando el show ha terminado apetece estar tranquilo, relajado. No me gusta que nadie entre al camerino hasta que hayan pasado unos minutos, tiempo que invierto en cambiarme de ropa y asearme. Suelo comer algo, porque nunca antes de la actuación pruebo bocado. Tampoco me gusta hablar del concierto con los compañeros, digamos que me molesta hacer la crónica de lo que hemos hecho mal o bien, eso mejor lo comentamos en el viaje de vuelta al día siguiente.
Muchos son los que piensan que los músicos tienen tendencia al egocentrismo, a creerse divinidades. En realidad, tengo que admitir que el público puede hacerte sentir en un mundo muy placentero, basado en la emoción que para un ser humano supone el reconocimiento de sus semejantes. ¿Crees que los músicos traspasáis el umbral de lo humano para convertiros en semidioses, o esto es un infundio?
Definitivamente, no en mi caso. Soy el mismo arriba y abajo de la tarima. Cierto que sobre el escenario recibes el afecto de la gente, pero, ese caudal de estima, en mi caso se convierte más en una carga de responsabilidad que en otra cosa: ¿habré dado la medida de lo que esperaban de mí? –Me pregunto- Siempre me cabe esa duda. Aquel que se permite borracheras de ego tiene un problema de aislamiento terrible. La felicidad es mucho más intensa cuando es compartida.
La infancia dicen que es la patria del hombre. Pero además, la infancia, suele marcarnos durante toda nuestra vida, de una manera o de otra. Cuando somos niños tenemos la tendencia a imaginar lo que seremos de mayores. ¿Alguna vez te imaginaste siendo artista de rock?
Comienzo a hacerme mayor y, cada vez con más frecuencia, tiendo a recordar el pasado: ya sabes, se dice que uno comienza a hacerse viejo cuando el peso del pretérito inclina la balanza de su lado, al ser éste mayor que el peso de los anhelos. Tengo muy fresca la imagen de Julito, aquel niño que después se convertiría en el hombre que soy. No conviene olvidarse del que se ha sido, precisamente para seguir siendo el que se es. Mi infancia transcurre en el seno de una familia humilde y me marca de por vida. Dicen que tenía una inmensa curiosidad por saber el por qué de las cosas y aburría a todo el mundo con continuas preguntas. Mi padre me decía que no fuera tan deprisa, porque tenía toda la vida para saber de todo y aún así siempre me quedarían cosas por descubrir; que la prisa, en todo caso, había que emplearla para olvidar, que no para aprender. Qué razón tenía. No sé en qué momento exacto me intereso por la música, en mi familia no había precedentes. Con pocos años descubrí que tenía facilidad para cantar y que me gustaba hacerlo. Buscaba en la radio emisoras que pusieran canciones extranjeras, sentía como que aquellas canciones, cuya letra no entendía, terminarían por ser mi música favorita, y no el folclore que cantaban las vecinas que escuchaba a todas horas a través del patio de vecindad. Estando en el instituto escuché a los Beatles por primera vez y ya tuve claro que aquello me interesaba y me emocionaba. Oyendo música sentía que podía percibir la vida de otra forma; así, si me gustaba una chica, pensaba en ella mientras escuchaba “Unchained Melody” y mi adolescente amor se agrandaba. En esas fue que una enfermedad me dejó en cama más de tres meses, justo cuando tenía sólo 15 años. Con un tocadiscos como compañía, escuchaba discos que me traían los amigos a casa, es ahí cuando mi afición por la música se acrecienta y descubro que quiero ser músico. Nada más mejorar me compré mi primera guitarra. Dos años después ya me subía a los escenarios.
Pienso que el rocanrol es un narcótico, una vez que entra en contacto con las venas, ya nada puede sacarlo al exterior. No hay antídoto. Cuando escuchas por primera vez una canción de rock, y su esencia entra en ti, ya será para siempre. ¿Cómo fue tu primera vez?
Yo no llego al rock, es más ni existía como género. No se puede hablar de rock hasta: Pet Sounds o Sgt. Peppers. En la primera mitad de los sesenta eran el pop y el rock’n’roll la música juvenil por antonomasia; pero también estaban los baladistas: franceses, ingleses e italianos, incluso algunos españoles, que cautivaban a la juventud de igual manera. Yo bebí en aquellos años de toda la música juvenil que se hacía. Descubro el soul, el blues, el jazz y, posteriormente comienzo a interesarme por la música progresiva ya entrando en los setentas. Handicap, mi primer grupo, se limitaba a tocar sólo música juvenil de la época. Pero me llevaron un año a Ceuta y me pase la mili escuchando Radio Gibraltar; ahí descubro a: Zeppelin, Purple, Genesis, Yes y a tantas y tantas bandas que hacían música progresiva, temas largos, sin estribillo; música conceptual. Cuando regreso de la mili, ponemos en marcha Asfalto y ya teníamos claro qué tipo de música queríamos hacer: rock en español.
