El pasado sábado, un buen número de alcalaínos y vecinos de la capital, nos reuníamos en otra de las salas alcalaínas que están tomando una fuerte presencia en la noche complutense. El Sombrero del Abuelo venían a comenzar el fin de gira, que les ha llevado a dar la vuelta a toda la península durante este año, para empezar a poner el broche rodeados de familiares, fieles seguidores de una banda que siempre asegura una descarga llena de energías positivas, bailoteos y buenas dosis de recursos técnicos bien mixtos. La sala Green’s Roof se engalanaba con sus exquisitas luces y su progresiva mejora en el tratamiento del sonido, consolidándose como un fuerte competidor con la impertérrita sala Ego Live. Una sana competencia que, sin duda, hará despejar los fantasmas de la desolación que auguraban la clausura de pubs tan legendarios como el Tic-Tac y el Encinas. Además del engalanado audiovisual de la sala y del cálido recibimiento de la asistencia, que llenó el Tejado Verde hasta el último rincón, la noche también contó con un elemento sarcástico y surrealista ideal para el espectáculo del Sombrero, pues una concreta marca comercial de espirituosas se encargó de ofrecer máscaras, floripondios varios y caracterizaciones luminiscentes con las que aumentar el ambiente cómico y jovial de la noche. El Sombrero del Abuelo también traía regalos a su paso. No sólo nos ofrecieron una de las descargas que acabaron por ser una de las más compactas y enérgicas que les he visto llevar a cabo en los últimos meses, sino que también presentaban a un nuevo integrante, Andrés Martínez, un violinista trotamundos que, entre sus muchas colaboraciones, cuenta en su haber con la honorable colaboración con la grandísima Luz Casal. Igualmente, hicieron subir a las tablas a uno de los colaboradores que han intervenido en la grabación de su último redondo, Desechos de Autor, del pasado 2015, nada más y nada menos que el hacha de las seis cuerdas, Alberto Toledano, guitarrista de los Alter Evo. Pero, sin duda, la noticia, que bien callada la tenían y hubo que sacarles entre bambalinas, es el reciente fichaje por la discográfica y el sello nacional Rock Estatal, que, a principios del año que viene, entrarán a reeditar su último trabajo. La noche, como no podía ser de otra manera, prometía el común y habitual ambiente de los conciertos de estos maestros de la fusión, no obstante, costó que el respetable se enganchase a la descarga, pues un ambiente ciertamente tenso y frío ensombreció el arranque del espectáculo. Ni la tan laureada introducción del “De tu Corazón” , “Sardinas en Lata”, donde Guille Martínez, pese a no acabar muy contento con su actuación, nos dejó claro que esa noche se había dado un baño en la poción de Panoramix y nos ofreció un imparable y esquizofrénico sinfín de baquetazos llenos de vida y buen ritmo; ni tan siquiera la bailable “Flores y Licores”, donde el violín de Andrés ya avecinaba una sincronización excelente con las cuerdas de Javier Manzanero, sirvieron para romper el cierto ambiente gélido que imperaba en los primeros cortes. Quizá sea el peligro de jugar en casa, pues la audiencia pierde el factor sorpresa y acaba acudiendo con una presencia de cierta pasividad, donde abundan los irrespetuosos murmullos al fondo de la sala, hasta que el alcohol hace su efecto y acaba por calentar a aquellos que terminan animando a que las primeras filas de bailongos no sean los mismos de siempre y pueda reinar de nuevo el ambiente cálido y familiar que estos músicos merecen ver devuelto. Sea como fuere, el ambiente se fue caldeando con cortes llenos de carga político social, como “La Música es Don” y “F16”, el primero de las piezas que rememoraban el anterior trabajo de 2012, Dangerous: Peligro de Abducción. Siguieron repartiendo destellos de técnica, sobre todo en las seis cuerdas del magnífico bajista Antonio del Amo y en la carismática presencia de la española “apañá” y los samplres del vocalista Raúl del Amo, quien, tras “Escapularios”, se tomaba un descanso, descendiendo al borde el escenario para traernos a la memoria a “Juanillo” Luengo, una de esas pocas almas sobradas de empatía que, durante los años ochenta, dedicó su vida, con su colectivo CAJE, a ayudar a los jóvenes de los barrios más jodidos de Alcalá a evitar o ayudar a que la chavalería no cayese en las garras de las drogas duras. Quizá, “¿Falta Mucho?” fuese una inmejorable llamada a la memoria de esta ilustre figura. Tras este emotivo recuerdo, llegaba el momento de que subiese a las tablas Alberto, para dedicarnos su sublime dominio de la técnica y la perfección en “Prefiero lo Salvaje”y “Príncipe de los Aseos”, dos cañeros y contrastantes cortes que servían para hacer las delicias de ambos guitarristas eléctricos y, vuelvo a reseñar, la imparable energía de Guille a las baquetas. Con “Ruta de Carretera” volvían las reminiscencias de los primeros temas que llevamos diez años disfrutando; y “Rastros”, otra pieza más relajada con la que reponer las energías que necesitábamos desplegar en la ristra de temazos que venían a continuación. “Noche de Artistas”, de su último trabajo, se solapó con tres piezas de su anterior trabajo, que acabaron por confirmar el deseo de baile y buena onda de los presentes, pues con “Abuelo Lolailo”, “Mundo Divino” y “Calorreo Sound System”, se habían disipado más que de sobra las primeras sombras de frialdad del respetable y de los propios músicos, que demostraban estar gozando como pocas veces de un concierto tan redondo. Y cuando simulaban despedirse, la oleada de demanda de bises nos trajo un broche inmejorable. De su primer trabajo, Sístole y Diástole de 2006, llegaba el turno de los ya himnos “Tecnocopla” y “Comí Lombrices”, para dejar paso al último toque de la noche con “Zapatos de Engranajes”, que, con esa sarcástica intro con el ilustre Pelele que nos gobierna, sin duda suponía la guinda perfecta para acabar una noche para el recuerdo, donde vemos que, cada día, el Sombrero vuelve a tomar la firme dinámica que otrora les hizo ser una de las bandas más frescas e interesantes del momento y que, como el ave Fénix, la vemos resurgir con una formación cada vez más consolidada y un ánimo que, esperemos, siga dando muy positivamente de qué hablar próximamente. Así que, si no queréis perderles la pista, tras otros paseos por Badajoz y Cádiz, les tendremos en la sala Monkey de Madrid el próximo 17 de noviembre.
TEXTO Y REPORTAJE GRÁFICO: DANI ÁLAMO.