Volvíamos, una noche más, a disfrutar de una de las bandas locales más características y peculiares de nuestro panorama autóctono. El cósmico trío formado por músicos de la ciudad, que comparten proyectos paralelos en varias de las mejores formaciones alcalaínas. En este caso, hablamos del californiano Erik LaChapelle, afincado en la ciudad de Cervantes desde 2002 y que, además de enseñarnos el idioma de Shakespeare, también nos enseña cómo aliñar el rock con los mejores matices estadounidenses del folk, funk o el soul; Javi Jiménez, baterista de los rockeros de dura pegada Ruta 57 y, como no podía ser de otra manera, el incombustible, hiperactivo e incansable Josete Blanco, quien comparte dos de sus proyectos con Erik, los aclamados Zoomao y los más relajados de este crisol, The Iluminados. El ambiente prometía sorpresas, primero de todo, dada la lógica conexión de estos tres músicos con semejante semblante de formaciones a las que pertenecen, pero, sin duda, porque el cartel de su Cosmic Folk Rock venía precedido con el anuncio de varias colaboraciones. Nombres desconocidos para algunos que escondían un “y muchos más” que ninguno podría imaginar cuán engrosada y enriquecida resultaría semejante lista. Puede que el escenario de la ilustre sala Ego no sea de lo más vasto y espacioso que uno pueda imaginar, sin embargo, dada el penoso apoyo socioeconómico del músico, que al igual que los redactores y fotógrafos, nos alimentamos del amor a estas profesiones, todos bien delgaditos y bien apretujados, colorearon las tablas de la sala con un interminable abanico de personalidades y virtudes caleidoscópicas. La noche comenzaba con el trío en ciernes, repasando temas de los dos trabajos del de Oakland, Erik LaChapelle & 3 Guitars, de 2010 y Tabula Rasa del año 13. Piezas pegadizas, bailongas y llenas de ese espíritu folk y funky, alimentadas por la gran gama de flangers, delays y demás distorsiones, tanto de su curiosa guitarra verde mezcla entre la SG y la Explorer, como en sus hilarantes efectos vocales. Se sucedieron, entonces, cortes como “E.Z. Come”, “Parasite” y “Rime On A Flight To Tenerife”, en los que nos presentaban una fuerte apuesta por la esencia funky más pegadiza. Con “Rewind”, los flangers se codeaban con uno de sus ritmos más pop, melódicos y fáciles de escuchar, pero que, sin duda, darían la contrapartida rítmica para el anuncio de sus tres primeros colaboradores. Así, subieron a la palestra la inmaculada e imponente voz góspel de Amos Obasohan, el místico relleno de los teclados de Soji Sool Jaiyeola y los prístinos matices de la guitarra del polaco Michal Brodacki. Sin demérito del resto de los intérpretes, la voz de Amos nos dejó a todos petrificados en la pieza de carácter soul “50.000 Miles”, para dejar paso al regreso a las raíces folk de “Alive Is Where I’ve Been”. Tras ella, César Ruiz, guitarrista del paralelo proyecto The Iluminados, ese maestro del sensualismo bluesero de las seis cuerdas y Toño G. San Martín con su armónica, amenizaron con los detalles más emotivos de la balada “The Devil”. Llegaba el turno de la primera versión, “Until The End Of The World”, que, tomando la denominación de Juan Abarca, podríamos asegurar que se trataba de una versión mejorada, al menos para los que disfrutamos del añadido de matices progresivos y menos lineales del más comercial de los pops. Regresaba el hiperactivo folk-funky con “Bats In The Belfry”, con un estribillo de lo más pegadizo, para invitar, de nuevo, a los tres embajadores del soul, Amos, Soji y Michal, con “Change Gonna Come” y, a mi juicio, uno de sus temas estandarte, el contagioso y pegadizo “Here I Am”. “Mean What I Say” dejaba paso a otra de las sorpresas de la noche, el eterno y sempiterno trotamúsico Manuel Flecha, que bien podemos verle con sus proyectos Musselman y Gizzard, como amenizando las tardes complutenses con su empático y sensible tacto musical. De hecho, esa mélica sensibilidad era el garante perfecto con el que tremolar el exotismo de la balada “Goodbye”. Y, si la inconfundible presencia de Flecha no era suficiente, llegaba el momento de que César y Antonio volviesen a subir a las tablas, esta vez acompañados del carismático vocalista de los ya mentados Zoomao y The Iluminados, Pedro Gallego y su inconfundible timbre a caballo entre la belleza aguda y el desgarro más pasional. Con este trío de ases, nos regalaron “Indifference”, junto con la siguiente versión de la velada, el “Man On The Moon” de los archiconocidos R.E.M. Tras semejante elenco colaborador, el trío original volvía a las andadas más eléctricas para deleitarnos con la pegadiza descarga de rockabilly de “Rearview Mirror” y “Cricles Around The Sun”, esta vez acompañados de nuevo por la armónica de Toño y las voces de Pedro. Finalmente, hacían una sustitución en el descuento y el dorsal de la armónica dejaba paso al maestro César, para culminar una inmejorable experiencia con el homónimo “Tabula Rasa” que, además de ser el único tema con letras en castellano, supuso el colofón perfecto para poner la puntilla a una noche llena de calidad, no ya “meramente” en relación a semejantes colaboradores, sino por el inmejorable despliegue de magistral ejecución del multifacético Erik, la contagiosa base rítmica del atómico bajo de Josete y la tímida pero sabrosa paleta rítmica de Javi. En fin, otra inolvidable velada rodeados de los fieles y comprometidos músicos de la ciudad, dejando claro que la pasión por este arte se lleva en las venas, desde los músicos amigos, fotógrafos pululantes y, sin duda alguna, los firmes y pétreos organizadores de semejantes eventos en esta cuna musical que es la sala Ego, a los cuales no podemos estar suficientemente agradecidos. Toda una declaración de principios que sigue construyendo el edificio babilónico con el que contrastar la carencia de apoyo cultural de las instancias del poder. Esperemos que siga siendo así por mucho más tiempo y, sobre todo: tomen nota, esta ciudad no tiene nada que envidiar a ninguna otra.
REPORTAJE GRÁFICO Y TEXTO: DANI ÁLAMO