Cada mañana reflexiono acerca de si merece la pena seguir luchando por el rocanrol. Confieso que a veces, se hace duro, y difícil, y desesperante. Sobre todo cuando la falta de medios, la falta de apoyo, convierte a este trabajo en una lucha constante, que a menudo, ha dejado a mucha gente fuera de la carretera. ¿Crees que merece la pena seguir luchando por el rocanrol?
No entiendo que se pueda establecer relación con la música en términos de combate. ¿Es como si nos fuera la vida en ello? ¿Es como si tuviéramos que redimirnos por tener amor por algo que hacemos con gusto? Sinceramente no lo comparto. Hay que aprender a vivir de la música sin exigirle que, además, nos dé de comer. No hay ninguna batalla que librar, no hay nada de eso. La relación que tiene el músico con la música es algo que pertenece a la esfera de su sensibilidad: una relación personal, íntima, individual. ¿Qué pasa? ¿Es que queremos que, además de pasar buenos momentos, también nos tenga que dar dinero? No. He reflexionado mucho sobre que representa la música en mi vida. He llegado a la conclusión de que la profesionalidad termina por reducir al músico al nivel de un operario que pone su esfuerzo al servicio de quien paga. Niego que haya sido así en mi caso pues mi relación con la música sorteó el lado práctico para alojarse en la parte exclusivamente emocional. Respeto quien decide la opción meramente profesional, poniendo su talento a disposición del mejor postor, y lo hace convencido de ello, nunca será esa mi opción. Pensarás que es muy fácil pensar así si se es alguien que, haciendo lo que ha querido hacer, ha pagado sus facturas durante muchos años con dinero proveniente de la música. Bien, tal vez tengas un punto de razón. No hablo desde el acierto que me permitió obtener rentabilidad, si no que lo hago desde un plano más personal y profundo. Con el corazón les diría a los que empiezan en esto, que han de aprender a relacionarse limpia y amablemente con la música, entregarse a ella en alma, a cambio, les reportará mucha satisfacción personal; lo demás: fama, dinero, reconocimiento, ni aun cuando lo programes, lo premedites o lo provoques, llegará. Sólo viene si quiere venir.
Es difícil imaginar el futuro. Nadie tiene esa capacidad de percepción, de predicción, pero la experiencia en el camino, de tus años de carrera profesional, sin lugar a duda, te han debido de enriquecer con alguna enseñanza, con el fruto de las experiencias vividas. En base a estas experiencias, en base a todas esas vivencias como músico ¿Que futuro prevés para el rocanrol estatal?
No soy capaz de sospechar que podrá pasar en el futuro con el rock que se hace dentro de estas fronteras. Tampoco me veo haciendo conjeturas sobre ello, a la edad que voy teniendo, bastante tengo con ver amanecer mañana, y, si me levanto con ganas, tal vez me ponga a escribir otra canción.
LA ESENCIA DEL PENSAMIENTO
“…Probablemente este mundo sea el mejor que hemos sabido construir entre la concordia y la guerra, entre la generosidad y la ambición…”
“…Sólo un necio puede proceder como un asesino. La violencia en el hombre se dispara cuando éste no tiene recursos para acomodarse a las diferentes situaciones adversas que la vida nos propone…”
“…Con el transcurrir de la vida, me di cuenta que el dinero igual te subyuga que te ayuda a salvar la vida, pero, en mi caso concreto, las cosas más valiosas que he conseguido, puedes creerme: realmente me han costado muy poco dinero…”
“…La tierra debiera ser el espacio común compartido por todas las criaturas. Abogo por la globalización bien entendida y por la ciudadanía universal…”
“…Soy federalista por convicción…”
“…La ambición tiene esas cosas: confunde lo propio con lo ajeno…”
“…Afirmo que nunca como hasta ahora la gente que alcanza la vejez ha tenido un mayor soporte de atención…”
“…Respecto a las religiones, cualesquiera de ellas, siempre me he mantenido crítico. Soy de los que piensan que este mundo hubiera sido mucho mejor si, el hecho religioso, se hubiera quedado restringido al ámbito de lo privado, es decir, al de la espiritualidad individual…”
“…El estado laico es un diseño tan reciente, que apenas representa un segundo en el reloj de la historia, pero, sin duda, es un ejemplo de la mejor faceta de la evolución humana…”
“…Sex, Drugs and Rock’n’rol” Cuanto mito hay tras esta frase….”
“…En realidad son tantos los rasgos de indecencia e inmoralidad que exhibe esta sociedad que, como diría aquel: apaga y vámonos…”
“…A groso modo puede decirse que en España el negocio relacionado con el rock apenas existió nunca, entendiéndose lo que digo siempre en comparación con el pop, con los cantautores, y desde luego, nada que ver con lo que en otro tiempo llegó a ser el abultado negocio que la industria hizo con melódicos y folclóricos…”
“…Los momentos previos a subir al escenario son los minutos más excitantes…”
“…Hay que aprender a vivir de la música sin exigirle que, además, nos dé de comer…”
CHEMA GRANADOS