Noche de estrenos la del pasado sábado 10 de febrero. Doble estreno en una noche especial, bañada por el brillo del plenilunio y una nostálgica lluvia de estas que acompañan toda la noche, para bien o para mal, pero que, esta vez, servía para reforzar las ganas de sentirse rodeado por los suyos bajo el mismo techo y, más aún, compartiendo otra emocionante descarga de una de las bandas más activas de las tierras iplacenses. Primer estreno, insignificante para lo que nos ocupa y algo vergonzante por mi parte, ya que era el primer concierto que presenciaba en esta peculiar taberna La Dulce Harley, un espacio de ambientación motera, que pese las necesarias mejoras que debieran emprender en el apartado sonoro y lumínico de cara a eventos de potencia semejante a los chavales que nos toca reportar, se consigue generar un ambiente familiar y cercano, cálido donde los haya por partida doble, ideales para reforzar el intimismo y la camaradería. Pero, como decía, el estreno que nos importa es el del nuevo trabajo de los alcalaínos Cotard. Tras dos años sin verles los pelos sobre las tablas de la ciudad y con la amenaza de tener que haber suspendido su presentación por una gripe que dejó tocadas las cuerdas vocales de su carismática vocalista Celia, este cuarteto se armó de valor y de un buen número de acólitos que esperaban ansiosos la presentación de su Ojibwa. El reto era triple, la modesta condición de la sala, junto con los problemas de salud de Celia, se unían a la creciente expectativa que está generando la buena acogida de su último trabajo que, como desplegaré debidamente en una futura reseña, muestra con creces el sentido de dicha expectación. Así las cosas, con la taberna repleta hasta la mismísima puerta y un golpetazo de calor humano que embriagaba el aire nada más entrar, se subían a las tablas descargando desde el primer acorde los sonidos de su nuevo redondo. Abría la veda “Al Despertar”, donde Pedro dejaba claro que la potente pegada sobre sus percusiones no advertían variación por nuevo que fuese el disco a presentar. Buenos acordes que recordaban al Esclarecido de unos famosos extremeños, sobre todo en la línea del bajo de Javi, que quedaron un tanto ensordecidas con las dificultades de Celia, que se quebraba al intentar alcanzar los altos registros vocales de esta pieza. Pero como los alcalaínos somos un público más emocional que racional, no le faltaron ánimos desde el respetable que permitieran que la voz y el ánimo de la vocalista empezase a coger calor con rapidez. Tras “Mi Estigma”, que le permitió volver a su registro más rasgado y grave y “Mi Hora”, una necesaria parada para coger aliento y que el mismo Javi marcase una pausa con la que tratar de arreglar ese nosequé que hacía que la cosa no acabase de arrancar. Con la bluesera “Culpable” las cuerdas de Carlos empezaban a derrochar todo su jugo, así como la metralla de Paco, que pareciera estar despertando a una bestia yendo a la batalla. Con la oscura “La Noche De Los Tiempos” todo empezaba a recuperar la contundencia y la unidad que este joven cuarteto saben destilar. Un emocionante corte con unos cambios de intensidad y un riquísimo estribillo. Vendría la calma del medio tempo de “Será Tarde” como la carrerilla necesaria antes de un gran salto, ya que, desde entonces, todo empezó a desarrollarse con un arroje creciente. Pese a que el canal limpio de la guitarra de Carlos no permitió grandes lucimientos, su contraste dejaba los motores calentitos para “Desde Aquí Hasta El Sol”, un corte con sabor rumbero en su riff principal, buenos juegos del bajo y otro de esos estribillos que se le quedan a uno grabados en la memoria. Momento de un nuevo respiro y de recuperar uno de sus temas del pasado disco Nunca Má” de 2014, en el que el ya común gesto de ver a Celia sentarse en el escenario presagiaba su bien traída versión del “Bang, Bang (My Baby Shot Me Down)”, con el que la vocalista demostró haber recuperado toda su voz, su energía y su confianza, moviéndose entre el público y meneando su morada melena por doquier. Volvían al repertorio de Ojibwa con “Extraño Conocido” , momento para que Javi se lo gozase como un enano con sus ritmos funkies, así como con “Cae…”, pieza con la que Carlos dejaba descansar su Les Paul para enfundarse su Cort modelo Stratocaster y sacar de paseo su slide, con el que retrotraernos al mundo western y hacer que Pablo, amigo de la banda y ex integrante de Kinnara, la extinta banda alcalaína ayudase con sus guturales en este tema y en el siguiente “Polvo y Arena”, de su anterior redondo. Y las colaboraciones no terminaban aquí, ya que subía a la palestra otro de los más archiconocidos y carismáticos músicos de la ciudad, Aniceto, líder de los Black Hazes, para descargar toda su rabia vocal en el acompañamiento de “Contra El Muro”, pieza grabada por el mismísimo Óscar Sancho en el trabajo de estudio; y no sólo estuvieron acompañados por él, ya que es ésta una de esas piezas ideales para corear su estribillo, previo calentamiento inducido por Celia. Parecía terminar la velada con los riffs de clásico heavy de “Delirio Nocturno”, pero faltaban dos de sus piezas insignia, ideales para cerrar con este par de bises, un “Los Renglones Torcidos de Dios”, coreado hasta la saciedad y excelentemente interpretado por nuestra vocalista y, como no podía ser de otro modo, “Adicto Infame”, igualmente acogido por el volcado público. Así, terminaba algo más de una hora de un repertorio que fue creciendo progresivamente en calor y calidad a medida que iban desarrollándose los temas. Una gran noche que quedará en el recuerdo como un ejemplo de remontada y superación y que, esperemos, les augure muchas y mejores noches girando con su nuevo trabajo, pero, sobre todo, que no nos cueste otros dos años sin verles menear sus instrumentos por la ciudad.
TEXTO Y REPORTAJE GRÁFICO: DANI ÁLAMO.