Si aquel extraño texto milenario ya nos decía que no sólo de pan vive el ser humano, podríamos perfectamente extender la cita al teatro y el Corral de Comedias de Alcalá de Henares. Y es que, este legendario y sensual espacio, que hemos de recordar, se trata del corral de comedias más antiguo de Europa -y, por ende, del mundo-, nos ha venido ofreciendo, a lo largo de los últimos años, diversos eventos musicales, ya sean las numerosas compañías de flamenco y jazz, que provocaron, entre otras sorpresas, que nada más y nada menos que el triángulo calavera de Benavent, Pardo y Di Geraldo nos visitase hará ya unos cuatro años. Sin embargo, puedo asegurar que ésta fue una de esas escasas ocasiones en que el teatro se abrazó sin pudores a la apuesta por la escena eléctrica y rockera. Todo se lo debemos a la plataforma Alcalá es Música, una asociación de músicos y amantes de la misma que tiene como objetivo promover todo tipo de espectáculos y propuestas musicales con las que dar a conocer todos aquellos tesoros que el mainstream comercial no se atreve a promover. Así, nace la propuesta Ritmo en el Corral, inaugurada por los estrambóticos Musselman, la banda que hoy nos atañe y que, en futuras fechas, hará pasar por este majestuoso escenario a los rockeros The Royal Flash y la folclórica formación Contrabandeando. Pero vayamos a lo que nos toca. Musselman es una de esas formaciones que hacen que la taxonomía y el afán clasificatorio le sirvan a uno tanto como una biblioteca a Belén Esteban. Esta ingeniosa banda, formada hace ya siete años por el polivalente y multifacético Manuel Flecha, un guitarrista y multinstrumentista complutense al que también puede vérsele en formato plenamente acústico con su percusión Javier Puente -cofundador y productor de la banda-, ya con su proyecto psicodélico paralelo Gizzard o bien tocando por las calles de Alcalá, lo mismo sea con la guitarra y su voz, que haciéndote una escala jónica con dos piedras. Tras el éxito de su primer disco homónimo de 2010, el cual le permitió hacerse un hueco en la radio nacional y ser llamados para formar parte del Sonorama 2012, la banda acaba de presentar su segundo redondo, Weird Dance, en este mismo 2015, introduciendo en plantilla fija a dos de los músicos que, hasta ahora, habían ayudado en las grabaciones de estudio; éstos son, el guitarrista Sergio Montero, un seiscuerdas de pura cepa blusera y R’n’B, que militó en formaciones como Máquina de Arroz o Sideburns Blues Band; y Álvaro Rivera, un bajista que proviene de una escena muy diversa, como muestra su pasado con el cantautor Javier Álvarez (sí, sí, el del “Sunset Boulevard”) o formaciones como Stone a Pig y Control Ego. El resultado de esta rica amalgama de diferentes influencias es un trabajo heterodoxo, auténticamente irrepetible y original, donde la estructura rock adquiere un fuerte sabor a folk estadounidense gracias a las guitarras acústicas y la voz jethrotulliana -como bien señala Luis de Benito de Radio3- de Manuel, sin poder obviar los matices psicodélicos del repollo rock -ese krautrock alemán que mezcla la psicodelia y la progresión rockera con los visos experimentales y toques de jazz- que aportan los samples y lanzamientos por parte de Javier, así como de las guitarras de Sergio y la magnífica apuesta por el recurso audiovisual en sus directos; todo esto aliñado con los toques salseros de la percusión de Javier. Esta ensalada de sonidos nos ofrece una propuesta musical llena de emocionantes ambientaciones y serenidad, de originalidad y calidad técnica, como también muestra la calma pero imprescindible presencia del bajo de Álvaro.
