Segundo redondo de los donostiarras Overloud, que tras su “Past Has Gone… Today Is Done”, nos presentan este potente y dinámico “Altered Ego”. Un fresco golpe de hard rock con reminiscencias a los grandes del glam/slaze rock, que, sin duda, muestra un profundo y cuidado trabajo, producido por los mismos donostiarras junto con Íñigo Kampos. Mezclado en los estudios Lezoti, por el mismo Kampos y una genial masterización a cargo de Dragan Tanaskovic en los suecos estudios Bonus Sound Studios. Destaca también un cuidado diseño de artwork a manos de Brunnhilde, un dibujo digital impactante, cargado de simbología, donde podemos apreciar el arrebato descarnado de la ruptura con el “uniformismo” y la convicción social del ejecutivo que nos revela sus entrañas. Una marca identitaria que ayuda a prever la rebeldía y descaro de estos catorce cortes que, sin duda, harán las delicias de amantes de bandas como Guns’n’Roses, WASP o Mötley Crüe. El álbum comienza con una peculiar intro que da título a este “Altered Ego”, un corte que introduce aires orientales, con un sonido de cuerdas que nos transporta al mundo persa con esos toques de lo que parece un sitar, para, paso a paso, ir introduciendo los riffs cargados de distorsión y las contundentes bases rítmicas de batería que anuncian una progresión hacia una crudeza cuasi-metalera. Pero tal empuje se suaviza ligeramente para transportarnos a su identitaria onda hard rockera en “Passport To Paradise”, que tras unos segundos de introducción, presenta la peculiar voz de Ion Ciaurriz, una voz a caballo entre los registros agudos y una rasgada personalidad. Las guitarras y la batería juegan serenamente con un equilibrio temporal, en una linealidad bastante animada y viva, sin bajones y bien sazonados con unos pegadizos estribillos. El punto de picardía lo ponen unas letras que juegan con la doble lectura de un paraíso que no sabemos bien si se debe a la contemplación espiritual o la erección hedonista. Tras este “pasaporte”, llega “Swallow My Love”, uno de los temas más descarados y contundentes del disco. Tras una introducción con flanger de guitarra, nos abunda un derroche de melodía bailona, unos clásicos estribillos coreados y un final cambio de tono, manteniendo la estructura principal de los riffs, todo un recurso clásico dentro del hard rock. Sin duda, el toque irónico y descarado lo vuelven a poner unas líricas que parecen aclamar algo así como: “mamadas al poder”.
El cuarto corte, “Lock’em Up”, continúa en esta línea plagada de estribillos pegadizos e imposibles de mantener a uno pegado al asiento. La voz alcanza los registros más altos, mientras que los cambios de ritmo y la soltura de los riffs de guitarra, inevitablemente van a recordarnos a los grandes de los ochenta, con un concreto sabor a los mejores años de Aerosmith. Y con “Devil In Me”, llegan los matices sureños, con esta intro en slide de guitarra, que va abriendo paso a un crescendo que nos transporta desde cierta oscuridad a unos dinámicos toques danzignianos. Un corte circular que, tras esa esencia del “bad boy” y, junto con algunos toques industriales en el uso de la distorsión vocal y un interludio con riff de guitarra a contrapúa, volvemos a retomar esos bailongos estribillos. Y para aquellos que disfrutan con estos toques country, “Desert Law”, ya sólo con su sugerente título y ese reiterado recurso guitarrero en slide, nos anuncia otro corte con sabor a hard rock estadounidense en su mayor expresión. Un tema con constantes altibajos, riffs que pasan del melódico arpegio al desgarrado abuso de la distorsión. Sin duda, uno de los mejores momentos de este trabajo, donde, además, las letras aportan aún más matices sureños con esa especie de alegato a la autodestrucción voluntaria del borracho que afronta la crudeza de la vida. Tras estos descarnados cortes, llega la primera balada del disco -lo que parece ser, también, norma obligatoria dentro de este estilo-; “Cry On My Shoulders”, aporta el momento más meloso y descafeinado del disco, con una introducción a medio tempo y recursos de guitarras limpias que, sin duda, harán las delicias de los que buscan el momento romántico con el que arrimar cebolleta. Y tras este relajado lapso, retoman toda su contundencia con “Girl Of Misery”, una pieza llena de dureza desde el primer segundo. Riffs endiablados, recursos de cuerdas bien variados, donde podremos encontrar armónicos en los pre-estribillo, una de las mayores apuestas por la progresión de ritmos y un outro en fade-away. Las letras cobran, de nuevo, un protagonismo identitario, donde la defensa de nuestra ceguera ante la venenosa femme fatale acaba siendo un estandarte de guerra. Un corte que merece empezar a sonar en los bares del rollo, pues os aseguro que uno no puede evitar mover los pies con esta pieza.