Y, como no podía ser de otra manera, la laureada banda comenzaba su show adscrito al horario teatral. Pasadas las ocho de la tarde, el Corral se mostraba repleto hasta la bandera, repleto, además, de un público bien diverso, donde lo mismo pudimos reconocer a las caras conocidas de los músicos autóctonos, a curiosos padres con sus exploradores niños, como a los fieles jubilados adscritos al abono anual del teatro, que, sin duda, pusieron la nota de sorprendente comunión transgeneracional en la audiencia. El magnánimo escenario del Corral proyectaba la portada de su último disco, Weird Dance, que pronto se hizo degustar, puesto que el primer tema no era otro que “Rubber God”, uno de los temas más descafeinados de este segundo disco, donde las armonías en arpegios fueron dando paso a una melodía plegada de coros y unas deliciosas notas sueltas por parte de la guitarra de Sergio, hasta llegar a un interludio en el que las guitarras dialogan con los dulces coros ambientales. Tras ella, vendía “Tall Trees”, una pieza donde las guitarras de Manuel dejaban el protagonismo a sus voces y un juego de progresión en el que la intensidad iba ascendiendo y descendiendo para condensarse en la circularidad de los coros y estribillos. Para el tercer tema, “Other one”, parecían tener reservada esa esencia folk que tanto les caracteriza. Un corte circular en el que la repetición cíclica de los acordes y las frases, se complementaban con toques psicodélicos y una percusión más viva e intensa que en los anteriores temas. Seguidamente, cambiábamos de trabajo para acercarnos a dos de los temas que integran su primer trabajo: “Wicked Mind”, que reforzaba las sensaciones de encontrarnos de tripi en el desierto de Arizona, sobre todo apoyada tal sensación por las oníricas proyecciones que asomaban a sus espaldas. Con “One For You” llegaba el turno de la dedicación, en palabras de Manuel, para “uno que huyó del mundo” y de los plácidos chascarrillos acerca de los achaques de afinación de su vieja guitarra, que generaron la perfecta antesala de uno de sus cortes más psicodélicos de su repertorio, donde el cajón de Javier ganaba mayor protagonismo, así como los lanzamientos electrónicos y las ácidas notas de la guitarra de Sergio. Los samplers continuaban con “No Time To Whine”, complementados con esas sureñas melodías de voz de Manuel, convirtiéndola en una de las canciones más pegadizas del repertorio. Pero si alguien se había quedado con más ganas de sabor folk, ahí venía el turno de “Wild”, de fuerte cariz blusero, donde los diálogos entre las voces y los punteos cuajaban sorprendentemente con los matices salseros de la percusión y en el que el pre-solo por parte de Manuel, dejaba la puerta abierta para un bailón interludio de guitarra de lo más cañero de la noche.
Con el octavo tema, llegaba la primera colaboración de la noche, a cargo de Álvaro Carbonell, que sirvió, sin precedentes, para aclararnos las diferencias entre el banjo estadounidense y el irlandés, que éste portaba. La comunión con el banjo fue excelente, permitiendo que las guitarras se centrasen más en las armonías de este “Torch Song”. Tras ello, vendrían “Narrow Path”, uno de las piezas más melódicas de la banda, y “Quiet Place”, con una intro capaz de insertarse en tu cabeza para el resto de nuestras vidas, salpicada con unas ruedas de acordes y riffs de guitarra con fuertes matices folk. “Cold Breeze” nos aportaba más sabores a salsa y estribillos pegadizos contrastados con lanzamientos de samplers de lo más discotequeros. “The Fall” traía el toque de relajación tras tanta psicodelia, para dar paso a la segunda colaboración de la noche, a cargo de David Montijano, guitarrista de Nocturnos y José Luis Frías, que acaba de abandonar los vientos de Trobar de Morte. Subieron a interpretar “Wind Blows”, donde la aportación de la flauta de Jose Luis tornaba los matices folk en alegres sensaciones célticas. Llegaba el turno del tema que da nombre al disco en presentación, “Weird Dance”, un tema con una peculiar intro en arpegios muy western y ácidas notas sueltas de guitarra eléctrica; para dar paso a “Falling Down”, donde los tarareos introductorios daban paso a una canción llena de delays de guitarra y una percusión muy animada. Con ello llegábamos a un supuesto fin de fiesta, que sería truncado por la fanática demanda de bises por parte del respetable, para lo cual descargaron dos de sus mejores perlas: “Freaks”, un tema que comienza con una intro con una rueda de acordes electrizante que se repite cíclicamente a lo largo de toda la canción y, finalmente, como no podía ser de otro modo, cerraban los Musselman esta espectacular noche psico-folklórica con su gran éxito, “Snake On The Floor”, una pieza hiperactiva y plagada de matices de banjo, percusión y guitarra, con un interludio descendiente que devuelve toda la fuerza tras las notas del banjo de Álvaro Carbonell, una pieza tarareada y aplaudida por la gran inmensa mayoría del público, mientras podíamos disfrutar con el genial videoclip proyectado a sus espaldas. Un perfecto broche final para una velada llena de energía positiva y una ambientación que ni los más acérrimos devoradores de decibelios metaleros -como quien escribe- podían evitar sentirse totalmente cómodos y fundidos con estos oníricos regalos sonoros. Y así lo demostró un público, que, como manda la tradición del buen teatro, se levantó de sus cómodas butacas para mostrar el plácido agradecimiento tras alrededor de hora y media de un viaje psicodélico y melódico lleno de heterodoxia y autenticidad. Así que, cualquiera compartirá mis pareceres cuando digo que debemos agradecer tanto al Corral de Comedias y la asociación Alcalá es Música por promover esta exitosa apuesta heterodoxa, pero, ante todo, a los inigualables Musselman, por ser fieles y firmes defensores de una autenticidad que, sin duda, nos dará de qué hablar muy a menudo por estos medios.
TEXTO Y FOTOGRAFÍAS: DANI ALAMO