“Runnig Fast”, es, sin duda, otra de sus apuestas por la hiperactividad; una intro en redondas que no parece ser el preludio de otro corte lleno de energía y riffs y estribillos adictivos y contagiosos. Con “Homeless”, regresa la contención, un corte muy cercano a la balada, con ambientaciones melódicas, pero que combina con gusto los riffs más heavies, contundentes cortes rítmicos por parte de la batería y un pre-solo con mucha personalidad, pero que, desgraciadamente, no consiguen disuadir cierta sensación lineal en los matices generales de esta canción. “Tonite” nos vuelve a transportar, de nuevo, a los más dinámicos mundos del slaze rock, con una intro de batería distorsionada con flanger, donde las voces se desajustan en ciertos estadios, pero vienen compensadas con un gran pre-estribillo y sorprendentes arrojes de guitarras que llegan a recordar a los clásicos recursos maidenescos. Con “Thanks For Nothing”, además de la grabación de lo que parece un discurso antirockero, las guitarras nos devuelven ese sabor hard rockero, repletas de cromatismos. Un estribillo de lo más fiestero y unas letras que giran en torno a la difícil vida del músico, que, dicho sea de paso, sirven como carta de presentación de la filosofía de esta manda: “Here we are […] we don’t play for free”, haciendo alusión a lo duro que resulta hacerse un hueco en este mundo dominado por los peces gordos que exprimen a las bandas hasta la última gota. “Heaven” supone la tercera apuesta por la balada y el medio tempo. Una intro en arpegios acústicos y un punteo al más puro estilo Guns’n’Roses, que introduce detalles de teclado y oscilaciones en la cadencia vocal, llegando, en ocasiones, a recordarnos al mismísimo Eddie Vedder. Otro corte donde los coros en los estribillos convierten este tema en el clásico recurso “para todos los públicos”. Y, finalmente, “Knocking At Your Back Door”, aparte de la descarada y ácida alusión sodomita, presenta una apuesta por el puro rock’n’roll, con una introducción al más puro estilo de los barbudos ZZ Top, donde podemos apreciar teclados y armónicas que nos van conduciendo a un crescendo en las voces y las cuerdas, sin perder esa esencia bailonga y sureña. Un corte menos potente, pero que, sin duda, también podríamos seleccionar entre las piezas más divertidas y contagiosas del disco. En resumen, un disco que, pese a la variedad de los temas, caen en cierta redundancia típica de este estilo, cierta linealidad en cada corte y una temática fiestera y claramente heteropatriarcal; pero que, sin duda, muestra un trabajo plagado de buen rollo, alegría y vitalidad. Una banda que nos hará disfrutar con pegadizos estribillos y ritmos positivos.
DANI HALLER
TRACKLIST
- “Altered Ego”
- “Passport To Paradise”
- “Swallow My Love”
- “Lock’em Up”
- “Devil In Me”
- “Desert Law”
- “Cry on My Shoulder”
- “Girl Of Misery”
- “Runnig Fast”
- “Homeless”
- “Tonite”
- “Thanks For Nothing”
- “Heaven”
- “Knocking At Your Back Door”
INTEGRANTES:
Ion Ciaurriz: Voz principal, coros, armónica y percusión
Alex Gómez: Guitarra solista y rítmica, acústica y coros
Javi “Tximas” Iturrarte: Guitarra rítmica y acústica, coros y voz principal
Juan Martínez: Bajo y coros
Borja “Tito” Etxeberría: Batería, percusión y coros
LINKS
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